Hasta ahora, los recortes eran sólo amenazas y promesas de grandes dolores. Ya sé que a muchos os parecerá que me he vuelto loco por decir esto, pero el caso es que la verdadera pedrada llega con la subida del IVA, el recorte del sueldo a los funcionarios y toda la panoplia de atornillamientos que vamos a padecer.
Sin embargo, lo que más me llama a mí la atención es el resultado de la lucha generacional que padecemos. Y ver cómo lo cuento para que no os echéis las manos a la cabeza.
El caso es que no hay dinero y además no nos lo quieren prestar. La hipoteca España está por las nubes y no hay quien nos quiera hacer de avalista. Hasta ahí, llegamos todos, o casi todos.
Los recortes por el lado del gasto resultan imprescindibles, ¿pero por qué se recorta a los jóvenes y a la gente productiva evitando a toda costa tocar las pensiones?
No, no soy un desalmado. Sólo os ruego que penséis conmigo:
-Los viejos tienen en su mayoría la hipoteca pagada.
-Los viejos no tienen que criar hijos.
-Los viejos consumen mucho menos, con lo que se daña menos la demanda recortándoles a ellos que a la gente que trabaja.
Los viejos, lo sé, viven con poco y aún les sobra. Cualquiera que conozca a un director de sucursal bancaria lo puede certificar conmigo.
¿Por qué son ello los que se libran de los recortes cuando las pensiones son una de las principales partidas de gasto? Desde el punto de vista de la justicia, está claro que hay que defender sus derechos, pero tengo la lamentable convicción de que en cualquier sistema económico hay que repartir el esfuerzo entre todos o se corre el riesgo de que los que mayor carga soportan prefieran pasarse al lado oscuro de la economía. Y de momento, con la subida del IVA y los estacazos a los que trabajan, no estamos viendo más que incentivos a la economía sumergida.
El Gobierno ha preferido salvar una vez más a los que no producen aunque sea por buenos motivos. Y no es por humanidad, creedme. Es por cobardía.