Detrás de cada desahucio hay una tragedia, y no sólo para el que se queda sin casa. La tragedia, con la legislación española en la mano, se va acumulando hasta convertirse en una rémora para todos porque, en el caso de que el desahucio sea debido a una ejecución hipotecaria, la vivienda se pierde pero la deuda permanece. Y los desahucios, como un verdadero indicador de la magnitud del estacazo que nos estamos metiendo, no dejan de subir.
Según datos del Consejo General del Poder Judicial, se ejecutaron en España durante 2011 58241 expedientes de desahucio, lo que supone un incremento de más del veinte por ciento sobre el año anterior, que ya había sido malo. Este dato, de todos modos, incluye también a los inquilinos a los que se echó de la casa por no pagar el alquiler, así que no hablamos sólo de viviendas embargadas.
Si miramos los datos por regiones, tenemos que la comunidad más afectada fue Valencia, seguida de Andalucía y Madrid, por este orden. La que menos desahucios tramitó fue La Rioja, como apenas doscientos cincuenta casos.
Por contra, las ejecuciones hipotecarias han ascendido en todo 2011 a 77.854, una cifra bastante inferior a la que se registró en 2010.
¿Y cómo se analiza esto? Supongo que de muchas maneras, pero para mí, un aumento de los desahucios y una reducción de las ejecuciones significa que a muchos de los que se les ejecutó la vivienda el año pasado se les está desahuciando este, pues su fueron de alquiler y no lo pudieron pagar. Otra interpretación posible pasa por pensar que, de cierta manera, nos estamos acercando a una especie de punto de equilibrio, donde los hipotecados más dudosos ya han ido perdiendo sus casa y lso que quedan son un poco más solventes.
Este, por tanto, puede ser el punto crítico para iniciar una recuperación o irmnos de cabeza al más negro de los abismos.
Que haya suerte…