¿Qué pasaría si el banco que nos ha concedido una hipoteca sospechara que nuestra renta no era la que dijimos, o que nuestro ratio de endeudamiento, debido a compromisos previos, es superior al que habíamos declarado? Pues que seguramente nos vigilarían con mil ojos y que, en cuanto diésemos la primera señal de devolver una letra, se nos echaría encima como lobos para recuperar lo que pudiesen.
Pues eso es lo que el pasa al PIB de España, me temo, y aunque llevo años hablando de ese tema, no está de más hacerlo también en este blog, para que nuestros lectores se enteren de lo que sucede, ahora que un grupo de economistas ha presentado ante Bruselas una denuncia al respecto.
El PIB de España, amigos, es de poco más de un billón de euros al año. Es más o menos el mismo, o algo más, que al comienzo de la crisis. Y eso es justamente lo que no resulta serio. Si se han perdido millones de empleos, si el consumo de cemento, de electricidad, de gasóleo y de varias partidas más sigue muy por debajo de lo que era antes de la crisis, ¿cómo puñetas va a ser nuestro PIB el mismo que antes de la crisis?
¿De veras ha mejorado tanto nuestra eficiencia para producir lo mismo que antes, pero usando mucha menos energía, menos capital, menos mano de obra, menos cemento y menos materias primas? hay dos opciones: o nos hemos vuelto unos puñeteros genios, o lo que cuentan es radicalmente falso.
El cálculo se puede hacer de muchas maneras: pro el uso de los factores productivos, pro la suma total de sueldos y salarios, o por el uso de las transacciones financieras: en todos los casos, resulta que nuestro PIB real es , aproximandamente, entre un 15 y un 20% menor de lo que nuestras autoridades declaran. Y el problema no viene de ahora: empezó nada menos que con Zapatero y nadie se ha atrevido a corregir la falsedad, por la cuenta que le trae.
¿Porque, qué ocurre con un PIB hinchado? Que nuestra deuda, que hoy es el 99,98% del PIB, pasaría, con las cifras reales, a ser más de un 125%, lo que prácticamente nos declararía en bancarrota.
Por lo tanto, lo peor de este dato no es que se haya maquillado incorporando al Producto Interior Bruto la prostitución y el tráfico de drogas: lo peor es que, aun incorporando esas actividades, seguimos teniendo que añadir magia de chistera y conejo para que las cosas cuadren.
Supongo que en la Unión Europea lo saben y hacen la vista gorda, pero lo malo será el día que tengamos que decir NO a algo y nos amenacen con hablar de las cifras verdaderas.
Porque si la verdad hace libres, la mentira hace siervos.
No suena bien, ¿verdad?