A lo mejor ofreciendo el dato de esta manera, diciendo que ciento y pico personas pierden su vivienda diariamente, comprendemos la dimensión de la tragedia hipotecaria que vive España. Se trata de un desastre económico y sobre todo de un desastre humano de consecuencias difíciles de medir.
En lo que llevamos de 2010, que ya le queda poco, han perdido su piso 28.000 personas.
Por sectores, pues lo imaginable, aunque los mitos sean otros, especialmente por parte de algunos: los que con más frecuencia han perdido su piso han sido los trabajadores de la construcción, los autónomos y los pequeños y medianos empresarios. Según las mismas fuentes, concretamente de el diario EL PAÍS, se calcula que en España existen aún un millón y medio de pisos que podrían ser embargados por impago.
Los bancos, verdaderamente aterrorizados por este fenómeno, pasan los inmuebles a sus carteras tras intentar en vano venderlos. La jugada, mala para todos, consiste en quedárselos por el 50 % del valor de tasación de la hipoteca mientras se sigue reclamando el resto de la deuda a la persona embargada.
Para el ciudadano embargado, el asunto es simple y llanamente catastrófico, porque además del pìso perderá buena parte del salario futuro el día que consiga mejorar. Para el banco, aunque parezca lo contrario, tampoco es nada bueno, proque además de quedarse un piso (que no le sirve para nada si no lo consigue vender) tiene que dotar las correspondientes provisiones de capital.
Y repito, porque la cifra es para echarse a temblar: 110 embargos diarios.