Hoy es sábado, no tengo otra cosa que hacer y me gusta hablar con vosotros, así que permitidme que me explaye un poco comentando un curioso asunto que quedó pendiente esta semana.
Ya que alguien lo preguntó, he buscado el dato de lo que costaba un esclavo y, según el economista americano Paul Ormerod, un esclavo sano de entre veinte y treinta años valía en su momento en el mercado de Nueva Orleans el equivalente a 190.000 dólares de hoy, una vez aplicadas las tablas de actualización monetaria. En Roma, el precio de un esclavo era de promedio unos mil quinientos denarios, precio que subió a lo largo del siglo II a. C. hasta alcanzar los veinticuatro mil sestercios. Este dato lo cita Catón, por si a alguien le interesa.
Teniendo en cuenta que se da como válido que un denario viene equivaliendo a unos 80 € de hoy, un esclavo costaba en Roma alrededor de los 120.000 € de nuestros días. Como comprenderéis, estos datos no son muy científicos porque no hay modo de actualizar la moneda de entonces, pero se basan en el precio de cosas como el pan, el vino, o el jornal diario por trabajar en una viña.
En cualquier caso, aunque sepamos que las cifras son necesariamente inexactas, sí que sirven para que nos hagamos una idea de que el que tenía un esclavo procuraba cuidarlo mucho más que el que tenía un jornalero. Dicen que en esta diferencia, y no en causas éticas, está la verdadera clave de la guerra civil norteamericana, pues el Norte ardía en deseos de prohibir la esclavitud para poder abaratar la mano de obra de su industria, ya que pagaba mucho menos en salario a sus obreros de lo que los patrones del Sur daban en especie a sus esclavos. Hay un dato objetivo, de todos modos: los esclavos del Sur vivían, de media, nueve años más que los trabajadores libres del Norte.
En cualquier caso, no hace falta irse tan lejos para darse cuenta de que la gente trata mucho mejor su propio coche que los coches de alquiler, aunque pague por ambos.
Mejor no sigo por este camino, no vaya a ser que alguno piense en venderse para pagar la hipoteca y se encuentre con la decepción de que nadie quiera comprarlo a estos precios.
¿Te venderías por 150.000 €?, ¿hay alguien a quien comprarías por ese precio?
Tomémonos el mal tiempo con buen humor, por favor.
La foto del post es tronchante y creo que representa muy bien como estamos la mayoría de los hipotecados. Somos unos esclavos de las hipotecas, del banco y de la madre que los parió a todos.
Soy un esclavo de mi trabajo. Cuantas más horas curro, más cosas tengo que comprar para aligerar la carga que supone haberse convertido en una una piececita dentro del engranaje capitalista. Más dinero ganas, más cosas necesitas… Coche, casa, moda, peluquería, moto, vacaciones, viajes… Ojalá viviéramos más pendientes de lo fundamental y menos de lo superficial.
No entiendo eso de “cuantas más horas curro más cosas tengo que comprar”… Será que “en más cosas sientes que tienes que tienes que gastar”, y gastas. Yo ahora mismo estoy haciendo equilibrios para poder llegar a fin de mes, y encima estoy contando como ingreso la devolución de la renta, que no sé por qué este año se está retrasando y me va a fastidiar el cash.
Si no me pagan antes de fin de mes no voy a poder hacer frente a las facturas, y te juro que éstas no son de coche, casa, moda, peluquería… Son del piso, la luz, el internet, la cesta de la compra, etc., etc., es decir, cosas esenciales.
A mí la foto no me parece tronchante para nada. No sé cómo te puede hacer gracia la imagen de una persona encadenada pidiendo algo parecido a la clemencia, sufriendo por su libertad y por su vida.
Entiendo que está muy escogida para el post y, de hecho, pienso que todos somos esclavos del banco y de este estilo de vida capitalista. Pero, insisto, una cosa es que esté bien elegida la foto y otra muy distinta que te haga gracia una situación que lamentablemente ha sido real.
A mí tampoco me hace gracia la foto, ni el comentario. Es adecuada, pero creo que deberíamos ser un poco más serios y cuidadosos en los comentarios que hacemos, pues creo que muchos de nuestros lectores pueden sentirse heridos por unas palabras poco pensadas.
Amigos la foto es una estatua en honor a BENKOS BIOJO un lider de la liberacion de los esclavos, la cual esta en SAN BASILIO DE PALENQUE un hermoso lugar en COLOMBIA
¿Quieres saber cuánto vale un esclavo? Pues vale exactamente 18 euros, que es el sueldo mensual que me estuvo pagando a mí la empresa de publicidad donde comencé a trabajar de becario, cuando tenía 19 años. “Para el bonobús”, me decían con guasa a fin de mes. Menos mal que no me hacían servir los cafés…
Ahí le has dado, Pinto. La diferencia entre ser esclavo en la Roma clásica o en los Estados Unidos preguerra civil es que, de un modo u otro (dando por buenos los datos de Ladríllez), los dueños invertían un dinero en “hacerse con los servicios” del pringao de turno. Ese dinero lo rentabilizaban con su trabajo y para ello necesitaban aumentar la inversión, año a año, para el mantenimiento del esclavo.
Ahora, la cuestión es que seguimos siendo esclavos, pero nadie ha invertido ni un euro en nosotros y encima el mantenimiento corre de nuestra cuenta o, cuando menos, el esclavista invierte una ínfima parte (el sueldo) de lo que a nosotros mismos nos cuesta mantenernos.
Gráficamente resuelto, la inversión (A) más el mantenimiento (B) daban lugar a la rentabilidad (C) en la Roma clásica:
A + B = C
Ahora es lo mismo pero eliminando la (A) y una, por ser bueno, tercera parte de B, pero C sigue siendo igual:
2/3 B = C
En primer lugar, permitidme una nota acorde con el buen humor. Este tiempo me encanta y me fascina, adoro la lluvia, el olor a mojado, el frescor después de un baño de asfalto abrasador. A partir de ahí, quería reseñar que nunca pensé que un esclavo pudiera costar tanto.
A mí lo que me hace pensar el autor es que, pese a mis problemas económicos, soy una afortunada. Cada vez que me he sentido explotada en un trabajo me he ido de la empresa. He cambiado mucho de trabajo, pero mi intención es seguir buscando siempre algo mejor hasta que lo que encuentre me satisfaga. No he querido hipotecarme y no tengo nada mío, pero no me siento atada a nada, salvo a mi gato.
Pinto dice que cuando era becario cobraba 18 euros y a eso le llama ser esclavo. Cuando yo era jovencita trabajé como becaria en una empresa por treinta mil pesetas, pero yo no lo consideré esclavitud, estaba agradecida por estar allí y aún hoy agradezco todo lo que aprendí. Fue una etapa en la que trabajé más que nadie, pero ese aprendizaje me enseñó todo lo que sé hoy en día de mi profesión. Todo depende del punto de vista cómo se mire. De todas maneras, Pinto, te puedo entender, a mí me apasionaba el trabajo y les gustaba enseñarme y a mí aprender. No tuvo porqué ocurrirte lo mismo. Saludos.
Sois las dos caras de la misma moneda: el becario explotado que hace un trabajo sin aprender nada y cobrando una porquería, y el becario que cobra otra porquería pero que aprende. Este último es lo que en otros países llaman “training”.
El problema es el de siempre: el que oferta el puesto de becario y cumple con las condiciones expuestas por Patricia, es bueno para el sistema. Pero el que, como en el caso de Pinto, oferta el puesto de becario para ahorrarse un sueldo sin que el becario aprenda nada, es malo para todos.
Pues para mí, y continuando con el tema de las becas, la diferencia entre ser o no un esclavo no es el sueldo que te paguen, sino cómo te hagan sentir. He sido becaria en varias empresas, y en unas mis jefes directos y compañeros me trataban con un profesional más, independientemente de lo que la empresa me pagara a final de mes, mientras que en otras la gente que estaba alrededor no se molestó ni en aprenderse mi nombre. Para ellos era la chica que les hacía el trabajo sucio que ellos no querían realizar, y eso sí que te hace sentirte como una esclava, mucho más que un mísero sueldo.
Por supuesto que somos afortunados, al menos mientras las cosas sigan medio mal: a pesar de los problemas económicos, la mayoría seguimos teniendo techo, televisión, comida para comer y ropa para vestir, que son lo único esencial (menos la televisión). Lo demás es superfluo, y podemos prescindir de ello mientras las cosas vayan mal dadas.
El problema es que muchas veces queremos mantener el estatus, a pesar de las circunstancias, y no somos capaces de renunciar a aquellos placeres que nos da el dinero, y nos endeudamos para mantenerlo, y luego llega la tarjeta de crédito cargadita de gastos…
Es verdad que los becarios podrían considerarse los esclavos laborales de hoy en día, aunque no los únicos. Gran parte de las personas que trabajamos, en mayor o menor medida, estamos atadas a un empleo para sobrevivir. De todas maneras, no recibimos latigazos ni corremos peligro de muerte por ello. Eso sí,los trabajadores han ganado derechos con los siglos y ahora los estamos perdiendo, ergo algo sigue fallando en el sistema.
Por cierto, sorprendente el cálculo de cuánto costaría hoy en día un esclavo. Enhorabuena por un artículo tan interesante.
Estás describiendo, lo sepas o no, a los siervos de la gleba de la Edad Media.
Y luego diremos…
Me pongo del lado de Patricia y rizo un poquito más el rizo. En mi situación, aspiro a lo que muchos podrían considerar esclavitud y que, en todo caso, considero pequeño coarto de la libertad. En pocas palabras, si alguien tiene por ahí un trabajo, que me llame. (6xx xxx xxx).
Mi primera beca fue para mí toda una oportunidad. Recuerdo esta etapa con cariño, profeso una admiración desmedida por los que fueron mis jefes y aprendí cada día 100 cosas nuevas. El recuerdo de mi segunda beca fue de ser profundamente despreciada. No valoraron ni mi trabajo ni mis conocimientos. Tampoco mis ideas o mi entusiasmo. Trabajé más que mis jefes, nunca tuve una palabra de agradecimiento.
Y yo conozco a muchos y muchas que son esclavos de la moda. Porque, siguiendo con la línea jocosa, ¿cómo se puede andar con esos zapatos de plataforma y tacón de aguja de 12 centímetros? ¿O cómo se pueden llevar esos pantalones caídos, que están justamente en ese finísimo margen entre mantenerse en su sitio y caerse hasta las rodillas?
Yo creo que no sólo somos esclavos de la hipoteca o la moda, también lo somos de nuestro propio estilo de vida y de las cosas a las que voluntariamente queremos encadenarnos. Recuerdo un programa de Ajuste de cuentas en el que una mujer lloraba porque no podía comprarse un bolso de 450€. Lamentable, ¿verdad? ¿Acaso es necesario tal lujo para la superviviencia?
También recuerdo otra que lo pasaba mal pintándose las uñas ella misma en lugar de ir a que le hicieran la manicura. Seamos serios y aprendamos a distinguir qué necesitamos realmente y qué nos autoimponemos echando luego la culpa al sistema.
Un saludo.
Lo que pasa es que ese tipo de programas muestran una clase de sociedad despreciable, en la que al lujo se le da más valor que el puramente económico. Lo que no sé es cómo en esos programas se permiten mostrar como ejemplo de sociedad a señoras que exhiben esos “problemas”, por llamarlos así. Su verdadero problema no es el económico, sino el social.
Tendrían que contar las verdaderas complicaciones de la gente de la calle.
También cuentan los problemas de lo que tú llamas gente de la calle. Mujeres como esas dos hay muchas, más de las que nos gustaría a hombres como yo. Si hubieras visto todos los programas, sabrías que también sacan casos de personas que ni se hacen la manicura ni compran bolsos de 450€ cuando no pueden permitírselo.
Hay de todo y uno de los méritos de ese programa es que la casuística varía de uno a otro. Tan pronto ves una familia tipo los Brady como dos adolescentes que acaban de ser padres o un hombre de edad media al que le encanta vivir endeudado. Hace un buen dibujo de la sociedad, simplemente yo comentaba dos de los casos que más me llamaron la atención en este sentido.
Vuelve dentro de poco, te recomiendo que lo veas 🙂
Un saludo.
Las necesidades nos las creamos nosotros mismos con las influencias de nuestro entorno. Si pertenecemos a la clase media, necesitaremos los artículos propios de dicha clase; si somos de clase más alta, lo mismo. Lo malo es cuando queremos ser ricos sin el dinero necesario, y nuestros gustos son de ricos pero no nuestro presupuesto. Tendemos a gastar sin medida y exprimir la tarjeta de crédito, hasta que al final la cosa explota y la sinvergüenza de la que hablas llora por no poder comprarse un bolso de ese precio desorbitado. Me recuerda a lo que ocurría hace unos años, cuando en plena bonanza económica la gente pedía créditos para irse de viaje o para hacerse operaciones de cirugía estética (por cierto, creo que los bancos han cerrado el grifo en este campo).
Yo he escuchado que hace tiempo algunas personas pedían las hipotecas con un 130% sobre el valor del piso, con la excusa de poder amueblarlo aprovechando la bonanza económica y que los bancos daban sin casi límite. Con ese dinero al final lo que hacían era irse al Caribe de vacaciones o comprarse un coche, sin saber que lo pagarían con creces.
Luego subió el Euríbor y lo que al principio eran 80 euros más al mes luego se convirtió en 200 o 300. La gente empezó a culpar a los bancos y al sistema y se echaban las manos a la cabeza. Pero yo digo: ¿es culpa del banco o del irresponsable que se mete donde no puede?
Tal vez alguien se dé por aludido y se enfade, no es mi intención, es que creo que ésta ha sido la realidad hasta el comienzo de la crisis.
Te doy la razón, Gonzalo, lo que dices también lo he leído más de una vez por aquí, y es que hubo mucha gente que no fue previsora, que no tuvo un plan “b” por lo que pudiera ocurrir. Tendríamos que analizar la sociedad de hoy en día, desde un punto de vista sociológico, para entender el porqué de esa forma de vivir al día, pero sin entrar en detalles lo cierto es que es lo que prevalece, y así nos va, o les va a mucha gente. No me incluyo. Saludos.
Me parece carísimo que un esclavo valga 150000 euros. Avisadme cuando esten de rebajas 🙂
La esclavitud, en su tiempo, era un factor más del sistema económico. Era aceptable y no suponía ningún tipo de problema de conciencia porque estaba perfectamente clara la diferencia entre el dueño y el esclavo: el dueño era quien tenía poder económico para poseer esclavos.
En nuestros tiempos hemos conseguido superar esas consideraciones, pero no hemos conseguido (entre comillas) superar el factor positivo que tenía el esclavismo: cuando el esclavo dejaba de servir, se eliminaba y a por otro.
Ahora, los esclavos nos jubilamos y el estado debe mantenernos. Es así, y el resultado, por suerte, es mejor para el sistema social y peor para el económico.
¿Que si me vendería por 150.000 euros? Mi dignidad me dice que no, pero que me lo vuelvan a preguntar justo momentos antes de ver cómo mi cuenta bancaria baja considerablemente como consecuencia de mi hipoteca, que a lo mejor me tragaba mi dignidad, je, je. Eso sí, me encanta imaginarme a quién podría comprar por 150.000 euros para hacerme de esclavito si yo fuera ricachón. Con una semanita me conformaba, oye.
Pues yo creo que no me vendería por 150.000 euros, pero hay que verse en la necesidad. Por lo pronto, el otro día tuve que aceptar un trabajo que no me gustaba nada de nada -porque el empresario no sabía lo que quería y así lo demostró al final-, pero es que no tenía otra opción. Necesitaba el dinero. Nunca me había ocurrido, cierto que tenía la opción de no tener dinero, pero para mí no era una opción válida. Todo esto me recuerda que, con hipoteca o sin ella, somos afortunados si no tenemos que vendernos.
Yo supongo que el precio de los esclavos era así de alto, no sólo por el trabajo que suponía iban a realizar, sino porque en realidad lo que se compraba era una vida humana de la que el dueño podía disponer libremente, lo que seguramente (para la mayoría de los compradores) era lo que le daba tanto atractivo a la transacción, y lo que hacía que mereciera la pena el gasto. Ahora mismo, el que nos esclaviza vuelve a ser prácticamente el dueño de nuestra vida: en sus manos está nuestra hipoteca, nuestros viajes de vacaciones, la universidad de nuestros hijos…
Al final va a parecer que ser esclavo es lo mejor. Está claro que nuestra situación laboral nos priva de muchas libertades. Pero, ¿cuándo ha podido vivir el hombre sin parar de trabajar? (los ricos no cuentan). Los únicos han sido los indígenas que cazaban lo justo para comer y no se preocupaban de mucho más porque no estaban mercantilizados. Por los esclavos se pagaría mucho dinero, pero los pobres no veían ni un duro. En cambio, ahora nadie te obliga a trabajar tanto.
Te obligas tú mismo para mantener una serie de comodidades. Tienes razón. No hace falta comprarse un piso en propiedad, un coche e ir a la última en moda. Hay otros modelos de vida donde se puede vivir trabajando y ganando lo justo. ¿Difíciles de elegir? Claro. Pero puedes elegirlos. Luego no te puedes comparar a un esclavo. Por cierto, enhorabuena al autor. Me ha encantado esa comparación con Roma y EEUU postcolonial. Me parece un artículo muy interesante.
Estoy de acuerdo contigo, Ximo. En el fondo una persona hoy en día es “esclava” porque quiere. Hay muchos modelos de vida y no todos contemplan una hipoteca. Fijaros, sin ir más lejos, en las mujeres que no trabajan, aún hoy en día, y que dejan el peso de la hipoteca, en todo caso, a sus cónyuges. Aún existen mujeres así en la actualidad… ejem, un caso claro es mi cuñada. Lo cierto es que ella, y como ella muchas otras mujeres, no viven agobiadas por la hipoteca, en todo caso se agobiarían si sus maridos no trabajaran y no pudieran permitirse ciertos lujos. Otras personas, como una pareja amiga mía, tienen la suerte de tener un buen trabajo y ganar dinero pero no invierten en una hipoteca, viven al día, de alquiler, y llevan una vida de bastante lujo. Como dice alguien por ahí, normalmente somos esclavos de nuestra clase social y seguimos como un rebaño lo que hemos visto y asimilado. Salirse de ahí también nos da otras opciones porque al fin y al cabo, y afortunadamente, somos libres para elegir.
Tampoco sabía que un esclavo costase tanto, yo pensaba que valían cuatro perras, que los trataban fatal y que casi cualquier persona podía permitirse uno. Tiene sentido que los cuidaran si eran tan caros y que los valoraran más allá de simple trabajadores, puesto que eran una propiedad.
No me vendería por nada del mundo. Mi fuerza bruta está exclusivamente en alquiler y porque necesito trabajar para vivir. ¡A buenas horas estaba yo picando teclas en un ordenador si fuera una rica heredera!
Creo que los esclavos vivían nueve años más que los trabajadores porque eran personas fortísimas que habían sobrevivido a una cacería, maltratos, transportes infernales, vejaciones, falta de comida y agua y alejamiento perpetuo de su tierra y su familia.
Los negros o mulatos de América son increíblemente fuertes en general. Estoy pensando en los garífunas del Caribe, que en cuanto levantan dos veces una par de bolsas ya están cuadrados. Normal que vivieran más, es lo que Darwin llamaría selección natural.
Una vez leí (creo que fue en un libro de Historia, pero no lo recuerdo) que los esclavos de América del Norte vivían menos que los de América del Sur, porque las condiciones, el nivel de vida y el trabajo eran peores en aquella zona. Para todo hay clases.
Jajajaja, bueno, Albaceteño, al leerte se me ocurre que hasta en “esclavos” hay clases. No creo que cobre lo mismo un jornalero en Sudáfrica que en España. ¿Son esclavos? Son esclavos de su trabajo, y más si están hipotecados porque han contraído una deuda que hay que abonar. Si nos ponemos filosóficos, esclavos, pienso, somos todos: De la hipoteca, del alquiler, de la mujer o el marido… Sí, de eso también, somos esclavos de nuestros compromisos. Adquirimos compromisos y hay que cumplirlos. Romperlos acarrea una sanción, económica o no. Yo lo veo así.
No creo que tener una hipoteca signifique ser esclavo de un banco. Yo todavía no he firmado la mía y aún no tengo claro cuando la tendré, porque mi piso no lo acaban nunca. Lo que veo bastante normal es que un banco, que no es una hermanita de la caridad, cobre intereses por concederte un préstamo. Si no te gustan las condiciones siempre puedes alquilar.
Mira que me gusta este blog, y en especial su visión del mundo hipotecario, Sr. Ladríllez, pero estoy muy en desacuerdo con estas apreciaciones.
En primer lugar, porque reduce al ser humano a su vertiente mercantilista, cuando esta es sólo una de las facetas con las que se maneja en la realidad multidimensional en la que nos encontramos.
En segundo lugar, porque si bien es cierto que la base de todo desarrollo psicológico y/o espiritual es tener asegurada la subsistencia física, sólo en la libertad de elección del individuo (eso sí, hay que reconocer que dicha libertad no siempre es total, y está condicionada por los estándares sociales) es cuando realmente este puede desarrollarse de manera exponencial. Si no, dígame que obras o metas importantes han conseguido los esclavos.
Y, por último, porque siempre es mejor la peor libertad que la mejor esclavitud. No hay que dejarse cegar por el oro que recubre la jaula que nos encierra, porque es dañina para cualquier idea elevada del ser humano.
Y todo esto espero que sea entendido de buen rollo ;-D jajaja
Totalmente de buen rollo, Sr Peterlove.
De hecho, estamos de acuerdo, y nunca entré en la variante humana, ni psicológica, ni sociológica.
Pero no me negará que analizar la esclavitud desde el punto de vista económico, sólo económico, también resulta esclarecedor en algunos aspectos.
De lo que se trataba era de analizar sistemas económicos. Y lo de la libertad lo discutimos cuando quiera con Erich Fromm…
Pero esa es otra historia…
Yo soy de los que piensan que “Todo el mundo tiene un precio”. Y en este sentido me gustaría recuperar un pequeño diálogo de una película magistral, de una película “grande”, como dirían mis amigos latinoamericanos. Se trata de “Nueve reinas”, un film de 2000 al que animo a todos a ver. Ya me dirán qué les parece 🙂
– ¿No cogerías con un tipo si yo te ofreciera diez mil dólares?… Diez mil, buena guita.
– No, no.
– ¿Y si te diera veinte mil? Guita de verdad, toda para vos…
– …
– ¿Cincuenta mil?
– …
– Quinientos mil.
– ¿?
– ¿Te das cuenta? Putos no faltan; lo que faltan son financistas.
Permítanme que disienta: el esclavo era aún más caro de lo que se dice aquí.
Pero también hay que tener en cuenta que los esclavos se reproducían y losobreros no. No, al menos, para el patrono.