Y después de todo este tiempo, de todo el montón de artículos que he escrito sobre hipotecas e hipotecados, creo que ha llegado el momento de preguntarnos: ¿y de qué estamos hablando?
Lo primero que hay que tener claro es que la hipoteca es una garantía, y no un cantidad prestada ni una cantidad adeudada. La hipoteca, por tanto, es un derecho real de garantía que se crea para asegurar el cumplimiento de una obligación, y que pesa sobre un bien que, entretanto, permanece bajo posesión del deudor.
Estamos, por tanto, más ante un seguro que ante un préstamo, pues el préstamo es otra cosa. La hipoteca permite que, en caso de incumplimiento de las obligaciones pactadas, se venda de manera forzosa el bien hipotecado para satisfacer con lo obtenido el importe del préstamo, sea quien sea el titular en ese momento, o el poseedor del bien.
Y ojo, que no es lo mismo propiedad que posesión. El propietario es el titular de un bien, y el poseedor quien lo disfruta en un momento dado o lo tiene bajo su dominio. El ejemplo más claro es el de la moto: si presto mi moto a un amigo, yo soy el propietario y él es el poseedor. Lo gracioso es que si me la roban, el ladrón también es el poseedor y soy yo quien debo demostrar la propiedad, no él, que con ser el poseedor efectivo tiene la presunción de propiedad de su parte mientras no se demuestre lo contrario.
En cuanto a la historia de la hipoteca, su nombre proviene de las palabras hipo (debajo) y teca (caja) o sea, lo que está debajo de la caja, y se refiere ante todo a su carácter de oculta, ya que pesa sobre el bien y lo compromete pero no se ve.
De todos modos, tanto el concepto actual de hipoteca como la mayor parte de sus regulaciones la heredamos, como casi todo, del Derecho Romano. En Roma había dos modos principales de constituir una garantía sobre una deuda: la fiducia y la prenda.
No obstante, el principal problema de estas garantías es que permanecían ocultas, crean inseguridad en todas las partes intervinientes, que tenían que estar muy atentas a los contratos previos, originándose así grandes problemas. Esto se arregló con la creación de los registros de la propiedad.
De la fiducia y la prenda hablamos otro día.