Recuerdo a un viejo ferretero que decía, ingenuo él, que mientras el banco no vendiese cazuelas él no prestaría dinero. Luego, cuando una caja de ahorros decidió regalar una batería de cocina por cada cinco mil euros de nuevo saldo y la ferretería se tuvo que quedar con las suyas en el almacén para los restos, montó en cólera, pero tuvo que seguir sin prestar dinero. Y lo mismo le pasó con los platos, las tazas, y hasta algunos juegos de herramientas.
Esa es la historia: primero fueron las sartenes, las vajillas, los edredones y las planchas de vapor. Siguieron el desfile los pequeños electrodomésticos, las consolas de videojuegos, los viajes, los vales por noches de hotel y los ordenadores portátiles. Ahora parece que al fin le toca el turno a los pisos y mucho me temo que acabaremos viendo los escaparates de la banca ofreciendo orgasmos múltiples a sus clientes preferenciales.
La voracidad de la banca no conoce límites y su ausencia de recato, tampoco. Los organismos oficiales a los que supuestamente pagamos para ocuparse de controlar la competencia dan por buena cualquier iniciativa de los bancos desde hace años, haciendo caso omiso de las quejas de competencia desleal que se vienen repitiendo desde distintos sectores.
Ahora los bancos tienen un gran remanente de pisos invendidos y se han lanzado a ofrecer condiciones ventajosas a quienes compren los suyos parda ponerse así con varios cuernos de ventaja sobre los promotores inmobiliarios.
El arsenal de triquiñuelas pasa por ofrecer mejores diferenciales en la hipoteca, comisiones mucho más bajas o inexistentes y hasta tasaciones más altas para poder prestar más dinero y hacer la operación más atractiva. Todo, por supuesto, si usted compra uno de los pisos que le ofrece el banco en vez de uno de los que le vende la promotora. La Ley de defensa de la Libre Competencia les suena a chino.
A primera vista, puede parecer que el ciudadano de a pie saldrá beneficiado, por aquello de la supuesta ganancia de los pescadores en el río revuelto, pero ya que nos juntamos aquí unos cuantos, me gustaría que analizásemos juntos algunos aspectos de la cuestión:
¿Debemos dar por bueno todo lo que aparentemente nos beneficie, sin más consideraciones? ¿somos, por tanto, los ciudadanos los primeros que enseñamos a los poderosos que la ley del embudo está bien vista?
¿Es lícito que el valor de un bien, o su tasación, dependa de quién te lo venda?
Si damos por buena esta clase de maniobras, ¿no acabaremos pagando con creces el supuesto beneficio de esta clase de precedentes?
¿Están realmente los bancos al margen de toda ley, como parece a veces?
¿Las leyes y normas de competencia son sólo para pobres, como tantas y tantas otras?
A mí, con estas cosas, siempre me viene a la cabeza un dicho, y ya sabemos que la sabiduría popular es, a veces, muy certera. “Lo barato sale caro”. Y, quieras o no, cada vez que me encuentro con este dicho en mi cabeza, se debe a una situación que lo corrobora. Así que yo me fiaría del dicho y haría caso a mi instinto.
En estos tiempos de crisis, donde el dinero se mueve más que nunca porque buscamos el más insignificante beneficio, la consigna es no perder ni un solo cliente. Lástima que algunos de los empleados que nos atienden no se hayan enterado todavía, porque mira que son bordes y desagradables algunos.
Tienes toda la razón, JuanCho. El otro día, desayunando en un bar, se sentaron a mi lado varias personas que trabajaban en un banco. Hablaban de un tal Antonio y la necesidad de subirle el tipo de interés, “porque si no se nos va seguro”. Desde luego, no te tratan igual ni te ofrecen lo mismo si tienes 600 ó 600.000 en tu cuenta, eso seguro.
Lo que me parece alucinante es que el beneficio que te dan los bancos depende del nombre, los apellidos y el dinero que tienes en la cuenta. Luego, te vienen a ti, que tienes cuatro duros en la cuenta, contándote milongas sobre créditos, números rojos, una factura que no te debían habar cobrado y te lo presentan como una realidad matemática. Son las leyes del mercado, pero esas leyes son diferentes para cada cliente de la entidad.
En mi opinión, el cliente sí que debe dar por bueno todo lo que le beneficie, independientemente de si es una consecuencia de una competencia desleal entre sectores. ¿Que este sistema nos perjudicará a medio plazo? Pues probablemente, pero si por una vez el ciudadano de a pie puede salir beneficiado de una situación no veo que haya que desaprovecharla por motivos éticos.
No, si estoy contigo, Sacarina, pero no me digas que fastidia que se pasen la ética por el forro. Lo que ocurre en estas cosas es que si tienes ética eres el tonto del pueblo. La ética está muy bien para las disquisiciones filosóficas, para las reflexiones profundas, pero a la hora de la verdad, y sobre todo cuando hablamos de dinero, lo que importa es el beneficio particular y sálvese quien pueda.
El sector bancario no tiene recato ni pudor, pero la mayor parte de los promotores inmobiliarios tampoco pueden ir con la cabeza muy alta si de ética hablamos. Una confrontación directa entre ellos es directamente proporcional al gustirrinín que sentimos quienes tenemos pensado comprarnos un piso próximamente.
Claro que sí. Que se peleen. Pasa como con el fútbol y La Sexta. Sabemos que Mediapro no es un santo y que tratará de sacar beneficios a los derechos del fútbol. Pero mira, gracias a su pelea con Sogecable hemos visto un añito fútbol por la cara. Quitadme lo bailado.
Has tenido un año de fútbol gratis y te alegras de la trifulca entre Sogecable y la Mediapro. ¿Y si ahora Mediapro se hiciera con todo el mercado de los derechos televisivos de fútbol y estableciera que todos los partidos se emitirán de pago? Por un año de beneficios, pierdes muchos en los que tenías uno asegurado. A ver si no pasa lo mismo con los pisos…
A mí no me gusta el fútbol, así que de puta madre. De todos modos, por ley mínimo debe haber 1 partido en abierto.
Lo que tú dices era lo que hacía antes Sogecable, que ponía el partido obligatorio de gratis y todo lo demás de pago.
Otra vez el debate sobre la ética. En un post de hace muy pocos días hablaba el autor sobre el capitalismo y su posible agotamiento, diciendo de manera muy perspicaz que en Occidente debemos luchar para ganar y no dejarnos llevar por la estética del perdedor. Pues de nuevo nos encontramos con lo mismo: ¿debemos aprovecharnos de los beneficios que nos proporciona algo, aunque éticamente no esté bien? Si queremos ser ganadores, por supuesto. Si como parece, el sistema en el que nos movemos es una jungla, es cuestión de comer o ser comido. Así que ya lo sabemos: a por las sartenes, las consolas y los pisos, compañeros. Y lo siento por los comerciantes honrados, de verdad…
Pues creo que aún es pronto para plantearse el debate en esos términos, que son los de la ley de la jungla. Y mientras esa ley no llegue, yo, que me precio de ser una buena persona, trataré de ser bueno con los que me rodean, comeré y dejaré comer y no pisaré para evitar que me pisen (antes de tiempo, al menos).
Dos preguntas interesantes: la que versa sobre las tasaciones, y la de si los bancos están al margen de la ley. Sobre si es lícito o no que el valor de un bien dependa de quien lo venda, pues evidentemente es legal; así que tendremos que aguantarnos con lo que nos quieran ofrecer. Como siempre, los poderes financieros ponen sus leyes, y los demás (políticos, gobiernos y personas de a pie) bailamos al son que nos marcan; la pena es que los ciudadanos no sacamos ningún partido a la situación. Y creo que con esto queda contestada la segunda cuestión; no están al margen de la ley, sino que ellos son los que las dictan, a su gusto. Además, ya se sabe: quien hace la ley…
… se la pasa por el forro.
¿Pagarlo caro? Por supuesto que lo vamos a pagar, y carísimo. Cuando se permite que impunemente se produzcan estas actuaciones por parte de los bancos, y encima los ciudadanos las apoyamos (lógicamente, porque nos benefician), al final tendremos que aguantar las consecuencias: que las entidades financieras se hagan las dueñas de todo el mercado y los comerciantes, promotores, constructores y demás negocios vayan a la quiebra, con el consiguiente aumento de los despidos y el paro. Pero a ver quién es el listo que compra un piso con peores condiciones sólo por altruismo y amor a la humanidad; yo no creo que lo hiciera. Y lo siento.
Yo conocí a la dueña de una inmobiliaria, Flavia, que no quería ir a las subastas de pisos porque decía que allí sólo había buitres. Nunca quiso participar (en realidad porque a sus padres los habían deshauciado, supongo que era un trauma), mientras que otras se pegaban por acudir y por hacerse con parte del pastel. No se ha hecho rica esta señora, pero sigue viviendo de su inmobiliaria, que tiene años en el mercado, mientras que muchos otros han tenido que cerrar. Moraleja… La ética a veces funciona, pero pocas.
Por mi trabajo he tenido la oportunidad recientemente de hablar con señor que tiene una inmobiliaria desde hace muchos años, como el caso de la señora de la que habla Francisco. Se quejaba de que esta situación se veía venir, que ha tenido que hacer muchos recortes en su empresa, pero que el desafío sigue siendo el mismo que antes: el de encontrar soluciones para la parte de la población que no puede permitirse la compra de una vivienda.
Me temo que hay algo que nadie ha observado:
Que si quieres un piso en un lugar donde el banco no tiene nada, entonces pagas por todos.
Los bancos venden los suyos, y los suyos, están donde están. ¿O son intercambiables los pisos como los calcetines?
Saludos
Sobre si es lícito que el valor de un bien dependa de aquel que te lo vende, pues claro que sí, porque hemos dicho y redicho que ésta es un sistema de libre mercado, y todo el que quiera puede vender todo aquello que posea, al precio que le dé la gana, siempre que se lo paguen.
Me refería a la tasación pericial, solamente.
Gracias
Bueno, hoy pueden decirte que tu piso vale 100 y mañana pactar con las empresas constructoras que a partir de ese momento valgan 10. Las normas hay que pactarlas antes de jugar. Lo que no podemos hacer es aplaudir cuando nos beneficie y llorar cuando nos perjudique.
Sobre si es competencia desleal: competencia lo será para los comerciantes y distribuidores, que son los que se pierden la parte del pastel, aunque realmente no sé si será desleal. En cambio, los productores de sartenes o consolas estarán encantados, porque venden –a buen precio– un excedente que probablemente no podrían colocar de otra manera. La pregunta es si el excedente que colocan los bancos realmente se vendería por los caminos tradicionales. Supongo que depende del producto.
Pues yo seré un inocentón como ya he dicho en otras ocasiones. No veo ningún gato encerrado. Simplemente tienen que deshacerse de un buen número de pisos y compite con las inmobiliarias ofreciendo mejores condiciones. A menos demanda y mayor oferta, menor precio.
Estoy contigo, Germán. Nos han dado muchos palos en está vida para que no nos fiemos, pero tampoco hay que tener manía persecutoria. Prefiero que tengan competencia desleal entre ellos a que hagan un oligopolio como las petroleras y acabemos pagándolo nosotros.
Luego nos quejamos del egoísmo del Capitalismo… Hay gente humilde que se ve perjudicada por este tipo de actuaciones, no sólo los de las inmobiliarias. Es lo único que le faltaba a los bancos para ser el verdadero tirano del siglo XXI, controlar todos los mercados habidos y por haber. Bastante que nos controlan con las hipotecas como acabar teniendo que comprarles hasta el pan.
Tampoco exageremos, Rubio. No creo que llegue el momento en que los bancos se conviertan en una especie de hipermercados. ¿Qué cada vez tienen mas presencia en todos los sectores? Es cierto, compran acciones de muchas multinacionales. Pero mira como les ha salido la jugada de meterse en el “ladrillo”.
Perdona mi exageración. Es que mi odio a los bancos me ciega :). Ya sé que no se van a convertir en hipermercados. Al fin y al cabo, suelen ser promociones temporales. Y como bien ha dicho Ladríllez, te dan el producto que ellos quieren. A los latinos nos gusta mucho toquitear los productos, elegirlos y cambiarlos. Forma parte de nuestra cultura mediterránea.
Los bancos, como todo hijo de vecino, continuamente intentan sobrevivir bordeando la ley, aprovechando los vacíos legales y soslayando la ética, al tiempo que se calzan el disfraz de socialmente responsables.
El problema es que como comercian con dinero nos parece peor que si lo hiciera el ferretero o el chapista. Cuando nos tocan la salud, el dinero y el trabajo saltamos en seguida.
¿La ley del embudo? ¡Se aplica siempre!
Tienes toda la razón, Julita, lo has dicho con pocas palabras y de una forma muy certera. Bordean la ley y pasan por la orilla de la ética, pero no vemos lo similares que son a otros muchos profesionales que nos toman el pelo y nos dejan tan sorprendidos que tardamos días, o meses, en darnos cuenta de que nos han timado.
Mucha jeta tienen los bancos, pero que le roben clientela a los “pobrecitos” promotores inmobiliarios, no me da ninguna pero que ninguna pena. Son tal para cual.
Totalmente de acuerdo. Aquí asistimos a la lucha de dos oligopolios, de dos monopolios disfrazados de libre mercado.
Cada uno quiere arrimar la sardina a su ascua. Ya veremos qué pasa.
Parece mentira que nos llevemos las manos a la cabeza porque se fomente la competencia, porque esa es la única manera de que los ciudadanos podamos beneficiarnos de algo.
Tal vez ahora los promotores ajusten los precios y empecemos realmente a ver bajadas del precio de la vivienda (y no las miserias que hemos visto hasta ahora).
Bueno, no sé yo si calificar de “miserias” una bajada de casi un 30% en algunos casos. Lo que pasa es que los precios estaban tan disparatadamente altos que a pesar de una bajada de estas características el precio sigue siendo inalcanzable para el común de los mortales.
Por curiosidad, me entretengo algunas veces a investigar cómo han bajado los precios de los pisos. Vivo en Madrid y desde algunos años vengo observando la evolución de los precios y me llama mucho la atención algunas ofertas, porque la rebaja no la veo por ninguna parte. Hay que tener mucho cuidado con los supuestos chollos de época de crisis.
Por esa regla de tres, también seríamos competencia desleal todos los propietarios particulares de pisos que queremos venderlos. Ya, ya sé que el producto y el cliente no son los mismos, pero sí lo son los de los bancos y los particulares: pisos de segunda mano. En ese sentido, a quien harían competencia desleal los bancos sería a los particulares.
En todo caso, lo de la competencia desleal es un concepto bien maleable, en mi opinión, que podría pecar de cierto proteccionismo: impedir ciertas operaciones (que fastidian a los promotores) es proteger un mercado, y esa protección sí que está mal vista por los reguladores.
Hoy dicen los medios que la venta de pisos ha bajado un nosecuántos por ciento. Uno de los testimonios decía que por muchas garantías que pusieran (piso hipotecado, nóminas propias, nómina de un progenitor…), no había manera de que el banco concediera el crédito.
También se decía que hay personas que sólo por el hecho de pertenecer a determinados colectivos ven negado el crédito: inmigrantes y jóvenes solteros. Esto me recuerda cuando apareció el sida (y es sólo una comparación gráfica): de repente todos los hemofílicos, homosexuales y drogadictos vieron firmada su sentencia.
¿Va a ser ésta la actitud de los bancos siempre?
Desde luego, Otro Luis, yo no niego que se esté denegando la financiación más que nunca, pero es que tampoco es de recibo que te aparezcan dos clientes, como a mí hoy, por más funcionarios que sean, que pretendan comprar un segundo inmueble teniendo una hipoteca sobre la primera casa, el coche, la boda, los muebles y hasta sobre ellos mismos si me apuras. Por más que vayan a ganar un sueldo para toda la vida lo que no puede ser es pretender vivir por encima de sus posibilidades. Y de esto hay mucho, desgraciadamente.
Pero ése es un caso especial –y raro– dentro del conjunto. Lo que importa no es que se le niegue el crédito a alguien como ellos, sino que los que realmente lo merecen y pueden asumirlo no están recibiendo la confianza de los bancos. Porque se trata de una cuestión de confianza, y está visto que en estos tiempos los bancos no confían en nadie.
Os voy a pedir una cosa. ¿Queréis hacerme el favor usar vuestras tarjetas de crédito? ¿Podríais sacar unos cuantos euros más del cajero? ¿Me haréis el favor de mover vuestro dinero un poco más de lo que lo movéis?
Os pido esto porque parece que ya se ha aclarado por qué los bancos y cajas han aumentado el coste de sus comisiones: para compensar el dinero que han dejado de ganar por el descenso del uso de tarjetas y cajeros.
Y más que va a bajar, como sigan así.
Yo estaba hasta las narices de las comisiones por todo. Tanto es así que hace dos meses llegué a la determinación de no tener mi dinero en un banco o caja que me cobre por algo. Y me pienso mantener firme en mi postura, aunque me cueste tener que ir cambiando el dinero cada tres meses de entidad bancaria. Ya está bien de abusos y de que se queden con MI dinero, que es poco, pero es mío.
Ayer hablaba de esto con mi pareja, y me contó algo flipante. Resulta que en BBVA van a empezar a cobrar comisiones por retirar dinero en ventanilla. Es decir, si usas la tarjeta te cobran comisión; si usas el cajero, te cobran comisión, y si sacas dinero en ventanilla, te cobran comisión.
Lo que concluimos mi pareja y yo es que vamos a meter el dinero en un calcetín, o bajo una baldosa, como antes.
Jajaja, Herce, vale, mételo en el calcetín o en el colchón, como hacía mi abuela -yo también estoy por planteármelo- pero piensa en que habrá que gastar dinero en alarmas y sistemas de seguridad, que los cacos sí que brotan como amapolas cuando hay crisis. Saludos.
Como siempre ocurre, aquí también hay quien se beneficia de este marketing salvaje.
Hace poco me entrevistaron en una empresa que precisamente se dedica a importar desde 30 países distintos coleccionables y otros productos de este tipo.
Es decir, sea o no competencia desleal, que no me lo parece, por un puesto que quitara favorecía la creación de otro con empresas como ésa.
Si los bancos hacen competencia desleal por ofrecer este tipo de productos entonces la prensa también lo hace.
Una vez tuve un jefe que, con toda la sorna de la que fue capaz, dijo que los periódicos terminarían regalando preservativos para aumentar las ventas.
Diarios y revistas están sacando continuamente promociones para incrementar la tirada y las ventas. No es más que puro marketing y más antiguo que la tos.
Hace poco ha salido la noticia además que se acabaron las vajillas, los relojes y el resto de artefactos (hay que reconocer que algunos de ellos muy poco útiles, la verdad) para intentar convencer a los clientes de que sigan invirtiendo en los bancos. La última novedad es que los bancos te regalan dinero directamente.http://www.elmundo.es/mundodinero/2009/06/04/economia/1244128961.html
Es para troncharse de risa la cantidad de chorradas que han llegado a regalar los bancos con sus sistemas de fidelidad y de puntos. Paso a enumerar las lindezas con las que me obsequia mi banco por tener dinero en la cuenta desde hace más de quince años: una estación meteorológica casera, un reloj, una batidora, un albornoz, un juego de toallas…
La reflexión de este artículo me parece muy acertada. Yo creo que se darán las dos situaciones. Por un lado, habrá empresas que de esta manera consigan deshacerse de los excedentes de producción y en otras ocasiones los bancos lo mandarán hacer todo de encargo.