Con el verano, además de los apretones de la hipoteca llegan a veces pequeños compromisos o impulsos, de esos que antes se llamaban caprichos, y no siempre hemos reunido la fuerza de voluntad suficiente para evitarlos.
¿Mala cabeza? Es posible. ¿Malla planificación? Seguramente. O quizás uno de esos deslices de los que en estas fechas hablan los periódicos, incluso los más serios, cuando dice que hasta un 83 % de la población aceptaría un romance de verano.
El caso es que al final todo se convierte en dinero. El dinero es el que marca la diferencia entre quedarse en casa, repasando la lista del teléfono en busca de alguien a quien llamar o poder irse de vacaciones a alguna parte. El dinero marca sobre todo la diferencia entre poder coger el teléfono a los que llaman o tener que hacer cuentas a ver si es posible salir o habrá que inventar algún pretexto para evitar ese plan que nos apetece pero nos conduciría directamente a la bancarrota.
Para este tipo de casos, sobre todo, se inventaron las empresas de créditos rápido, y aunque algunos las critiquen por los tipos de interés que aplican o las condiciones de sus préstamos, el caso es que en cierto modo son como los fontaneros o los cerrajero que atienden 24 horas: rápidos, sencillos y muy caros, con todo lo que eso implica.
Y es normal: planificar, pensar las cosas, actuar en consecuencia, dominar los propios impulsos y saber decir que sí cuando conviene y que no cuando es debido son cosas que, nos jorobe o no, escapan del alcance de todo el mundo.
Así que por simple higiene social, es normal que quienes no son capaces de pagar esas virtudes, terminen pagando el pato. Y quienes consiguen mantener una vida ordenada disfruten de las ventajas, que las hay, de ese orden. Lo malo sería lo contrario. Lo malo es lo que tan a menudo vemos: que da lo mismo ahorrar que no. Que da lo mismo estudiar que no. Que da lo mismo esforzarse que no, porque le trabajo bueno es para el hijo del de siempre y a ti te queda sólo la purrela, lo que de todos modos habrías obtenido saliendo de copas y sacando un cinco y medio.
La hipoteca, de momento, como siempre. Cuando suban los tipos, ya veremos…
Cierto lo que dices.
Preveo que para cuando suban los tipos de interés y afecten a las hipotecas tienes ya preparados varios artículos en la chistera.
Feliz verano.
Espero que se me pongan rancios…
🙂