El miedo teórico parece estar en los tipos de interés negativos, y en que los bancos, que son un negocio como cualquier otro, no van a dar hipotecas a tipo de interés negativo, pase lo que pase, y salga el sol por donde quiera. ¿Por qué? Por lo mismo por lo que el frutero no va a dar manzanas a precio negativo: porque para eso está mejor durmiendo en su casa y con la persiana del negocio bajada.
Sin embargo, y aunque no me atrevo a decir que sea la principal, creo que una de las razones por las que a los bancos les gusta cada vez menos ofrecernos una hipoteca es que supone para ellos tener el dinero inmovilizado durante treinta años. Para evitar eso habían creado las titulizaciones, o sea, la conversión de las hipotecas en otro tipo de productos financieros que vendian a fondos de inversión o en el mercado secundario, pero ahora resulta que eso puede ser un problema a la hora de reclamar el pago al hipotecado, así que tiene sus riesgos y es mejor echarse fuera antes de que venga un juez a decir que si vendiste la hipoteca vendiste el derecho de reclamación.
Así las cosas, lo que observo que está sucediendo es que poco a poco nos internamos en el campo de la magia negra, es decir, de los negocios que cada vez tiene menos que ver con el objeto que se negocia y más cada día con otros asuntos colaterales, incluidos algunos incentivos perversos que lo hacen todo un poco más retorcido si cabe.
Por ejemplo, el otro día salieron unos datos de actividad bastante malos, unidos a unos datos de empleo bastante flojos, aderezados con unos datos de inflación muy chungos y aliñados con unos datos de comercio exterior francamente horrorosos. ¿Y qué pasó en los mercados financieros? Pues que las bolsas de toda Europa subieron como un verdadero tiro, más de un tres por ciento.
¿Y por qué? Pregunté a los que saben y la respuesta me dejó de pìedra: porque cuanto peor vaya todo, más probable es que Mario Draghi le dé a la maquinita de imprimir dinero, que es lo que quieren los mercados financieros. A mí me pareció una locura, pero es normal: si todos los euros valen igual, es más fácil ganar el euro que el que sale de la nada que el que hay que currarse céntimo a céntimo en el mundo real.
Y llamadme viejo, caducado, o lo que sea, pero cuando las cosas van así, nada puede funcionar como es debido. No por mucho tiempo.