Los especialista en tipografía acaban de perder uno de sus últimos baluartes de conocimiento arcano : la letra pequeña de los contratos hipotecarios. El Banco de España se ha hartado y exige que todo lo escrito en sus folletos informativos sea absolutamente legible.
Parece mentira que a estas alturas sigan colando estas cosas, pero lo cierto es que los bancos seguían hasta el día de hoy las enseñanzas de la temible ley de Lem:
-1- Nadie lee nada.
-2- Los que leen, no entienden lo que leen.
-3-Los que leen y entienden lo que leen, lo olvidan inmediatamente.
Con estos tres puntos era suficiente para poder colarnos toda clase de cláusulas abusivas en el enunciado de la hipoteca y muchos, después, se quejaban de que no se habían enterado de lo que habían firmado. La pregunta, por supuesto, es que si no lees o no entiendes, para qué puñetas firmas.
No obstante, se agradece la circular del Banco de España según la cual a partir de octubre será obligatorio resaltar en mayúsculas o en letra negrita todos los conceptos claves del contrato hipotecario. Además, las entidades bancarias deberán avisar de que en en esa tipografía se explican los conceptos más relevantes, como una especie de aviso en el que se advierte algo así como que “esta hipoteca puede dañar seriamente su salud”
Desde aquí aplaudo esta medida, destinada a obtener una mayor transparencia e información en las operaciones hipotecarias, tanto para los hipotecados como para los avalistas, a quien también habrá que informar de sus derechos y obligaciones en un tipo de letra no inferior a los dos milímetros.
No obstante, y reiterando mi felicitación porque al fin se haya evitado este tipo de abusos, me pregunto qué clase de sociedad somos cuando tiene que venir una institución para, desde arriba, ayudarnos a leer lo que firmamos.
Manda leches…