Tranquilos, que no se trata de un nuevo reclamo publicitario, ni de que haya salido un nuevo banco con esos colores corporativos, aunque tampoco es cosa que se pueda descartar, tal y como se está poniendo el márketing.
Con el título me quiero referir a que las hipotecas se están convirtiendo en una rarerza, y que el que encuentre una hipoteca bien puede pensar que ha dado con una mariposa exótica o un sello con una punta de más en el troquelado. Los datos proceden esta vez del Instituto Nacional de Estadística y se refieren a las hipotecas realmente firmadas y constituidas.
El descenso en febrero respecto al mismo mes del año anterior ha sido del 33%. Si, habéis leído bien: un tercio, con lo que se encandenan ya 46 meses seguidos de descenso.
En cuanto a la pasta, que también es siempre un buen indicador, el importe medio de las hipotecas sobre viviendas (dejando aparte otros inmuebles) alcanzó los 102.443 euros, un 1,1% menos que en el mismo mes de 2013.
Si observamos el asunto geográficamente, podemos ver que, como siempre, la cosa es muy desigual: por comunidades autónomas, las que mejor comportamiento tuvieron fueron Madrid (3.449), Andalucía (2.651) y Cataluña (2.391). Los descensos más acusados se produjeron en Cantabria (-58,6%) y Aragón (-54,6%).
Al final estos son los datos que importan: ya puede venir el Gobierno o el lucero del alba a decirnos que el crédito vuelve a fluir cuando lo ciertos es que las hipotecas se reducen porque los bancos no tienen interés alguno en prestar a particulares cuando pueden hacerlo al Gobierno, sediento de vender deuda Pública.
Mientras los bancos puedan utilizar la deuda pública como colateral ante el Banco Central Europeo, no habrá nada que hacer. Y es que el negocio es redondo: piden dinero al 0,5 %, nos lo prestan los españoles al 4%, y luego, van con esa deuda pública al BCE y la emplean como garantía para pedir prestado más dinero con el que hacer lo mismo.
¿A quién demonios le puede interesar de ese modo dar dinero para hipotecas? No es de extrañar que esas condiciones, y comparados con el Estado, ninguno seamos demanda solvente. Porque los demás nos podemos quedar sin trabajo, ponernos enfermos, o largarnos al extranjero, pero de momento la deuda pública, y por mandato constitucional, es lo último que se dejará de pagar.
Así que ya sabéis: verde y con lunares la hipoteca. Con capa y colmillos, los financieros.