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Hipoteca y precariedad económica

Vieja estética para nuesvas herramientas

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Hace tiempo que  estamos aquí hablando de los pros y contras de unas y otras hipotecas, pero me parece que lo que no hemos analizado nunca es el hecho de que el contrato hipotecario, por su propia naturaleza, empieza a a ser un producto obsoleto y peligroso para ambas partes, tanto para la banca que lo conoce como para el particular que lo pide.

Quizás os haya sonado raro esto que he dicho, pero trataré de explicarme:

La hipoteca es un contrato a muy largo plazo en el que el banco presta un dinero a cambio de la garantía de un inmueble y, en España, de todos los bienes presentes y futuros del deudor.

El problema sobrevenido con la modernidad es que el plazo es excesivo. Cuando la sociedad era estable, tanto desde el punto de vista laboral como económico, era justificable que se firmasen contratos a treinta años. ¿Pero sigue siendo eso normal en los tiempos en los que todo cambia a la velocidad que cambia y nadie puede, realmente, medir los riesgos del  largo plazo?

Muchas veces hemos oído hablar de que la sociedad actual cambia a toda prisa. Hemos oído comentar que en en 1992, en la Expo de Sevilla, nadie mencionaba siquiera internet en sus expositores, de que poo aquella época prácticamente no existían los teléfonos móviles y todas esas cosas. Sabemos que los cambios sociales y de tecnología han provocado gigantescos cambios económicos, que se han deslocalizado empresas, que se  y ha globalizado el mundo económico hasta el punto de que competir por un producto, o un salario, no es siquiera parecido a lo que era hace diez años….

Bien, pues seamos sinceros entonces: Con este ritmo y esta incertidumbre, ¿ prudente para cualquiera de las dos partes firmar un contrato a treinta años? Da la impresión de que no. Da la impresión de que la hipoteca, con sus plazos imposibles, tendrá que ser sustituida más pronto que tarde por algún otro producto que se adecue mejor a la nueva realidad.

No podemos seguir creyendo que es lógico hablar de plazos de treinta años cuando la historia, la vida y los cambios se han acelerado hasta el punto de que muchos d los que tenemos treinta y tantos o cuarenta años nos reconocemos completamente obsoletos en gran parte de las cosas que dominan nuestro mundo. Todo envejece deprisa. Todo se va rápidamente a la obsolescencia por unos cambios que no parecen detenerse. Y sien embargo pretendemos aún decir que un contrato a treinta años tiene los riesgos medidos.

De ahí, para mí, viene gran parte del problema. De que seguimos manejando con herramientas viejas problemas absolutamente nuevos. De que nos hemos ido a Marte y seguimos consultando la predicción del tiempo de la Tierra.

Tarde o temprano habrá que hacerse a la idea y reconocer que, hoy por hoy, una hipoteca a treinta años es casi una quimera.

Los fallos del capitalismo (I) La obsolescencia planificada.

Modelo humano según el sistema capitalista.

Modelo humano según el sistema capitalista.

Si alguien esperaba encontrar aquí un alegato sobre la avaricia humana o sobre las desigualdades económicas, se ha equivocado de artículo.

Hoy, tal y como anuncié este lunes, voy a hablar de los fallos sistémicos del capitalismo, o sea, de aquellos que son propios de su mecánica y consustanciales a él.

Cada uno de los cinco apartados que voy a tratar en este y otros artículos se podría ampliar mucho más, así que queda a vuestro juicio pedir que se amplíe o se profundice el análisis de alguno de estos cinco fallos. Si puedo, trataré de complaceros, aunque no siempre pueda estar a la altura de lo que se me pida que explique.

A lo que estamos. En mi opinión, los fallos del capitalismo son fundamentalmente cinco:

Obsolescencia planificada.

Empleo de recursos en actividades improductivas.

El poder de la escasez.

Información privilegiada.

Generación de externalidades.

Desproporción de responsabilidades

Hoy vamos a hablar del primero.

La obsolescencia planificada es el fenómeno por el cual la vida real de un producto es inferior a su vida útil, con lo que eso conlleva de desperdicio de recursos naturales, horas de trabajo y otros elementos productivos. Si queréis una explicación más amplia, podéis verla aqui.

En el sistema capitalista, la eficiencia la marca el beneficio, pero no se tiene en cuenta el aprovechamiento óptimo de los recursos, sino solamente su coste frente al precio al que se pueden vender.

Esto, a la larga, conduce a que se malgasten recursos de todo tipo. Dos ejemplos que pueden ilustrar este fenómeno son la moda y los diseños propietarios.

La moda es un ardid de marketing por el que se convierte en obsoleta la ropa de años anteriores que todavía está en buen uso. Unos zapatos, unos pantalones o un vestido pueden durar cinco o seis años, pero la obsolescencia planificada obliga a tirarlos a la basura o sustituirlos por otros en un plazo mucho menor, con el consiguiente desperdicio de materias primas, horas de trabajo, almacenamiento, transporte, etc.

Si el plan E de Zapatero consiste en abrir zanjas para volver a taparlas luego, ¿en qué consiste la moda más que en lo mismo? Ambos son ejemplos de obsolescencia planificada.

El otro ejemplo es el diseño propietario con obsolescenmcia planificada, que es aquel que ya incorpora un fallo que será mejorado en la versión siguiente, o carece de funcionalidades que serán incorporadas poco después sin que este retraso obedezca a más razones que el deseo de vender dos veces el mismo producto, y fabricarlo dos veces, con el consiguiente desperdicio de recursos.

En el mundo de la informática y la electrónica hay tantos ejemplos de esto último que me parece inútil elegir uno concreto.

Quedo a la espera de vuestros comentarios y de que me digáis qué fallo del capitalismo analizamos a continuación.


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