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Ya ni las hipotecas aguantan la morosidad

Morosea que algo queda

Morosea que algo queda

Esta crisis que todo lo puede está hundiendo todos los parámetros habituales con los que nos solíamos manejar en términos económicos y financieros. Si cada día nos encontramos con una nueva sorpresa que llevarnos a la boca, ahora nos encontramos con que la tasa de morosidad hipotecaria también se ha empezado a disparar.

Hasta hace bien poquito nos habían vendido la cantinela de que los españoles preferían quedarse sin comer a dejar de pagar la hipoteca, algo que garantizaba los pago a las entidades financieras. Sin embargo, parece que esto ha cambiado a juzgar por los nuevos datos de morosidad hipotecaria que han hecho que las grandes entidades financieras se empiecen a llevar las manos a la cabeza.

Si en 2012 el volumen de créditos hipotecarios que manejaban las principales entidades financieras de este país, concretamente las que cotizan en el Ibex 35, es decir, Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Banco Popular, Banco Sabadell y Bankinter, manejaban un volumen de 17.204 millones de euros en créditos hipotecarios morosos, en 2013, y según los datos del Banco de España, esta cifra se ha disparado hasta los 24.539 millones de euros, o lo que es lo mismo un crecimiento del 42%.

Unos datos que no dejan de ser tramposos, como bien apuntan gran cantidad de expertos económicos, y es que las entidades financieras maquillan sus cuentas con las viviendas que se quedan en propiedad. Es decir, imaginemos que una familia no puede pagar la hipoteca, entonces estaría dentro de estos volúmenes de créditos morosos. Pero al cabo del tiempo, la entidad financiera de turno se apodera de la vivienda con lo que el crédito hipotecario desaparece y así la deuda deja de ser hipotecaria.

Con esta pequeña triquiñuela los bancos y cajas van maquillando sus cuentas para poder satisfacer los intereses de sus accionistas y poder presentar así mejores cuentas ante ellos, lo que garantiza cierto estado de tranquilidad.

En definitiva, tantos años de crisis están haciendo mella en todos los sectores, y en el sector financiero más que en ninguno, como causante original de la crisis y por tanto el que debe de sufrir en mayor grado las consecuencias, aunque hasta ahora no se hayan producido en su justa medida.

¿A qué se debe la guerra de las hipotecas?

Esta es la guerra!!!!

Esta es la guerra!!!!

¿No te has enterado? ¡Qué sí, qué sí! Que se ha iniciado una guerra en toda regla por parte de las entidades financieras por captar a los pocos osados que se atreven a lanzarse a por una hipoteca, una guerra que todavía no tiene vencedores y que promete no dejar enemigos vivos por el camino.

La clave parece estar en ofrecer diferenciales por debajo del 2%, con lo que se pueden manejar hipotecas por debajo del 3%, aunque la mayoría está marcando suelos del 3%, para evitar el desmadre que pueda hundirlas aún más, pero en cualquier caso se trata de hipotecas realmente atractivas, especialmente en los tiempos que corren.

Pero, ¿tienen trampa?

Por supuesto que sí, no te vayas a dejar engañar. Tienes que tener en cuenta que las entidades financieras salieron escaldadas de la burbuja inmobiliaria que ellas mismas generaron y ahora se cuidan muy mucho a la hora de conceder una hipoteca.

Así que no te creas que todos podremos acceder a estas hipotecas baratitas, baratitas, nada de eso, están reservadas para gente con gran poder adquisitivo, o al menos con la capacidad suficiente como para hacer frente a todas las garantías que exige la entidad financiera.

Y, ¿a qué se debe esta guerra?

El mayor negocio de las entidades financieras, no nos engañemos, son las hipotecas, ya que es la mejor forma de tener a un cliente durante largo tiempo, cobrándole unos intereses más que interesantes para ellos a la vez que se le pueden ir vendiendo diferentes productos a través de la venta cruzada.

Con ello se busca la fidelización del cliente con la entidad, algo cada vez más difícil de ver, y de esa manera las entidades pueden obtener beneficios, no ya solo en el corto plazo, sino, sobre todo, en el medio-largo plazo, con todo lo que ello les puede reportar.

En definitiva, la guerra está servida, y nosotros somos la carnaza, es el momento de ser inteligentes y aprovecharse de este nuevo fenómeno sin caer en los mismos errores del pasado. Recuerda que los bancos y cajas solo quieren ganar dinero, y para ello tú lo tienes que perder, no hay otra alternativa.

La hipoteca y el tío que pasea

Pues busqué el paso de la oca y salió esto...

Pues busqué el paso de la oca y salió esto…

A ver si el señor Rajoy se entera de una vez: un líder sin seguidores es un tío que pasea.

Si nuestro Presidente se enterase de eso comprendería el por qué de tanta desafección entre sus ciudadanos, de tan poco aprecio entre sus votantes y la altísima intención de abstención entre los que le apoyaron la última vez.

Y con las hipotecas pasa igual.

Un banco que no da préstamos, es una churrería sin humo. Un banco que no se dedica a tomar el dinero de muchas personas, pagar un interés a los depositantes y prestar más tarde ese dinero a un interés superior al pagado, se sigue llamando banco, pero ha dejado de serlo en el modo en que lo conocíamos para dedicarse a otra actividad. Y la naturaleza del negocio debe de ser del todo inconfesable, puesto que no hay quien quiera meterse a describirla.

¿Y qué está pasando? Pues un poco eso. Que nos dicen que el crédito a las empresas mejor a un poquito, y que mejora también un poco, mínimamente, la concesión de hipotecas, peor luego resulta que si nos ponemos a mirar los requisitos para estas operaciones y las condiciones de solvencia para los clientes a los que van dirigidas, nos quedamos otra vez encogidos de hombros: empresas públicas, o clientes subvencionados, como los jóvenes a los que en algunas comunidades autónomas se les dan subvenciones para su primera vivienda.

¿Tenemos entonces un negocio bancario o hipotecario? ¿Tenemos algo que se parezca a instituciones financieras, que recogen el ahorro y lo canalizan para convertirlo en inversión, como dice la teoría clásica? No. Tenemos no sé qué, montando una vez más no sé sabe cual tejemaneje para ganar dinero si se puede o conseguir que lo paguemos a escote si se pierde, como ya sucedió. Si esta vez el plan pasa por cobrar las pérdidas de antemano, a través de subvenciones, en vez de cobrarlas a posteriori a través de rescate, pues oye, ¡que me alegro”!

Pero no, de momento, con las condici0nes que vemos, los intereses que pagan por las cuentas corrientes y los requisitos que ponen para conceder una hipoteca a un tipo normal de la calle, no consiguen convencerme de que un banco es un negocio normal que hace operaciones normales.

Nuestros líderes son tíos que pasean y nuestros bancos, pues no sé… mejor no pensarlo.

Más madera, esto es la guerra

¡Qué empieza la guerra!

¡Qué empieza la guerra!

2014 ha llegado repleto de sorpresas, sorpresas relativas ya que es como el cuento de nunca acabar, como una historia repetida que ya hemos vivido y que acabó convirtiéndose en una pesadilla de la que todavía no nos hemos despertado y parece que hay mucha noche todavía por pasar.

El caso es que las entidades financieras se han vuelto a lanzar a una guerra de guerrillas con el tipo de interés de sus hipotecas, teniendo como único objetivo empezar a deshacerse de la ingente cantidad de viviendas que todavía acumulan en su posesión, tratando de tentar a las familias para que vuelvan a caer en el mismo error.

Y es que no hay nada como una hipoteca barata para que todos nos empecemos a plantear si no es mejor comprar que alquilar, porque por el mismo precio podemos tener algo en propiedad, pero, ¡ay, amig@!, no olvides lo que nos ha pasado, el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirlo, y no lo digo yo, lo dice la historia misma.

Pero no solo eso, resulta que muchas de las entidades financieras que se están lanzando a la caza y captura de los incautos lo hacen desde la posición de privilegio que supone el haber sido rescatados, es decir, no juegan con su dinero, sino con el tuyo y con el mío, compitiendo con otras entidades que sí han sido siempre solventes y que ahora se encuentran con una situación que les resulta insostenible.

De todas formas, no te fíes mucho de los bajos tipos de interés que están ofreciendo, porque la mayoría llevan trampa incorporada, trampa en forma de vinculación excesiva, una vinculación que condena a las familias durante largo tiempo. Además, no están al alcance de todos los bolsillos sino que exigen una solvencia a prueba de bombas.

En definitiva, parece que 2014 amanece con guerra de precios en las hipotecas, una guerra que no debe cegarnos ya que no podemos olvidar de donde venimos y hacia donde vamos, todo lo que hemos sufrido y lo que nos está costando levantarnos. Si puedes, aprovecha las ofertas pero con cautela, mucha cautela.

Cuando debes más de lo que tienes

Cavando tu propia tumba

Cavando tu propia tumba

Poco a poco van aflorando las consecuencias últimas de la crisis, por si hubieran salido pocas hasta ahora, y se acaba de publicar un estudio elaborado en base a los datos del Instituto Nacional de Estadística, o sea que no es muy sospechoso, el cuál revela un dato demoledor como es el hecho de que casi un 10% de las hipotecas activas están por encima del valor del inmueble sobre el que fueron constituidas.

Esto se debe a la tremenda caída del precio de la vivienda durante estos años de crisis lo que ha provocado que las hipotecas firmadas hace cuatro o cinco años, sobre un valor de mercado claramente inflado por la burbuja inmobiliaria, ahora se hayan quedado por encima del valor de mercado de estas viviendas.

¿Qué consecuencias tiene este hecho?

Sin duda, el empobrecimiento de estas familias, que ahora mismo tienen una deuda por encima del valor de la vivienda que poseen, es decir, aunque vendieran la vivienda por el valor de mercado que se pudiera determinar en una negociación de compraventa seguirían manteniendo una deuda con la entidad financiera.

Ello les condena a una situación de estrangulamiento financiero que les evitará salir de la crisis aún cuando ésta se aleje del panorama de las cifras macroeconómicas, porque nada parece indicar que el precio de la vivienda pueda llegar a subir a valores de antes del estallido de la burbuja y comienzo de la actual crisis.

Este hecho se está dando principalmente en las viviendas adquiridas en los últimos seis años, es decir, durante el período de estallido de la crisis y posterior evolución, ya que fue en ese justo momento cuando las viviendas alcanzaban su máximo valor, totalmente alejado de la realidad del mercado y de la economía española.

El problema es que hay poca solución plausible a esta situación más allá de que estas familias tengan que sufrir la consecuencia de sus actos y de la actuación de la burbuja inmobiliaria, con lo que cerca de 600.000 familias han quedado condenadas a vivir endeudadas durante los próximos años y con ello a empobrecerse de manera importante.

¿Giro de 180 grados en los diferenciales?

La nueva milonga de la banca

La nueva milonga de la banca

Bankinter fue la entidad que inició las hostilidades a finales del año pasado lanzando su hipoteca con un diferencial del 1,95%, y parece que la cosa ha cuajado porque otras entidades están queriendo entrar en la refriega con el objetivo de captar a los pocos aventureros que se atreven a embarcarse en nuevas hipotecas.

De hecho, algunos analistas empiezan ya a hablar de que en este 2014 los diferenciales podrían empezar a bajar y colocarse en valores mucho más competitivos, algo que choca frontalmente con la realidad que nos encontramos en la mayoría de las hipotecas que siguen ofreciendo las entidades.

Sí es cierto que pudieran aparecer determinados productos hipotecarios con un diferencial bajo, tratando de captar la atención de los clientes, pero lo cierto es que al final el poder acceder a este tipo de productos será muy complicado por los requisitos excesivamente rigurosos que se necesitarán.

Por ejemplo, y sin irnos más lejos, la hipoteca Sin Más de Bankinter, con un diferencial al 1,95%, exige un elevado grado de vinculación a la vez que unos ingresos que superen los 3.000 euros mensuales, una cantidad de la que hoy en día pocas familias pueden presumir, habida cuenta de la caída generalizada de los salarios.

En definitiva, todo apunta a que se trata más de un ejercicio de marketing que de realidad efectiva, de esa que un ciudadano se encuentra cuando acude a su entidad financiera a solicitar una hipoteca.

Porque lo único cierto hasta ahora, y los hechos no lo están contradiciendo, es que sigue siendo muy difícil, casi imposible, lograr la concesión de una hipoteca y cuando se consigue ésta es a unos diferenciales muy elevados, a no ser, claro está que se apueste por una de la viviendas de los bancos.

Así que no hay que dejarse engañar por la publicidad revestida de estructura y formato de noticia, porque no deja de ser más que publicidad con el objetivo de que los consumidores entren en una entidad determinada, y una vez allí conseguir que se apueste por un producto que interese más a la entidad. Es la misma estrategia que utilizan las grandes superficies de alimentación, tres o cuatro productos a un precio muy competitivo, para que luego el cliente acabe comprando otras cosas. ¡Está todo ya inventado!

Aguas turbulentas para el 2014

Entre la yema de los dedos

Entre la yema de los dedos

El año 2013 se nos va entre las manos y apenas nos hemos dado cuenta, más que nada porque muchos apostaban a que sería el año del comienzo de la recuperación y nos hemos dado de bruces con la cruda realidad, una realidad que nos habla de un estancamiento generalizado de todo el sector, tanto a nivel de compra-venta de inmuebles como de concesión de hipotecas.

Ya sabíamos que comprar o vender un piso se había convertido en una quimera prácticamente inalcanzable para la inmensa mayoría, pero ahora vemos que no sólo eso, sino que además las entidades financieras están apostando a cubrirse las pérdidas con un incremento del precio.

Y el precio de las hipotecas, más allá del tipo utilizado para fijar la base del tipo de interés que se aplicará, viene determinado por el diferencial que las entidades financieras aplican sobre ese tipo, generalmente el Euríbor, al menos hasta ahora, y que marca la diferencia, o debería de hacerlo, entre las diferentes entidades.

Porque a pesar de que el Euríbor ha venido manteniendo una tendencia claramente a la baja durante los últimos años de crisis, lo cierto es que los tipos de interés que se aplican a las pocas hipotecas que se conceden se han ido manteniendo estables o incluso creciendo.

¿Por qué?

Muy sencillo, porque las entidades financieras han ido incrementando los diferenciales de manera continuada. De hecho, varios indicadores más o menos oficiales, determinan que durante este mes de diciembre que ahora se nos va el diferencial
aplicado por las entidades ha estado cercano al 3% en media.

Es decir, que de poco habrá servido que el Euríbor se sitúe por debajo del 1%, si luego los bancos y cajas lo compensan con el diferencial y nos encontramos con tipos de interés que, en el mejor de los casos, es decir, sin un suelo que sirva de barrera, se sitúan sobre el 3-4%.

Y lo que es peor, nada hace indicar que en el nuevo año que en breve comenzará la situación pueda llegar a cambiar de alguna forma, más bien al contrario, porque los indicadores inmobiliarios siguen por una senda nefasta a todas luces.

El año que vivimos peligrosamente

¿Feliz año nuevo?

¿Feliz año nuevo?

Los años pasan, y ya van cinco, y no parece que nadie de con la tecla adecuada para conseguir salir de este pozo en el que nos encontramos sumergidos hasta lo más profundo de nuestro ser y de nuestra propia miseria, un pozo que nos está arruinando a todos los niveles, como país y como los individuos que lo conformamos.

Los políticos no hacen otra cosa más que arrojarse responsabilidades entre ellos, unos hablando de herencias recibidas y otros de que demasiado hicieron, pero la única realidad es que cada vez más familias son expulsadas de sus casas por no poder hacer frente a sus obligaciones hipotecarias, y cada vez más viviendas están totalmente vacías, a verlas venir.

La situación clama al cielo, al infierno, o a cualquier deidad que te quieras inventar, porque la sociedad se está empobreciendo a pasos agigantados, olvidando ya que un día todos quisimos ser ricos y acabamos muriendo en el intento, una muerte lenta y dolorosa de la que ahora todos somos víctimas.

Ya nadie acierta a darnos un año aproximado para la salida de esta situación, las cifras bailan sin fijar un horizonte esperanzador y no nos queda otra que seguir esperando a que a alguien, a alguien con algo de poder, se le ilumine la bombilla y de con la tecla adecuada para sacarnos de donde estamos.

Parece evidente que las políticas de nuestro gobierno están siendo equivocadas, o al menos que no están fomentando la recuperación. En pos de la cuadratura del círculo presupuestario se están cargando toda la red económica del país y mucho me temo que aunque salgamos de esta situación lo haremos mucho más debilitados de lo que nunca estuvimos.

La virtud está en el punto medio, ya lo decían los filósofos griegos, un punto medio que debe de encontrar el equilibrio entre la austeridad y los incentivos a la economía y no aferrarse a unos conceptos de ahorro mal entendido que no están haciendo otra cosa más que llevarnos a la ruina más absoluta.

Confiemos, amig@, en que este año 2014 que está a punto de comenzar sea el del inicio del cambio de rumbo de nuestras políticas, más un deseo que una esperanza, porque si no acabaremos todos por tirarnos los zapatos a la cabeza.

Hipoteca a la europea

Por fin hacemos algo!!!

Por fin hacemos algo!!!

Parece que por fin somos europeos, pero de verdad, al menos en lo que se refiere a las hipotecas porque el Parlamente Europeo ha aprobado una nueva directiva referente a este producto financiero en virtud del cuál se intentan proteger los derechos e intereses de los consumidores ante los abusos habituales de las entidades financieras.

En este sentido, lo que más destaca de esta nueva directiva es el hecho de que se exige una información transparente y comparable, de manera que los consumidores puedan comparar en todo momento las ofertas de dos o más entidades financieras en lo que se refiere a la concesión de su hipoteca.

Con esto se pretende fomentar la competencia sana entre las entidades y garantizar así que los consumidores puedan disfrutar de las mejores condiciones en todo momento. Además, se añade que no se podrán vincular otros productos financieros, con lo que los hipotecados dejaremos de estar extorsionados por las entidades financieras al respecto.

Por otro lado, también se intentará potenciar la figura de la dación en pago en los contratos hipotecarios y garantizar que los bancos y entidades financieras denieguen las hipotecas en el caso en el que la capacidad de reembolso de la familia en cuestión no sea la adecuada.

Con esto último se intenta luchar contra la formación de una nueva burbuja inmobiliaria como la que nos ha traído al lugar donde nos encontramos y que tuvo su gran fundamento en la concesión indiscriminada de hipotecas durante años y años, que provocó un incremento artificial de los precios de la vivienda y que miles de familias se encuentren ahora en una situación desesperada.

En definitiva, es un intento de las autoridades políticas por conseguir dotar de sentido común a un mercado totalmente caótico, como es el hipotecario, un caos en el que nos hemos movido durante estos años sin que nadie haya querido hacer nada al respecto, por favores debidos o por intereses sobrevenidos.

Es evidente que con esta directiva no se resuelven todos los problemas, pero también está claro que al menos es un paso en la buena dirección, y como tal lo debemos de recibir, con moderado optimismo.

El vaso medio lleno o medio vacío

Hipotecas sí o no

Hipotecas sí o no

Todo en la vida depende del color del cristal con el que se mire, y claro, el mundo económico, en general, e hipotecario, en particular, no iba a ser menos, y estadística tras estadística nos damos de bruces con esta realidad que no hace sino demostrarnos que nada es ni blanco ni negro, ni podemos apostarnos la vida a que el vaso esté lleno o vacío.

Y es que el INE acaba de publicar los datos referentes al nuevo número de hipotecas constituidas durante el pasado mes de septiembre y el dato es realmente desalentador. Se ha producido una caída interanual del 30,9% para sumar un total de 41 meses consecutivos de caídas, algo que evita cualquier tipo de esperanza en cuanto a la recuperación del sector inmobiliario.

Sin embargo, y ahí la pequeña luz al final del túnel, para el que quiera soñar con ella, nos encontramos con que esta caída es menor que la que se produjo en el mes de agosto, cuando la caída fue del 41,7%, por lo que algunos agoreros de la buena fortuna, si se me permite la expresión, ya se han lanzado a calificar esta estadística de rotundo éxito general.

Sí que es cierto, sin embargo, que se pueden advertir algunos síntomas de mejoras, no muchos, no te vayas a pensar. El principal es que el importe medio de las hipotecas concedidas ha crecido ligeramente, lo cuál es una gran noticia porque supone que se empiezan a vender pisos de mayor valor, dado que las entidades financieras se cuidan muy mucho de conceder hipotecas por encima de un determinado porcentaje.

En concreto, nos encontramos con que tras los 95.702 euros, de importe medio para las hipotecas durante el pasado mes de agosto, en septiembre el sector cerró con 97.298 euros, aunque todavía estamos en datos negativos si nos fijamos en la comparación interanual, con una caída del 5,5%.

En definitiva, estamos mal, pero menos, o estamos bien, pero no tanto, tú eliges. Mi opinión es que el enfermo inmobiliario español no está, ni mucho menos, curado sino que todavía se encuentra en un claro estado de coma inducido, inducido por nuestro dinero canalizado a través de nuestros gobiernos.

Las peores previsiones pueden haberse quedado cortas

Escenarios y previsiones

Escenarios y previsiones

Pues sí, hemos salido del rescate bancario y lo han anunciado a bombo y platillo, con desfiles de gigantes y cabezudos. Los gigantes eran de cartón y los cabezudos prefiero no mencionarlos por su nombre, pero así ha sido.

Sin embargo, cuando la troika ha comparado la situaación de la economía española con las previsiones que se hicieron en su momento, resulta que estamos entre el escenario central (ni bueno ni malo) y el más adverso de todos, con algunas cifras aún peor de lo que se estimó para lo que se pintaba como un armagedón económico.

Le echamos un vistazo a los datos reales, o a los que tenemos, vaya, porque no sé ya si hay alguien que conozca los datos reales:

– El crédito concedido a empresas ha caído por encima de la peor de las previsiones. Según los datos del FMI, 2013 se saldará con una caída del crédito a las empresas del 9,4%, cuando en el peor de los escenarios posibles se pensaba en un descenso del crédito del 5,3%. Tenemos, por tanto, que las empresas han visto menguado su crédito en casi el doble de lo previsto en el caso más horrible. He insistido mucho en eso y se confirma: hay dinero, hay saneamiento de cuentas, pero no llega a la economía real, en gran parte porque el Estado lo absorbe todo a través de la deuda pública.

-El crédito a las familias parece un poco mejor, pero sólo un poco, y también se acerca a la peor de las previsiones. En 2013, los préstamos a los hogares bajan 4,2%, y el peor escenario posible fijaba un 6,8% de descenso. Las causas, pro supuesto, son las mismas que las citadas en el punto anterior, unidas al hecho de que los bancos encuentran cada vez menos familias que cumplan los criterios de solvencia para poder considerarlos préstamos seguros.

-El precio de la vivienda no parece encontrar suelo. Esto, que puede parecernos positivo es realmente malo, porque si los bancos y las familias tienen en viviendas sus principales activos, la devaluación de estos conduce a la quiebra técnica tanto a entidades como familias. La comparación entre la realidad, con descensos del 9,4% y el peor de los escenarios previstos, que hablaba de un 4,5% es desalentadora. Caen los precios y caen las hipotecas concedidas: un cóctel peligroso. Si a esto le añadimos que un buen pellizco del dinero de todos los españoles está sepultado en el Sareb, el banco malo, y que este banco tiene sobre todo inmuebles, las pérdidas no son sólo privadas, sino que vamos a pagarlas todos a escote, tengamos o no una hipoteca pendiente.

Y esto, sólo con la evolución actual, mientras nos cuentan que la economía está repuntando hacia mejor.

No sé si será cierto o no, pero con estos datos, lo que me parece claro es que cualquier mejora será sólo temporal, porque es imposible de con solidar una mejora en la actividad y la inversión mientras no fluya el crédito y mientras las familias no puedan ayudar a que se recupere la demanda.

Sin dinero y con devaluación de activos, no hay recuperación. Es de libro.

El Supremo insiste en negar la validez de las cláusula suelo

Luchando contra lo imposible

Luchando contra lo imposible

Está claro que las cláusulas suelo, esas grandes desconocidas años atrás, se han tornado en protagonistas principales durante los años de la crisis como consecuencia de la caída del Euríbor y la desagradable sorpresa que muchas familias se han llevado cuando han comprobado como su cuota mensual no bajaba tanto como debería.

Las entidades financieras se han venido escudando en el hecho de que estas cláusulas suelo estaban debidamente informadas en los contratos hipotecarios, además de ser contrarrestadas por las cláusulas techo, sin detallar que las primeras eran accesibles y alcanzables en un mercado normalizado, mientras que las segundas eran totalmente inalcanzables.

De esta manera, las entidades financieras se aseguraban que las cuotas mensuales de las familias hipotecadas se incrementaran sin solución de continuidad con los aumentos del Euríbor, mientras que se garantizaban que cuando se producían caídas del Euríbor la bajada de la cuota no fuera tan importante, y siempre con un límite.

Pues bien, ahora el Tribunal Supremo, tras varias sentencias de Tribunales provinciales al respecto, ha sentado claramente las bases al fallar en contra de estas cláusulas suelo siempre y cuando no fueran lo suficientemente claras y no hubieran sido explicadas en detalle a los clientes.

En definitiva, el Tribunal Supremo no va contra la cláusula en sí, faltaría más que un tribunal impidiera una cláusula contractual de cualquier tipo, sino que contra el hecho de la falta de transparencia y de información, de manera que la entidad financiera hacía uso de su posición de poder ante sus clientes.

Con ello se demuestra una vez más que durante años y años las entidades financieras han campado a sus anchas por los terrenos pantanosos de sus propias trampas legales, aprovechándose de que la liquidez imperante y los bajos tipos de interés permitían a las familias no preocuparse en exceso por unos pocos euros arriba o abajo.

Sin embargo, las tornas cambiaron y de repente nos encontramos con la situación totalmente contraria, con la crisis todos miramos hasta el último céntimo y hemos empezado a darnos cuenta de determinadas actitudes abusivas de las entidades financieras que no hacían sino dañar nuestra economía familiar.

De hecho, si los bancos no hubieran producido tal sangría la crisis no hubiera sido tan dañina como ha terminado siendo.