Dicen que la necesidad agudiza el ingenio, pero me temo que en este país nuestro la necesidad agudiza la torpeza, o eso hay que pensar al saber que de nuevo, una vez más, los bancos están dando hipotecas por encima del 100% del valor de tasación de los pisos, quizás con la esperanza de que si las cosas salen más seamos todos los que paguemos el pufo. Esta práctica irresponsable, dirigida de momento de manera exclusiva a los compradores de los pisos que los bancos tienen en stock, está siendo aplicada por BBVA, Popular y Sabadell, entre otros, y va dirigida a que los compradores puedan hacer frente a toda la serie de gastos que apareja la compra de un piso, como impuestos, notarios, registradores. Por tanto, y resumiendo, están vendiendo pisos a gente que no tiene ahorros y que no ha demostrado, hasta el momento de la compra, la capacidad de generar un excedente económico, ya sea por falta de renta o por exceso de gasto. La idea, para los bancos, es captar nuevos clientes y sacar de su balance el peso muerto de esos pisos. En mi opinión, se trata de una simple jugada de probabilidad: tenemos estos pisos porque colocamos hipotecas a los que no podían pagarlos. Volvemos a intentarlo, y los nuevos que lo cojan pagarán o no. Si pagan, salimos ganando, y si no pagan, el pufo ya lo teníamos. Estamos ante uno más de los muchos casos que vemos a diario de incentivos perversos, donde todo se coordina para hacer las cosas mal. El comprador piensa que se puede hacer con una vivienda, y que luego, si no puede pagarla, ya llorará a quien sea para que no lo desahucien. El vendedor piensa que puede quitarse ese muerto del balance y que luego, si se repite al insolvencia, ya aparecerá quien sea para hacerse cargo del marrón. Y ese quién sea somos todos, me temo. La banca se defiende de todo esto diciendo que si no hay clientes solventes, en loas parámetros habituales, hay que buscar liquidar las viviendas con clientes que no cumplan todos los parámetros pero sean los mejores p0sibles. La respuesta cabal parece no contemplarla nadie: si no hay clientes solventes, no hay mercado y es mejor dedicarse a otra cosa. Lo contrario es vivir en el fraude y del fraude. Fácil de entender pero difícil de asumir, me temo.