Cualquier día de estos volveremos a ver a De Guindos en una televisión amiga vendiéndonos la moto de que la recuperación está en ciernes, de que no tenemos nada de lo que preocuparnos y de que en breve España comenzará a crear empleo, pero visto lo visto, y a juzgar por los datos que nos llevamos a la boca un día sí y otro también, me da la impresión de que toda esa palabrería de grandes cifras no son más que paparruchas.
Porque la clave para la ciudadanía no está en las grandes cuentas, en la macroeconomía que se luce en los manuales de economía, nada de eso, los ciudadanos necesitamos la economía del día a día para subsistir y es en ella en la que encontramos que, bien lejos de estar iniciando una recuperación, estamos inmersos en la mayor de las depresiones.
Y el ejemplo más claro con el que nos podemos encontrar es el de compra-venta de viviendas. Es evidente que si la economía estuviera yendo bien, si los ciudadanos tuviéramos confianza en el futuro y seguridad en nuestro puesto de trabajo, nos enfrentaríamos al futuro con seguridad, viviríamos en un mundo de certezas que nos permitiría comprar una vivienda, y más con las rebajas con las que nos estamos encontrando en este comienzo de año.
Pero nada de eso. El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de publicar los datos relativos a noviembre (siempre a la última) y en ellos comprobamos que durante el undécimo mes del año pasado solo se cerraron un total de 21.847 operaciones, lo que supone una caída del 15,9% con respecto al año anterior, aunque es cierto que ese porcentaje está inflado por el fin de la desgravación por vivienda. Sí que se puede comparar claramente con los datos del mes anterior, y ahí observamos que con respecto a octubre de 2013, noviembre supuso una caída del 4,12%, y en el acumulado anual nos encontramos con un descenso del 2,1%.
¿Qué significan todos estos datos?
Pues blanco y en botella, que por mucho que nos vendan la moto aquí no compra un piso ni el Tato y que todos estamos aferrándonos a nuestro puesto de trabajo como si nos fuera la vida en ello, como para ni tan siquiera empezar a plantearnos el comprar una vivienda en un futuro próximo.