Los banco tenían y tienen aún verdadero pánico al asunto de la cláusula suelo en las hipotecas y la consiguiente devolución de lo cobrado en exceso. A pesar de la sentencia europea de la que ya hablamos el otro día, los trucos comerciales, legales y de de toda índole, siguen tenienso toda su vigencia.
Vamos a hacer un pequeño recorrido por ellos:
1. – Abusar de la confianza de los clientes, diciéndoles que esa clase de acuerdos son los normales, y que después de tantos años de relación no es normal llegar a desconfiar de que se está haciendo algo inmoral. Se llega a involucrar la relación personal con los empleados si es necesario, pero la idea es casi matrimonial: ¿Cómo te iba a hacer esto yo, cariño?
2. – Aprovechar cualquier momento para conseguir que el cliente firme una renuncia. Se le ofrece cualquier cosa, se le dice que con eso se arregla todo sin juicios ni nada, y se le pone a la firma una renuncia. Al final, te dan tres, para no tener que darte ocho.
3. – Las Cláusulas de confidencialidad. Los acuerdos que ofrecen algunos bancos limitan al cliente a la hora de contar su historia porque los bancos persiguen que el asunto de las cláusulas suelo quede debajo de la alfombra y que los clientes no reclamen el dinero que les corresponde. De lo que se trata es de evitar que haya más reclamaciones o cunda al impresión de que se puede reclamar.
4. – Sustos y amenazas. Te quito la cláusula suelo, pero en el nuevo contrato hay que introducir tal y cual condición, porque la ley ha cambiado y ahora esto nuevo que te perjudica entra en vigor y tú verás. Chorradas. Pero funciona.
5. – Que parezca que el acuerdo ha sido propuesto por el cliente. Así, aunque se abusivo, no se podrá reclamar de nuevo. La redacción del acuerdo se hace en primera persona como si fuese el cliente quien haya propuesto esas condiciones
6. – Retirar la cláusula suelo por las buenas, pero sin hacer mención a las cantidades ya pagadas. En este supuesto la entidad bancaria pretende que los afectados se olviden de reclamar todo el dinero que han pagado de más, ya que el banco ha procedido con “buena fe”.
Hay más, muchas más, casi tantas como hipotecas afectadas, pero todas se combaten del mismo modo: no me vengas con milongas, devuelve lo que me corresponde y hagamos por ser buenos amigos. Sin rollos. Ya está bien…