La hipoteca fue durante muchos años el recurso inversor más socorrido: cogías poco a poco tu dinero, pagabas unas cuotas, y mientras tanto te ibas haciendo un capital para el futuro o alquilando la vivienda, con lo que el inquilino tenía dónde vivir y el capitalista, hipotecado, conseguía una rentabilidad par su dinero.
Ese mecanismo dio lugar a un montón de artículos en los inicios de esta web. ¿Os acordais de cuándo hablábamos de la hipoteca inversa? ¿Os acordáis de todo lo que escribimos sobre los ancianos que dejaban su casa a una institución a cambio de un complemento de su pensión o algún chollo similar?
Pues bueno: todo eso se ha ido a la porra. Y con ello el sistema económico y de inversiones que lo sustentaba, con su propia mecánica de cajas de ahorros, políticos que concedían permisos y constructores que cosechaban el beneficio.
Resultó que los pisos sí que podían bajar. Y bajaron a lo bestia, y se quedaron en nada, en el balance de los bancos y en la percepción de riqueza de los ahorradores
Resultó que comprar para alquilar y hacerse un capital podía ser una ruina de proporciones faraónicas.
Resultó que lo que era tu capital para el futuro se convertía en el lastre para el presente.
Y entonces llegó la gran pregunta: ¿en qué se puede invertir? Y la respuesta es difícil, porque mientras los bancos centrales presten el dinero al cero por ciento,, ¿porqué le iba a interesar al banco nuestro dinero en vez del de Bruselas?
Así es como llega la hora de buscar algo que deje aunque sea una migajas, y ahí aparecen de nuevo las burbujas y el riesgo. Tan feo, tan feo, que en algunos sitios, hasta las hipotecas resucitan porque el ladrill0 parece una buena opción…
Apañados estamos…