Una vez más, y le he cogido gusto, empiezo con un diagrama gordo, sacado esta vez de Idealista. com.. Se trata de la tabla comparativa de los impuestos que se pagan a nivel mundial por las viviendas heredadas.
En el caso de la hipoteca, la cosa está mucho más clara: el valor hipotecado se resta del valor tasado de la vivienda, con lo que el palo impositivo puede minorarse, pero no acaba de desvanecerse tampoco.
El caso es que en España se pagan algunos de los mayores niveles tributarios a nivel mundial para el caso de heredar una vivienda, lo que no deja de desincentivar el uso de la propiedad inmobiliaria como acumulación de riqueza. Este fenómeno, que no juzgo a nivel político, es una traba más para el desenvolvimiento y resurrección de la construcción en nuestro país, porque fuere de lo justo o injusto del hecho, la cuestión real es que se construye una casa quien puede, y si a quienes pueden les ponemos trabas, tenemos que quedarnos con lso que no pueden. Es decir, con nada.
Según podemos ver en la tabla, en España se llegan a imponer tasas del 13,55% a personas que hereden una propiedad de 500.000 euros, mientras la media global se sitúa en un 3,5% por una propiedad del mismo precio. La agravante del asunto, que nos aleja de los grandes fondos de inversión y dificulta la salida del hoyo de nuestro sector inmobiliario, es que esas tasas no son homogéneas, sino que dependen del capricho delas comunidades autónomas, que legislan como buenamente les parece al respecto, compitiendo entre ellas para atraer fortunas o vot0s populistas, según el humor con que se levanten.
Una vez más, debo incidir en la distinta percepción que de este asunto se tiene dentro y fuera de nuestras fronteras: aquí, tal vez nos haga gracia que sea mejor morirse en la Rioja que en Andalucía, o mejor morirse en Madrid que en Asturias, pero cuando los inversores internacionales analizan estas cosas se limitan a marcar con una cruz la casilla de “falta de seguridad jurídica”, o la de “disparidad legislativa”, y perdemos inversión exterior a raudales.
Lo que se pretende, con el tiempo, es que el Tribunal Constitucional iguale todas estas diferencias basándose en el principio fundamental de que todos los españoles debemos ser iguales ante la ley, pero hasta la fecha, y pronostico yo que por mucho tiempo, esto va a ser de difícil aplicación, ya que muchas regiones del país basan su identidad en ser distintos, y a ser posible, mejores que sus vecinos.
Un despelote, vaya.