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¿Con cuántas hipotecas eres rico?

El que muerde, y el que simula morder...

El que muerde, y el que simula morder…

Hablan ahora los políticos, concretamente los de Podemos, de que con 50.00o euros brutos al año (insisto en lo de brutos), ya eres rico y mereces que te aprieten los tornillos, porque es tu obligación arrimar un poco más el hombro.

Así que, en vez de discutir a lo bobo, me he buscado unos datos por ahí y los comparto con vosotros, a ver qué os parecen.

Un tipo que gana 50.000 euros brutos al mes, al final se lleva a casa unos 2400 € al mes, con dos extras. Un buen sueldo, vale, pero tampoco para sentarse a jugar al Poker con la familia Botin, ¿no?

Al final, ricos de verdad, en España vienen a ser un 2% de los ciudadanos y sus familias, que puestos a echar números sumarán como 1 millón de personas. Estos son los que entre ingresos y patrimonio tienen riqueza suficiente para vivir de ella generando grandes ingresos sin grandes dependencias. Son familias con grandes capitales, en diversas formas, poder e influencias.

Por debajo de ellos, clase media serían los que tienen altos ingresos, sin duda más de 50. 000 brutos, bien por ser directivos de Compañías, profesionales a los que les va bien, pequeños empresarios con negocios prósperos con empleados a su cargo, o sin ellos si tienen una posición sin grandes dependencias. Y con cierto patrimonio. Puede ser en torno al 18% de los ciudadanos y sus familias, en el caso de España 8 millones de personas.

Y el resto, el 80%, 36 millones, forman la clase baja.

De estos una cuarta parte, 9 millones, sería clase baja alta, asalariados con buenos sueldos, con trabajos técnicos, autónomos y profesionales con ingresos aceptables, jubilados con patrimonios solventes.

La mitad, 18 millones, clase baja media, la mayoría de asalariados y pensionistas con ingresos normales y patrimonios humildes.

Y el resto, otros 9 millones, el 20% de la población total, clase baja baja, los realmente pobres, parados, jóvenes o mayores sin apoyo familiar, inmigrantes, familias desestructuradas, totalmente dependientes.

El que tiene una hipoteca y no la solicitó para sacar ventaja financiera al apalancamiento, sino simplemente porque necesitaba el dinero para conseguir una vivienda, que no se ande con chorradas: ese  no es clase alta, y seguramente tampoco es clase media.

 

La vivienda y las cuentas públicas

Lo que el Estado recaudó con el mercado de la vivienda. Grafico de Idealista.com

Lo que el Estado recaudó con el mercado de la vivienda. Grafico de Idealista.com

Ya es oficial: el agujero en nuestras cuentas ha llegado a un billón de euros. Ese es el importe de nuestra deuda pública, del que el 86 % corresponde al Estado, un 10 % a las Comunidades autónomas y un 4% a los ayuntamientos. En realidad, es el Estado central es responsable de una parte un poco menor, ya que ha soportado el fondo de liquidez de las comunidades en quiebra y los fondos para pagos a proveedores de las administraciones locales.

El caso es que las cuentas del Estado no cuadran, y son muchas las razones. Una de ellas, que nuestras hipotecas le facilitaban unos maravillosos ingresos que, de pronto, han desaparecido. Y los gastos nunca desaparecen, porque para suprimir gastos hay que cabrear a alguien, y el mayor deseo de cualquier político en nuestro sistema es poder tener a todo el mundo contento, aunque sea a costa del futuro, un futuro en el que a lo mejor gobiernan otros, que serán los que tengan que lidiar con ese toro, o comerse ese marrón, si hablamos más claro aún. De eso va la democracia, se supone

Echad un ojo a la gráfica: esos eran los ingresos que el mercado de la vivienda, a través de distintos impuestos y cargas, facilitaban al Estado, y su evolución en estos años.

El caso es que de 2007 a 2013, los ingresos tributarios procedentes de la vivienda se han quedado en menos de una tercera parte de lo que eran. ¿Veis ahora por qué nadie estaba dispuesto a detener aquella locura de los millones de pisos construidos, las hipotecas concedidas hasta al perro del apuntador y la euforia de los políticos? ¿Comprendéis ahora pro qué Rodrigo Rato, todo un ministro de Economía, dijo que “las viviendas suben porque la gente las compra y las puede compra”?

Al final las cosas siempre tienen una explicación y rara vez tiene que ver con la buena fe, al menos en estos casos en los que aparece involucrada la codicia o la especulación.

Los presupuestos municipales, los de las Comunidades Autónomas y los del Estado siguen anclados en unos tiempos en los que disponían de ese dinero. El caso es que ya no existe esos ingresos, ni tampoco existen las Cajas de Ahorros para seguir metiendo el sablazo al ciudadano por la puerta de atrás, y las cuentas acaban por cantar solas. O por desplomarse.

Acabo con una anécdota esclarecedora: en la mayoría de los ayuntamientos, los presupuestos no se diseñan viendo los ingresos y decidiendo en qué se puede gastar ese dinero. Lo que se hace, en el mundo real, es decidir primero el gasto y luego, sólo después, ir buscando de dónde va a salir ese dinero.

Y si no lo creéis, porque es increíble, preguntad a cualquiera que haya estado alguna vez en política municipal.

Es de risa.

Lo que significa endeudarse (o hipotecarse)

Hipotecados esperando solución...

Hipotecados esperando solución...

Insisto con mi manía de correr tras los conceptos. Cuando las palabras se usan mucho, acabamos por entender que significan lo que unos pocos quieren hacerlas significar, y por ese simple mecanismo se nos sustrae la capacidad de análisis, o lo que es lo mismo, la verdadera libertad. Porque ser libre sin tener ni idea de nada es una falacia.

Endeudarse significa obligarse uno a conseguir en el futuro más ingresos o tener menos gastos. Cuando firmamos una hipoteca, nos comprometemos, por treinta años, a tener unos ingresos y a reducir nuestros gastos. Los que impulsaron a los españoles a hipotecarse se portaban un poco como lo camellos, que lo único que quieren es el rendimiento inmediato sin preocuparse de lo que pasará mañana.

Una hipoteca, por fuerza, es una reducción de la demanda futura, porque una parte del dinero ya está gastado. Una hipoteca es una reducción del empleo futuro, pues al reducirse la demanda se reducen las necesidades de producción. Hipotecar a una parte importante del país, como aquí se hizo, supone, en resumen, que tendrá que haber mucho años de paro, muchos años de flojera económica y muchos años de anemia financiera, porque los recursos destinados a alimentar la economía durante tres décadas se los ha llevado alguien de golpe. Y no precisamente quien iba a poner una fábrica. Y no precisamente quien pensaba invertirlo en España.

Con el déficit público pasa lo mismo. Cuando el Estado tiene déficit, lo que está diciendo es que tarde o temprano subirá los impuesto o rebajará los servicios. Porque el déficit se paga con dinero prestado y el dinero prestado hay que devolverlo.

Eso, que tan simple nos parece, no lo comprendemos realmente en muchas ocasiones, y pensamos que se puede mantener por siempre el endeudamiento,. Por siempre la deuda y por siempre la hipoteca. Pero no.

No es de extrañar que sabiendo lo que sabemos de cuentas acabaran por hacer la Seguridad Social obligatoria. De lo contrario, mucho no cotizarían y de viejos acabaríamos manteniéndolos a escote…