Gracias por la bienvenida y encantado de estar por aquí, peleando a teclazos con esta crisis que, más que nada, me parece un fantasma revenido de las bombillas de 40 W y las escaleras con olor a berzas torturadas de otras épocas.
Estos son tiempos de echar cuentas a todas horas. Y yo creo que una de las cosas que más nos interesan a los que a la fuerza hemos aprendido a echar cuentas de memoria, es seguir la pista al dinero para tratar de averiguar por qué escapa de nosotros.
Porque lo cierto es que poco a poco se ha ido instalando en la sociedad y en el mercado una mecánica que extrae riqueza de los particulares para concentrarla en pocas manos.
Uno de los casos que más me llaman la atención es el de los salarios concebidos como retribución suficiente para el sustento individual y familiar. Otro día, si queréis, hablamos de qué es lo que ha pasado para que antes se pudiese vivir con un sólo sueldo y hoy no llegue siquiera con dos, sobre todo a los hipotecados. Hoy me interesa, porque está en la base de la pirámide, el salario de los jóvenes.
Los salarios que en multitud de casos pagan las empresas a los jóvenes sólo son aceptables si se cuenta con la ayuda de la familia. Hoy en día hay demasiados empleos que se ofrecen en el entendimiento tácito de que quien los desempeña no podrá mantenerse con el salario que percibe, de manera que el empleador recibe el cien por cien del trabajo, pero sólo sufraga el cincuenta o el sesenta por ciento de los gastos vitales de su empleado.
En otros tiempos las empresas buscaban financiación extraordinaria intentando que el Ayuntamiento o la Diputación, por ejemplo, les regalase suelo en un polígono industrial. Ahora lo que podemos ver es a un padre que le dice a su hijo que acepte ese trabajo de quinientos euros, que ya le echará él una mano con la vivienda, o con los garbanzos de fin de mes.
De este modo, si os dais cuenta, lo que tenemos ante nosotros es que las familias subvencionan directamente a las empresas, pagando de su bolsillo una parte de los costes laborales.
Alucinante, ¿no?
A este paso acabaremos envidiando a Kunta Kinte, que por lo menos no tenía que pedirle dinero a su padre a fin de mes después de pagar los recibos y la hipoteca.
Me voy a estrenar en el blog con un flamante comentario a esta nueva entrada. Me parece una reflexión muy lúcida sobre lo que estamos viviendo, y efectivamente, las empresas cuentan con que los padres subvencionemos parte de los gastos que nos supondrá la independencia de nuestros hijos, a cambio de que se vayan de casa. Increíble, ¿no? Toda la vida currando para luego pagar parte del sueldo a la descendencia. Yo tengo una hija de catorce años y siempre le digo que intente independizarse lo antes posible, porque creo que es positivo para ella… Aunque también le digo que si le hace falta, ésta será su casa hasta los ochenta años, por lo menos.
Siga en esa línea, Sr. Ladríllez.
Abrazos
Efectivamente, somos muchos los que sólo podemos llegar a fin de mes con la ayuda de nuestros padres. Pero esta situación que comentas, Sr. Ladríllez, no sólo se da en la empresa privada. Yo tengo un contrato investigación en una universidad pública y trabajo igual que cualquier científico ya doctorado, pero mis condiciones laborales son pésimas, por no hablar del sueldo.
Hola a todos!! Y no sólo hace falta la ayuda de los padres para llegar a fin de mes. Yo llevaba queriendo irme a vivir con mi novia desde hace unos cinco años. Entre su sueldo y el mío sólo nos daba para irnos a vivir a una de las ciudades-residencia del Sur de Madrid. Pensamos Arroyomolinos y luego ha sido Valdemoro, y tardamos tanto en conseguir una vivienda que me planté en los 30 años viviendo con mis padres. Y eso que no soy el típico casero!!
No hace falta ser casero, Triki. Tal y como están las cosas no hay otra opción. Alguno dirá que me alquile un piso y que soy un cómodo viviendo con mis padres, vale. ¿Pero de qué me sirve el esfuerzo de pagar un alquiler si al final el piso nunca será mío? Si ahora que soy joven apenas puedo pagarlo, ¿Qué será de mí cuando sea mayor y cobre cuatro duros de pensión? ¿Me voy a la casa de mis padres con las familias de mis tres hermanos? Hay que esperar tiempos mejores. La crisis aprieta pero no ahoga.
En estas estamos, Rubio. No queda otra que aguantar. Pero muchas veces me pregunto si no podría haber aguantado un poco más en casa de mis padres. Me da miedo que mi piso llegue a valer menos de lo que estoy pagando por mal… En fin, comeduras de cabeza. Tengo mucho tiempo para pensar y agobiarme!!
Totalmente de acuerdo. Como joven, mi única salida ha sido hacerme funcionario, porque en todos lados, con la excusa de la falta de experiencia, te echaban el muerto de un sueldo mísero y unas condiciones precarias.
Por ejemplo, como ha comentado otro, yo cobraba más de paro que lo que me ofrecían neto por trabajar. Por eso me niego en redondo el recorte en esta ayuda (recorte que, por cierto, ya hicieron Filete González y Mr. Anshar).
Felicitar, ya que estoy, a todos los que siguen este magnífico blog y, ya de paso, al Sr. Ladríllez, que siempre habla desde el sentido común.
Los que seguimos en casa de nuestros padres no lo hacemos por gusto ni por comodidad, aunque tengamos que soportar ese sambenito. Con mi sueldo de 800 euros por un trabajo de casi 10 horas al día, pagas extras prorrateadas y las vacaciones en plazos de 15 en 15 días, a ver quién es el guapo o la guapa que se marcha, sea comprando un piso o de alquiler. Es verdad que siempre queda la opción de compartir piso, pero nos vamos haciendo un poco mayores para eso, ¿no?
Un abrazo a todos los mileuristas, “ochocentistas” y similares.
Se está mayor para compartir piso cuando se ganapara independizarse. Mientras no sea así, cualquier solución es buena antes que estar con los padres.
Esa es mi opción personal, pero no juzgo a nadie.
Yo ni loca volvería a compartir piso con mis padres, ni con nadie salvo con una pareja, pero claro, llevo muchos años afrontando todos mis gastos. Jajjaja, en mi caso, y con cuarenta años, creo que tengo derecho a decir que ya soy mayorcita como para volver a casa de mis padres. Para no hacerlo, en esta situación de crisis que a mí, por lo menos, me ha afectado muchísimo- tengo ahora mismo cuatro trabajos, nada menos, para ganar 940 euros. Concuerdo con “peterlove” cuando aboga por ser funcionario. Yo también, y jamás pensé que lo diría, pero con dos carreras realmente me siento frustrada cuando veo que hay gente con educación básica que gana más que yo, y menos mal que no se me ocurrió comprar un piso en épocas de bonanza. Mis padres no podrían subvencionarme, así que igual en vez de cuatro trabajos tendría que tener diez!!
Por otra parte, me parece muy acertado el comentario del señor Ladríllez, cómo puede ser que hayamos llegado a esta situación, de que en otras épocas un sueldo mantuviera a una familia y ahora dos sueldos no lleguen para pagar la hipoteca… ¿será también porque la “manía” española de tener un inmueble en propiedad es algo más o menos reciente? Alguien me comentó que en España se fomentó a partir de los años cuarenta, no antes. Si alguien puede profundizar en ello, encantada de leerlo. Saludos.
Qué tal, Patricia. Pareces la voz que ha escuchado todas mis cuitas. Yo estoy ahora estudiando una segunda carrera y muchas veces me pregunto: ¿tiene sentido tanto esfuerzo? Tengo varios amigos que han acabado siendo funcionarios de una u otra forma, yo he pasado por la Administración como becaria y no me ha gustado nada ese mundo. Vamos, me siento entre la espada y la pared. Me gusta el ritmo de la empresa privada, innovar, cambiar de trabajo… pero tampoco quiero pasarme la vida como un alma en pena llorando por un sueldo decente!!
Lo de Kunta Kinteh me ha parecido exagerado y hasta de mal gusto. Quizá porque el año pasado fui a Gambia de vacaciones y estuve en Jufureh, el supuesto pueblo de Kunta Kinteh, que para los lugareños se ha convertido en una especie de superhéroe que se rebeló a los blancos. Me impresionó mucho ver la esclavería, de donde sólo se salía de dos formas: muerto o con los grilletes rumbo a América. También me impactó que los cazaran a la carrera o prendiendo fuego a sus casas.
La verdad es que según iba leyendo tu artículo me regodeaba más y más en mi precaria situación, pero ahora que pienso en los 50 millones de personas que sufrieron como Kunta Kinteh, me siento casi afortunada de tener una hipoteca. ¡¡Cómo son las cosas!!
Hombre, es cierto que en aquella época la situación estaba aún peor para algunas personas. Por eso no debemos perder de vista que, a día de hoy, con los derechos y libertades que supuestamente se han conseguido a lo largo de los siglos, estamos dando un paso hacia atrás en aspectos como los que se comentan en este post. ¿Por qué antes se vivía con un sueldo y ahora hacen falta por lo menos dos? Estoy deseando saberlo, Sr Ladríllez.
En mi humilde opinión, creo que es por lo siguiente.
Al no trabajar las mujeres, obviamente el número de mano de obra era menor. Si seguimos la ley de la oferta y la demanda, si hay poca oferta de trabajadores, los salarios son altos. Sin embargo, al subir la oferta de trabajadores con la incorporación de la mujer y al bajar la demanda de operarios por los avances tecnológicos en máquinas de producción… los salarios cayeron. De todos modos, hay que tener en cuenta que si se hubieran mantenido los salarios, la inflación hubiera disparado los precios y el nivel adquisitivo sería el mismo. Moraleja: con la ley de la Oferta-Demanda siempre ganan los mismos.
Me temo que algunas veces se ha mitificado el tema de la esclavitud.
No es le tema dle blog, ni siquiere el tema del post de hoy, pero me gustaría saber qué diferencia había, en el siglo XIX, entre un obrero del Norte y un esclavo del Sur.
Por alguna razón había tanto esclavo voluntario en las tropas sureñas durante la guerra civil.
En todo caso, lo que noi es tolerable es esta reducción de sueldos reales. Eso está claro.
No quiero ser demagogo, ni que nadie malinterprete mis palabras, por favor. La esclavitud es un tema muy serio. Los esclavos tenían asegurado un cacho de pan, el obrero iba a buscarlo cada día y con suerte, si el patrono lo elegía podía ser explotado casi como el esclavo. Es otro tipo de esclavitud que me recuerda sospechosamente a nuestro mundo de contratos temporales. Todo está en el aire, y así cualquiera forma una familia.
Pero qué fuerte, ¿os llamáis las dos igual y a ninguna se os ha ocurrido firmar de otra manera? Perdonad, es que tengo un mal día. Tampoco vengo a discutir sino a decir lo siguiente:
Odio que la riqueza se concentre en unas pocas manos. Odio que el sueldo cada vez me dé para menos. Odio haber tenido que pedir una hipoteca para comprarme un piso. Odio que cuatro desalmados se enriquezcan a mi costa. Odio que los padres tengan que ayudar a los hijos hasta el infinito y más allá, a veces con ridículas pensiones. Odio que no nos enseñen a ahorrar y sólo a gastar. Y odio haber derrochado dinero en vez de guardarlo. ¡Menos mal que estáis vosotros y que el gran Vicens Castellanos nos ilumina desde Ajuste de Cuentas!
Yo soy la fan número uno de ajuste de cuentas (por otra parte, me identifico con uno de cada dos casos que pasan por la pantalla). ¿Por qué no hacen más programas donde la economía se trate desde un punto de vista serio? Oyendo las tertulias donde los bustos de siempre opinan sobre la crisis me entra una mala sangre… Algunos parece que no tienen ni hipoteca, ni familiares que las están pagando, ni hijos que las vayan a pagar…
Carol, hablando de Ajuste de Cuentas, seguro que te acordarás de lo que Vicens llama “gastos hormiga”. Un café, los juegos de azar, el parquímetro, etc, parecen pequeñas cantidades pero al final representan un coste significativo para la economía doméstica. Yo creo que marcan la diferencia entre poder ahorrar o no a fin de mes y nos explican por dónde se nos escapa el dinero, además de el por qué se nos escapa, que planteaba Sr. Ladríllez.
Por cierto, mis condolencias a quienes he leído que han perdido su trabajo, a quienes tienen que trabajar por debajo de su banda salarial y su categoría profesional, a quienes tienen que currar en varias cosas a la vez para tener un sueldo digno y a quienes han tenido que abandonar su profesión para no hundirse con ella.
Más que sobre los gastos hormiga, yo me fijé más en los planes de gasto. Parece una tontería, pero dividir el sueldo en pequeños sobres para cada una de las partidas de gasto es algo que jamás se me habría ocurrido. Eso sí, otras cosas me parecieron excesivas. Quién se pasea por un centro comercial con las manos en los bolsillos…. ¡Hay que interactuar un poquito con el mundo que te rodea!
A ver, yo no quiero ser toca… pero a veces pienso que somos algo comodones. Yo acabé la facultad (antes ni se estudiaba, que conste, o estudiaban unos pocos privilegiados) y me contrataron en una biblioteca. Me pagaban poco, es verdad, pero estaba contento y no tenía muchos gastos. Después me contrataron en una empresa, donde trabajaba mucho y seguía cobrando poco. Después me dije que a los jefes les pueden dar por… y me convertí en mi propio jefe, y así llevo diez años, y estoy más feliz que un niño con Charli Rivel.
No nado en la abundancia, pero me da para pagar mis gastos e irme de vacaciones todos los años (y eso también incluye los puentes de tres o cuatro días). Y me da para tener mi mp3, mi Wii, mi casa con terraza (de alquiler), mis cañas de vez en cuando, compro libros, veo películas, etc. Eso sí, no tengo hipoteca, pero no creo que la hipoteca sea la diferencia entre la felicidad y la infelicidad.
Yo creo que es una cuestión de planificación: no nos enseñan en el colegio (ni en casa) a planificar la vida, así que esa asignatura que se mencionaba hace un par de días debería ser algo así como Planificación Vital (que no Familiar).
Herce, no te niego que habrá personas que sean comodonas, como tú dices, pero te aseguro que otras (porque lo he visto muy de cerca) se han estado partiendo la crisma desde el colegio, intentando sacar buenas notas, compaginando la facultad con prácticas y trabajos, diciendo “sí, bwuana” a todo para ver si les contratan o renuevan y, después de algunos años ejerciendo, la crisis (y sobre todo la empresa) les ha mandado al paro y les está costando Dios y ayuda volver a trabajar. Conozco gente que ha caído en depresión, no quiere salir y ha engordado muchos kilos porque la ansiedad que sienten les hace comer.
Ojalá que sigas con esa prosperidad que manifiestas y que parece que te hace feliz, pero me gustaría saber qué ocurriría si, a pesar de no tener hipoteca, de un día para otro te quedaras en el paro y no te saliera nada, nada, nada, nada… No te lo deseo, pero insisto, hay de todo en la viña del Señor y no todos son comodones.
¡Ah! Y la mejor escuela es la vida con unas gotas de consejos paternos y maternos. No obstante, sigo pensando que una asignatura que nos enseñara nociones de economía doméstica y desenvoltura en la vida adulta ¡¡no estaría mal!! Aunque si se estudiara en la adolescencia, que es cuando procede, seguro que la gente pasaba de estudiar, se relajaba en clase y se la tomaba como una “maría”.
La cultura en la que vivimos nos ha metido en la cabeza que para ser felices hemos de pasar por una serie de aros: pareja, casa propia, trabajo por cuenta ajena (o aún mejor, funcionario) y cuando toque, uno o dos hijos. Es como si nos impidieran pensar por nuestra cuenta; y cuando te sales de esa dinámica, te miran como un bicho raro. Cuántas veces escuchas a las parejas que tienen un hijo y se ponen como obligación tener otro más, y si les preguntas por qué te dan respuestas tan rocambolescas como “para que no se quede solo” (???), “para tener la parejita”… y luego no tienen ni para llegar a fin de mes. Con el trabajo pasa lo mismo: si te propones trabajar por cuenta propia, dejando atrás un trabajo fijo donde tenías que fichar una serie de horas por un sueldo mísero (aunque te pasaras la mitad del tiempo sinhacer nada) para organizarte por tu cuenta, parece que estás cometiendo un crimen. Y luego, para no tener nada seguro, porque las empresas te dan la patada cuando menos te lo esperas, aunque tengas un contrato indefinido.
Eso de financiar a las empresas no ocurre sólo en este sangrante caso. También financian a las empresas sus proveedores cuando compran un producto o requieren un servicio y los pagan a sesenta, noventa o más días, así que no me extraña que se recurra a eso, porque si tú no cobras no puedes ni pensar en pagar. ¡Ojalá fuéramos todos como las empresas de comunicaciones o las eléctricas, que cobran puntualmente cada mes!
Yo ya me siento un poco Kunta Kinte. No tengo hipoteca, pero hace poco me quedé sin mi principal trabajo (donde sólo tenía un “compromiso de formación” y no un contrato, por lo que no tengo paro). Desde entonces, trabajo como autónoma. Los pagos por mis trabajos se retrasan cada vez más y aún no he conseguido tener ingresos regulares. Mi único colchón son unos pocos ahorros bastante escasos. Eso sí, tengo la suerte de haber dado con unas buenas personas que me cobran una cantidad razonable por el alquiler.
Aunque la situación de los autónomos en España es complicada, hay una serie de ayudas que no todo el mundo conoce. Si estás en el paro y quieres darte de alta en el régimen general de la seguridad social, puedes solicitar el dinero de la prestación por desempleo en un solo pago (modalidad de pago único), para comenzar un negocio o similar; y lo más interesante, también puedes pedir que te lo den mensualmente para cubrir las cuotas de la seguridad social hasta que se te termine. Además, los tres primeros años el IRPF es sólo del 7% y no del 15%, como es habitual. Y hay profesiones, como la enseñanza o las colaboraciones peridodísticas, que están exentas de IVA. Todo lo cual no quita la inquietante precariedad de los autónomos: sin derecho a paro, hasta hace muy poco sin posibilidad de coger una baja…
Saludos para todos los “desesperados”.
Oye, Desperado… ¿Sabes dónde podría encontrar información sobre lo que estás contando? Me interesa mucho regularizar mi situación, además de sentir que tengo un trabajo de verdad. Me refiero a las exenciones de IVA y a las rebajas del IRPF.
Hay una cosa en lo que dices que me gustaría aclarar, para que no haya confusiones. Lo del IRPF al 7%, aunque se vende como bonificación, no lo es, porque lo que realmente ocurre es que lo que no te retienen ahora, te lo cobran en la declaración anual de la renta: se supone que la bonificación es para facilitar la liquidez en alguien que está empezando, pero realmente no suponen grandes cantidades y sí puede suponer algún susto.
Además, si tú a lo largo del año acumulas, por ejemplo, 5000 euros de retenciones (al 15% habrás facturado 33334 euros, más menos), con la bonificación al 7% esa retención se convierte en 2333 euros.
Si tenemos en cuenta que una declaración de la renta bien hecha y sin demasiadas deducciones de una persona que factura 33000 euros (a lo que hay que descontar gastos y demás hasta hallar la base imponible, recordemos que somos profesionales que declaramos actividades económicas) le puede salir a pagar impuestos por valor de 2600 euros (por ejemplo). Esto quiere decir que deducida la retención de 5000, el Estado te devolvería la diferencia, es decir 2900. Si en cambio, nuestra retención ha sido al 7%, la deducción será de 2333 euros, con lo cual nos tocaría pagar 270 euros de impuestos más en junio.
O sea que, cuidado, que si la alegría se distribuye a lo largo del año porque te han retenido al 7%, la torta puede venir en junio, porque será entonces cuando te toque regularizar la situación de ese 8% que no te han ido cobrando.
Muchas gracias por la aclaración Gestorín!! Anda que… vaya nombre más original! La verdad es que soy un desastre para el tema de Hacienda. Voy a ver si me paso por mi gestoría y, además de hacer la declaración, me pongo un poquito al día, porque mi vida fiscal se compone de mazazo tras mazazo…. Gracias otra vez!
Jajaja, es que vi por ahí a Tartarín de Tarascón y se me pegó la rima… En cuanto a dónde encontrar información sobre el tema, hay algunas asociaciones que en sus webs ofrecen datos interesantes en ese sentido.
En mi caso, la fuente fue la ley (no soy abogado ni nada, sino que la necesidad me hizo aprender), básicamente la ley general tributaria y la del IRPF, más el manual del IVA. Una vez que le coges el tranquillo no es demasiado complicado. Y, eso sí, tener alguien a quien preguntar cuando surgían dudas.
Lo cierto es que, desde la Universidad, te venden la idea a la hora de hacer las prácticas de que todo lo que trabajes gratis o a precio irrisorio durante los primeros años se te verá compensado en el futuro. Estoy de acuerdo en que es necesario un mínimo de experiencia para trabajar, pero se aprovechan de nuestra desesperación. Trabajamos más mientras terminamos la carrera (haciendo una salvaje competencia desleal a nuestros compañeros licenciados) que una vez finalizada. En fin, siempre habrán nuevas promociones a las que sacarles la sangre. Muy acertada la comparación con Kounta Kinte, a mi jefe solo le falta el látigo.
Yo estuve muchos años trabajando gratis o por una cantidad irrisoria como becario. Y sí, es verdad que las distintas empresas por las que pasé se aprovecharon de mi situación, pero también es cierto que aprendí muchísimo y que esos años me han permitido ocupar hoy un buen puesto.
No me arrepiento para nada de ese esfuerzo. Vivía con mis padres y me podía permitir no tener un sueldo e invertir en mi formación. Sin embargo, he observado que ahora los jóvenes no están dispuestos a hacer ese sacrificio. Cuando mi prima va a una entrevista y le dicen lo poco que va a cobrar directamente se levanta da las gracias y se va. Distintas formas de ver la vida.
Estoy de acuerdo contigo en que hay que esforzarse al principio y que eso redundará en tu beneficio en forma de experiencia y formación, pero tampoco es bueno aceptar trabajos por sueldos de vergüenza porque así lo que se consigue es que las profesiones terminen perdiendo todo su valor. Yo soy periodista y me avergüenzo de ver lo que la gente está dispuesta a cobrar por los artículos, sobre todo los colaboradores externos, aunque también los asalariados: hace relativamente poco, una colega en paro me comentaba que le habían ofrecido un trabajo de ocho horas diarias por 600 euros. Y estoy hablando de una persona de más de 30 años y mucha experiencia. ¿Qué ocurrió? Pues que ella dijo que no, pero había veinte personas detrás que estaban dispuestas a decir que sí. ¿Quién va a pagar un sueldo decente, si por cuatro perras pueden contratar a un licenciado con máster e idiomas? Hay que devolver a las profesiones la dignidad que tienen y conseguir que se pague el trabajo en lo que vale, y la única manera es plantando cara al empresario (cuando se pueda, claro).
Creo, Joss, que muchos jóvenes sí están dispuestos a sacrificarse. Te lo digo porque lo veo en mis hermanos pequeños y por mi propio caso, aunque mi esfuerzo finalmente no se vio recompensado.
Yo estudié Psicología e hice un montón de prácticas, en las que me dejé la piel para, como tú dices, ganar en experiencia lo que no me pagaban en sueldo. Al terminar la carrera me contrataron, pero encadenando temporal tras temporal en la misma empresa. Hace pocos meses, con la excusa de la crisis y después de 5 años con ellos me han echado a la calle con la bonita forma de “no renovación” por “reestructuración” de la empresa.
Dime tú qué hago ahora… De mi profesión no encontraba nada, así que, después de superar una depresión y con mucha pena, dolor y esfuerzo, he decidido dejar la psicología y enfocarme como auxiliar administrativo. En esta nueva etapa ya he encontrado dos trabajos: uno temporal primero y otro indefinido. ¡¡Por fin!! Y con la que está cayendo… así que no siempre el esfuerzo es recompensado porque muchas empresas tienen por alma algo más sucio que el asfalto.
Corroboro lo que dices, yo sí tuve suerte y mi esfuerzo se vio recompensado, pero también veo cómo pelean algunos jóvenes por las migajas del mundo laboral. Lo sigo viendo cada año en los becarios que vienen a mi empresa. Tristemente, también veo lo mal que los tratan algunas personas… pero ése ya es otro tema aparte.
Por cierto, no recuerdo a quién se lo leí, pero quien dijo que no conocía malas historias personales por la crisis, ¡ahí va lo que dice John Locke! Oye, ¿no has sacado el nombre Perdidos? ¡Qué gran serie…!
En primer lugar, me gustaría aclarar que yo no tengo de qué quejarme. Yo hice un módulo de informática, podría haber estudiado más, pero quise ponerme a currar cuanto antes y me va bastante bien. Así que… hay que estar al pie del cañón, como dice John Locke, y adaptarse a lo que quiere el mercado laboral. Eso sí, la cosa está fatal y yo también tengo muchos compañeros que las están pasando canutas!!!
Lo más triste no es sólo que se paguen esos sueldos de risa a aquéllos que están empezando; lo peor es que una persona que tiene cuarenta años, experiencia, formación y saber estar, de repente se encuentra en el paro y pierde toda su antigüedad laboral. Cuando encuentra (con mucha suerte) un nuevo trabajo, cobra lo mismo que un novato, y si no, puerta. Así que la calidad del trabajo se resiente; nadie va a dar lo mejor de sí mismo para que la empresa se enriquezca, sin obtener una compensación adecuada.
Me temo, Jasper, que tiienes razón en la primera parte pero no en la segunda, a mi ver.
Es cierto que es de vergüenza el tema, sobre todo con las prejubiilaciones.
Lo que no veo tan claro es que la gente cumpla o no según las condiciones. el que cumple, cumple por un salario, y el que se escaquea, se escaquea en cualquier caso. Es parte dela naturaleza de cada cual.