El Tribunal Supremo ha fijado jurisprudencia y ha resuelto de un plumazo todas las dudas que se habían venido suscitando a medida que el Euríbor seguía bajando y los consumidores nos íbamos dando cuenta de que habíamos firmado una cláusula suelo sin saberlo y no hacíamos otra cosa más que llevarnos las manos a la cabeza.
Desde ahora en adelante, tras la sentencia del Tribunal Supremo, que fija jurisprudencia dentro del ordenamiento jurídico español, las cláusulas suelo serán válidas jurídicamente siempre y cuando se le comuniquen al usuario antes de la firma del contrato hipotecario.
Sin embargo, yo sigo encontrando una clara laguna legal en este apartado, ya que es evidente que el ciudadano que quiera comprar una vivienda tendrá que aceptar la cláusula suelo, por muy transparente que ésta sea o por muy claro que la entidad financiera le recuerde su existencia, pero el Tribunal Supremo no dice nada de la posibilidad de abuso que se puede producir, y de hecho se produce de manera habitual.
El principal problema de la cláusula suelo es su brecha insalvable con respecto a la cláusula techo. Una proporcionalidad entre ambas cláusulas no es solo aconsejable sino también necesaria, para conseguir cierta estabilidad en la cantidad a pagar a través de las cuotas mensuales por parte de los hipotecados.
En estos momentos nos encontramos con hipotecas en las que la cláusula suelo puede ser todo lo transparente que se quiera, pero que comparada con la cláusula techo es claramente ofensiva al sentido común. Así, por ejemplo, tenemos cláusulas suelo que se encuentran fijadas en el 3% mientras que la cláusula techo puede estar por encima del 10%, algo inalcanzable a todas luces, con lo que “la banca siempre gana”.
Bien haría, por tanto, el Tribunal Supremo en sentar jurisprudencia sobre este apartado también, y las asociaciones de usuarios y consumidores no deberían de alegrarse tanto porque su lucha continúa y debe de continuar, hasta que se consiga una aproximación relativamente asumible a la igualdad de fuerzas entre las entidades financieras y los consumidores a la hora de negociar las condiciones y claúsulas de los contratos hipotecarios.