Escribo este artículo antes de conocer los datos del paro y de la encuesta de población activa de Agosto. Como soy muy valiente, me atrevo a pronosticar que los datos, con no ser buenos, no han sido malos del todo, porque el verano ha venido ayudado por una serie de circunstancias que, sin quererlo, colaboran con nosotros.
Por una parte, hemos tenido bastante buen tiempo, lo que ayuda, y mucho, a que crezca el número de turistas y el gasto por persona de cada uno de ellos.
Por otro lado, algunos destinos turísticos que competían directamente con España, como Brasil, Turquía y Egipto se han visto afectados por protestas ciudadanas que, justas o no, alejan a quienes solamente quieren disfrutar de unas apacibles vacaciones.
Con todo eso, y con el hecho de que otras economías están empeorando, parece que tanto nuestra prima de riesgo como los datos macroeconómicos han mejorado en las últimas fechas, pero mucho me temo que la cosa no va a continuar por ese camino, una vez que el sector turístico vaya plegando velas rumbo al invierno. Las hipotecas, por supuesto, quedan al margen, porque aún no se ha absorbido el exceso de construcción de los años pasados y mucho me temo que se tardará al menos una década en absorberlo.
España entera se está convirtiendo en uno de esos pueblos de Castilla, abandonados todo el año, y que reviven un par de meses con la llegada de forasteros. Esos meses no son su realidad, sino su espejismo.
Mientras nuestra estructura económica no sea capaz de generar mayor valor añadido, mientras los puestos de trabajo que esperamos que se creen vayan destinados a gente de escasa cualificación, no saldremos verdaderamente del hoyo.
Ni podemos ni debemos competir con los países que tienen su mejor valor en vender la mano de obra más barata que la máquina que la sustituiría. Si nuestro nicho de mercado está ahí, entonces tenemos que reconocer de una buena vez que no podemos permitirnos el nivel de servicios que ofrece nuestro estado del bienestar.
O dicho aún más feo: o aprendemos a hacernos ricos o aprendemos a vivir como pobres. No hay otra.
“o aprendemos a hacernos ricos o aprendemos a vivir como pobres”
Se puede decir más algo pero no más claro. No olvidemos el titular de muchos periódicos de ayer (02/09/2013) – “Los expertos recomiendan tomárselo con calma en la vuelta al trabajo para evitar el stress postvacacional”. Vamos que mejor no trabajemos mucho no sea que nos cansemos. Eso sí, la culpa de la situación es SOLO de otros…