Hablaban el otro día los dirigentes de la banca, con gran orgullo, de que el primer semestre del año había sido muy bueno para su cuenta de resultados. De hecho, estos han subido, de media, más de un veinte por ciento respecto al mismo periodo del año anterior. Y luego, como de pasada, añadían que lo que no había aumentado era el crédito, porque todavía era pronto para que los esfuerzos de liquidez del Banco Central Europeo llegaran a Pymes y particulares.
Lo que uno se pregunta al escuchar estas cosas, es de dónde demonios proceden los beneficios de la banca, si las hipotecas siguen a un tipo de interés mínimo, la construcción repunta, pero poco, y como ellos mismos confiesan el crédito no acaba de llegar a la calle, o no a la calle donde vivimos la mayoría.
La respuesta no puede ser única, ni tampoco se puede simplificar en un par de frases, pero pasa sin duda por el nuevo modelo de banca, ese del que ya hemos hablado por aquí alguna vez y que consiste en expulsa de la sucursal al cliente que no use tarjeta de crédito, no contrate seguros, y no le guste pagar comisiones. Los bancos lo han visto claro: el buen cliente no es el que lleva dinero a la ventanilla, porque dinero ya se lo da todo el que quieran el Banco Central Europeo, sino el que deja beneficios pagando comisiones o comprando otros productos.
¿Y la hipoteca?
La hipoteca es un producto que en sí misma interesa cada vez menos, pero que fideliza al cliente por muchos años y que, con un poco de márketing puede ayudar a vender seguros de vida, domiciliar recibos y tratar de colocar muchos productos más, pero lo que es en sí misma, en margen de beneficios, no termina de ser interesante.
Al final, la gran sospecha pasa proque los bancos obtienen sus beneficios, esos que mejoran, a fuerza inventarse comisiones raras y, obre todo, a fuerza de pedir dinero prestado a Draghi para luego comprar deuda pública a un tipo de interés muy superior al que ellos pagan. O dicho de otro modo: en coger el dinero de Draghi, que es una institución pública, para que luego los ciudadanos, todos y a escote, les paguemos a ellos en intereses de deuda pública más de lo que en un principio deberíamos pagar si eliminásemos ese inútil intermediario.
Un negocio redondo…