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De cómo dar dinero a los banqueros sin que lo parezca

Habitual postura de la clase política, ataviada en este caso con ropajes históricos. Y baste a buen entendedor.

Habitual postura de la clase política, ataviada en este caso con ropajes históricos. Y baste a buen entendedor.

Ya habíamos hablado antes por aquí de la reforma fiscal del Gobierno, y del salvaje palo que supone para los pequeños ahorradores y para la sufrida clase media, pero como no es cosa de extenderse a lo largo y ancho de esta normativa, vamos a centrarnos en lo nuestro, que es la vivienda.

La cuestión principal, y la más sangrante, es que desaparecen de pronto los coeficientes de actualización y abatimiento a la hora de calcular las plusvalías en la venta de una vivienda.

¿Y qué significa eso? Que si compraste una casa en 1980 por un millón de pesetas (equivalentes a 6000 €) y la vendes hoy por ciento veinte mil euros, tributas en plusvalías como si hubieses ganados la diferencia, o sea, ciento catorce mil euros, sin tener en cuenta que aquellas pesetas y estos euros tienen un valor muy diferente, porque para eso está la inflación.

Esto, como se puede ver, es un ataque directo a todos los españoles que consideraron que la vivienda era un modo de ahorrar para el futuro y resulta, a mi juicio, una estafa intolerable y un ataque al sentido común, ya que considerar equivalente el dinero en términos nominales es una barbaridad sin paliativos.

¿Quienes podrían salvarse de la quema?

Aún no está muy claro, pero se habla de tres colectivos:

-Los mayores de 65 años, siempre que empleen el dinero para complementar la pensión a través de un fondo de pensiones.

-Los que reinviertan el dinero obtenido en la venta de unja vivienda habitual en la compra de otra vivienda habitual.

-Los que empleen lo obtenido en la suscripción de planes de vivienda para comprar otra vivienda.

En el fondo, si os fijáis, lo que viene a suceder es que te libran de los impuestos si bancariza tu dinero: es decir, si la riqueza pasa de tu vivienda a productos bancarios, ya sean fondos de pensiones o fondos de vivienda.

Con esto, a mi entender, lo que se pretende es  que todo el mundo que venda una casa vaya con el dinero como loco a los bancos, que allí ya los trasquilarán convenientemente con una hipoteca sobre la nueva vivienda o uno de esos productos imaginativos como las participaciones preferentes que tan famosos se han hecho en los últimos tiempos.

 

El estacazo que se prepara contra la vivienda. Un extraño impuesto sobre la inflación

Política fiscal

Política fiscal

La clase dirigente lo tiene claro: buena parte de nuestro problemas y de la burbuja hipotecaria proceden de eso que se dio en llamar “apetencia de capital” por parte de las clases medias y bajas.

¿Y eso qué es? Pues dicho en cristiano viene a significar que todo se jorobó el día que las clases medias y bajas dejaron de interesarse solamente por sus sueldos y su nivel de vida y empezaron a meterse en temas financieros, tales como bonos, acciones, mercados de capitales y e inversiones. Lo disfrazan de bonito porque la frase, en el fondo, significa que los pobres empezaron a meterse donde nadie les llamaba.

Ahora, y quizás por esa causa, se suceden las declaraciones y consejos sobre la necesidad de gravar la propiedad y no sólo la renta, seguramente porque las casas no son tan propensas a salir corriendo de un país como pueda serlo el dinero u otras formas de riqueza.

¿Y qué creéis que ha pensado nuestro ínclito Gobierno, ahora, en plena reforma fiscal? Pues m´ñas o menos lo mismo, pero tratando de disimular la cosa para que la gente no se cabree, ya que el año que viene es año electoral.

Al leer la letra pequeña de la reforma, nos encontramos con algunas joyas que van a afectar, y mucho, al mercado de la vivienda. Por ejemplo, y es crucial, Hacienda elimina los coeficientes de inflación y actualización que corregían a la baja las plusvalías y por lo tanto reducían de manera muy sustancial  la tributación en el Impuesto de la Renta por la venta de un inmueble.

Lo explico: antes, pagabas plusvalías pro la diferencia entre el valor al que compraste una vivienda y el valor por el que la vendías, ya que eso se consideraba plusvalía. Pro claro, como los dineros del año noventa no valen como los de hoy, había una serie de coeficientes de actualización. Esos coeficientes son los que desaparecen en muchos casos, o se reducen en otros, para que pagues el gran estacazo cuando vendas, porque se entiende que tienes unos beneficios muy superiores a los que disfrutas en realidad, ya que buena parte de la subida no es enriquecimiento, sino inflacióm

En principio parece una medida que va exclusivamente contra el vendedor, pero estas cosas siempre se trasladan al mismo: al pagano.

Si, ya sé que parece una barbaridad, pero el caso es que va en serio…

La plusvalía para los vendedores

Echarle morro...

Echarle morro...

Se trata de uno de estos casos de cara dura recalcitrante, con palio, botafumeiro y monaguillos revestidos: cara dura de solemnidad.

El Tribunal Supremo ha declarado nula por “abusiva”, y además con carácter retroactivo, la cláusula de los contratos por la que los promotores de viviendas nuevas obligaban a los compradores a sufragar el coste de la plusvalía, que es como popularmente se conoce el impuesto sobre el incremento de valor de terrenos urbanos.

La cosa tiene su cachondeo por que las reclamaciones empezaron en 2005, y en 2006, para evitar dudas, el Gobierno de Zapatero sacó una ley, concretamente la Ley 44/2006 en al que se prohibía de manera expresa y taxativa esta práctica, por entenderse que los impuestos del suelo en el que se edifica corresponde pagarlos al que edifica y no al que compra el inmueble.

Aún así, y para cosechar las nueces que pudiesen ir cayendo, muchas empresas promotoras siguieron incluyendo esta cláusula en sus contratos y cobrando esta cantidad a los compradores de los pisos. O sea, que la pasta, en lo que pudieron, se la llevaron por delante, o la metieron en las correspondientes hipotecas que a menudo ellos pactaban con los bancos para sacarse sabrosas comisiones.

Ahora, seis años después, el Tribunal supremo9 ha fallado lo que todos sabíamos: que esos cobros son manifiestamente abusivos, injustos e ilegales, y que se podrán reclamar con carácter retroactivo junto a los intereses legales y los gastos, daños y perjuicios que hayan ocasionado.

Parece una victoria, ¿verdad? Pues reíd conmigo: ¿cuántas promotoras han desaparecido desde el 2006 y nunca devolverán un duro?, ¿cuantas promotoras, que eran siempre personas jurídicas han liquidado ya sus cuentas y no habrá  aquien reclamar?

Esa es la maravilla de este país: que te dan la vaca cuando ya se ha muerto…

Hay que jorobarse…