Abrimos hoy con un gráfico procedente de Foro Económico Mundial en el que se estudia cuales son y han sido las mejores ciudades del Mundo para invertir en inmuebles.
La gracia de este documento no reside tanto en ver dónde se puede ganar dinero, porque los niveles de precios son prohibitivos para la mayoría de los mortales, sino por la información que contiene respecto a otros aspectos económicos, como la rentabilidad de la actividad económica y la evolución de las hipotecas.
En primer lugar, podemos ver que la máxima rentabilidad inmobiliaria se da en las grandes megaciudades de los países desarrollados ¿Nos dice algo eso? Pues lo que ya sabíamos: que la escasez de suelo genera aumento de precios y que el desarrollo de un país es clave a la hora de determinar si vale la pena invertir en ladrillo.
Pero ojo, que aquí está la trama: ambas condiciones tiene que ir juntas, porque si van por separado, resulta que el negocio hipotecario y ladrillero ya no es tan bueno como parecía en un principio
la prueba de esto puede verse en el lugar que ocupan ciudades como Berlín en la gráfica: ¿Por qué Berlín se encuentra siempre en el último puesto o en el penúltimo? Porque a pesar de que Alemania es un país rico y desarrollado, la escasez inmobiliaria no es un problema que allí preocupe a los ciudadanos, y mucho menos en la vieja capital imperial, donde sobran inmuebles por todos lados.
La clave, por tanto, de una buena inversión, está en la escasez.
la clave, por tanto, de una buena inversión, está en que las leyes defiendan a los propietarios en contra de los usuarios, o dicho de otro modo, a la economía financiera que pretende obtener una rentabilidad, frente a la economía real que aspira a conseguir un uso.
Quizás este nuevo enfoque os dé una pista de por dónde van a ir los tiros ahora que el dinero anda desesperado buscando una rentabilidad mínima que devolver a los inversores: subidas de precios donde la escasez se pueda hacer valer, y profundización en las depreciaciones donde la demanda no consiga cubrir las existencias inmobiliarias.
Un paso más hacia la desigualdad, también en le mundo del ladrillo.
Economía dual, me temo.