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¿Cual es nuestro hueco en el mercado?

Fabricado a seis mil kilómetros

Fabricado a seis mil kilómetros

El otro día hablaba de que vivimos en un mundo de precios únicos, y creo que hay que explicar qué es eso.

Los precios son únicos cuando las trabas del comercio exterior y las dificultades de transporte se reducen hasta el punto de que un competidor a dos mil kilómetros, o a siete mil, puede ser quien decida el precio máximo al que puedes vender. A esto, algunos le llaman efectos d ela globalización, pero la globalización es un fenómeno mucho más complejo y , por eso, al hablar de comercio y competitividad, prefiero siempre hablar del problema de los precios únicos.

El ejemplo más claro lo viví yo mismo hace dos semanas, al querer buscar un proveedor de latas de metal para un pequeño artefacto que podía ser comercializado como regalo: busqué en primer lugar en España y acabé recomendando hacer el pedido en Corea, con un prtecio qure no alcanzaba la quinta parte del español.

Así las cosas, ¿cual es el lugar de nuestra economía?

Cada vez parece más evidente que el hundimiento del sector de la construcción supuso un daño doble: por una parte, se perdió un sector que generaba un volumen gigantesco de empleo directo e indirecto, y por otro lado, se hundió uno de los sectores más difíciles de deslocalizar. Con los problemas de la construcción, por tanto, nuestra economía no sólo era más pobre, sino también más vulnerable.

Pero de nada sirve llorar. Nadie va a pagar dos euros por una lata que puede comprar a cuarenta céntimos. Ni siquiera nosotros lo hacemos. ¿Cual es la salida que nos queda? ¿Bajarnos los salarios para competir en precios, como China, o Bangladesh?, ¿o subir la calidad para competir en marca, como hace Alemania, con su Made in Germany, a la que no parece afectarle el precio?

Nuestro nicho natural debería ser la innovación, pero nuestro sistema educativo, basado en que todos somos guays y nadie es tonto, parece conducirnos a un escenario bastante sombrío, en el término medio, donde los hay que trabajan más barato que nosotros y los hay que trabajan mejor.

¿Cual es nuestra esperanza? Que la globalización termine. Que el mundo se haga cada día más grande y el transporte suponga, cada día, una parte mayor del precio final de un producto.

Ya veis qué curioso: quizás la subida del precio del petróleo sea nuestra única salvación. No hay problema que no se pueda convertir en oportunidad.

Cosas del mundo actual…

La hipoteca y la sospecha

Población mundial, en miles de millones de personas

Población mundial, en miles de millones de personas

Hoy voy a hablar del tema hipotecario en un tono completamente distinto al habitual, y lo aviso para que los lectores habituales no crean que alguien me ha suplantado o me ha abducido algún sustituto.

Amigos, aquí está pasando algo raro. Los tipos de interés han bajado a extremos inimaginables en el mundo entero, y la inflación, por su parte, no se dispara. De hecho, ni se despeina. ¿Y eso por qué? Porque esta crisis se basa en dos problemas que no han recibido ni atisbo de solución y, por tanto, su origen permanece intacto.

—Por un lado tenemos la fabulosa deuda pública de nuestro país, de todas las naciones desarrolladas de nuestro entorno y de los países que hemos considerado referencia en los últimos años. ¿Cómo es posible que yodos estemos, a al vez, endeudados hasta las trancas?  La respuesta es bastante fácil: porque tenemos un nivel de gasto que no tiene nada que ver con el nivel de ingresos de los Gobiernos. La explicación para esto puede ser técnica o política, meterse en semejante berenjenal puede llevarnos a una discusión absurda, pero lo resumiré diciendo que puede ser que el dinero se haya refugiado donde no paga impuestos (paraísos fiscales), o que los Gobiernos son incapaces de recaudar más impuestos sin perjudicar a su vez al empleo, sobre todo en un mundo de precios únicos. ¿Y que´es eso de losa precios únicos? Un día de estos lo cuento…

—En segundo lugar, tenemos el problema energético y poblacional. Mientras el sistema económico capitalista se base en el crecimiento, tendremos que asumir que su base teórica es falaz, ya que el crecimiento no puede ser ilimitado en un entorno limitado. Crece la población, crece el consumo de recursos y crece el consumo energético. Con esto comienza la escasez y de ahí el encarecimiento, pero un encarecimiento que no es temporal, sino estructural.

¿Y dónde está mi sospecha? Mi sospecha reside en que todo el dinero que se está inyectando en los mercados a través de los bajísimos tipos de interés está sirviendo para cubrir agujeros pasados, pero no para reactivar la economía real. Los agujeros pasados son aún mucho, muchísimo más gordos de lo que nos dijeron.

La prima de riesgo española, por ejemplo, mejora por esta abundancia de liquidez, no por una mejoría de nuestras finanzas. Lo que va a costar mucho tiempo será ver fluir el crédito de nuevo a empresas y particulares. Y sin ese crédito no hay ni consumo, ni hipotecas, ni recuperación que dure más allá de un par de trimestres.

Lo que dura la euforia del que ya está hato de crisis y quiere creer que ha terminado, vaya…

Toda insistencia es poca...

Toda insistencia es poca...

Los pisos no van a subir en 2014. Razones (III). Desesperación por vender

Gente esperando a que baje un piso

Gente esperando a que baje un piso

Que no, que los pisos no suben. Que la jugada esa de compre hoy, y compre ahora, porque dentro de veinte minutos pagará el doble, sólo funciona con los billetes de algunas aerolíneas de bajo coste, y sólo si no borras las cookies o no vas a buscar a otro sitio, como el ordenador de una biblioteca.

Con la vivienda, es mejor no caer en ese canto de sirena, porque los precios no van a subir en 2014 y, nos cuenten lo que nos cuente, no estamos ahora ante la gran y única oportunidad de nuestra vida. Si somos caprichosos y queremos un piso determinado, pase. Si lo que queremos es un sitio para vivir, mejor esperar un poco porque de momento, no suben los inmuebles.

¿Y cómo podría ser de otro modo con los descuentos que plica el Sareb, nuestro bienamado banco maloso?

El descuento en el valor de los activos inmobiliarios que han sido transferidos a la Sareb  llega a nada menos que el 54,3% en vivienda y el 63% en obra comenzada. Esto provocará que en los próximos trimestres salgan al mercado viviendas con unos precios reducidos, y que además hay que vender cuanto antes, porque la cosa apremia.

A esto, hay que añadirle la profecía autocumplida que se genera en la calle viendo la preocupación de los que tienen necesidad de vender y no venden:  las compras de vivienda se aplazan por la expectativa deflacionista, con una componente añadida que es la muerte del mito. Parece una broma, pero el hecho de que se haya demostrado falsa la frase “los pisos no bajan nunca”, inclina también los precios a la baja por la defección, y desafección, de todos los seguidores de esta frase, casi mantra religioso.

Por tanto, añadimos una razón más para no prever subidas en 2014: expectativas bajistas combinadas con desánimo por parte de los vendedores.

¿Y las hipotecas? Bien, gracias. Durmiendo las dejé.

Los pisos no van a subir en 2014. Razones (II). Su precio actual objetivo

Más expectativas

Más expectativas

Seguimos con las razones por las que los precios no van a subir en el próximo año. Que no se diga, si me equivoco, que no me he querido mojar.

La segunda razón, es que el precio de los pisos sigue siendo caro si objetivamos su precio. ¿Y eso cómo se hace? Pues con estadística, y comparando los resultados a los precios de otros países y de otras épocas.

Desde sus máximos allá por 2007, la vivienda ha caído alrededor de un tercio en su valor. Pero el precio objetivado no se mide en dinero, por raro que parezca, sino en esfuerzo, y como los salarios también han bajado, tenemos que el esfuerzo para comprar una vivienda no ha descendido esa misma tercera parte, sino mucho menos.

En teoría, y tomando esos datos, el precio de la vivienda debería estar cerca de cinco veces la renta disponible. Una persona que gana treinta mil euros al año, suele aspirar a un piso de ciento cincuenta mil, para seguir el ejemplo. Actualmente, los precios de la vivienda, y ya con las bajadas acumuladas, se acercan a seis veces la renta disponible anual, con lo que esa variable, por sí sola, nos indica que la vivienda tiene que bajar aún entre un quince y un veinte por ciento para acercarse a lo que se considera su valor asequible, aun cuando ha disminuidos de momento el coste de financiar una hipoteca

La otra opción sería que se elevara esa renta disponible, ¿pero alguien cree que la actual dinámica de empleo y salarios va a hacer que mejoren los salarios medios en 2014? Yo no, francamente, y mucho me temo que veamos todo lo contrario en esta extraña carrera hacia el objetivo final de producir más barato pero no tener a quién vender lo producido. Por eso, el año entrante, no puede subir la vivienda.

Otra causa que podría abaratarlos sería la introducción de incentivos fiscales para su compra, pero precisamente hemos estado hablando de eso en artículos anteriores: el Gobierno lleva justo el camino contrario, pensando en eliminar la deducción por vivienda en un intento desesperado de elevar la recaudación. Por ese lado, entonces, tampoco hay muchas esperanzas.

Si los precios son objetivamente elevados y la renta disponible no crece, ya que los salarios reales descienden, es difícil que los precios suban.

Pero hay más razones y las iremos abordando.

Entre tanto, ¡feliz año nuevo a todos!

No va a subir la vivienda en 2014. Razones (I). Lo que se amontona…

Expectativas

Expectativas

La pregunta que más a menudo escucho en las conversaciones sobre temas inmobiliarios es si va a comenzar a subir de nuevo la vivienda en 2014, después de que los últimos datos hablen de un gran frenazo en su caída.

No es una pregunta baladí, y es lógico que se preocupe mucha gente por el tema, tanto los que quieren vender la suya, como los que están pensando en adquirir en una vivienda: la vivienda representa el mayor gasto en la vida de una gran mayoría de personas y también la mayor acumulación o reserva de riqueza de otras muchas, con lo que su precio determina el futuro financiero de las familias.

Precisamente por la relevancia del asunto, me he decidido a crear una pequeña serie sobre este tema, absolutamente central en un blog de hipotecas.

La respuesta la tenéis en el título. NO. No va a subir la vivienda.

Y la primera razón para afirmarlo es la primera que esgrimiría cualquier economista clásico. La oferta es altísima, y se trata de una oferta cada vez más desesperada por vender. En esas condiciones, la presión a la baja sobre los precios es tremenda y dificulta enormemente un repunte de precios.

Aunque la cifra no se puede conocer con exactitud,  España cuenta en la actualidad con un stock de viviendas sin vender que oscila entre las 700.000 y las casi 2 millones de unidades , aunque algunos hablan de que se supera largamente esa cifra si entra en el mercado la oferta oculta, es decir, aquellos que venderían una vivienda si el precio mejorase un poco.

Posiblemente, parte de estas viviendas tengan que ser derribadas porque no se venderán nunca, ya que se encuentran en ciudades fantasmas o directamente creadas por algún pelotazo inmobiliario, pero el resto tendrán que venderse muy, pero que muy despacio, y sólo cuando hayan salido al mercado los mejores lotes.

Estamos ante el típico caso del canario en la mina: mientras haya buenas promociones con viviendas sin vender, no se podrá hacer nada por vender las regulares y aún menos por colocar las malas. Nada, por supuesto, salvo bajar sustancialmente los precios, lo que viene a demostrar la premisa: que los precios no subirán en 2014.

Pero hay más razones. Pienso seguir…

Hoy sólo una cosa más: Feliz Nochebuena a todos.

¿Desaparecerá la desgravación por primera vivienda?

Deliberación presupuestaria

Deliberación presupuestaria

En la larga colección de globos sonda que padecemos todos los años, destaca en esta ocasión el comentario, reiterado y preocupante, de que el Gobierno planea eliminar la deducción por compra de vivienda habitual, y esta vez con carácter retroactivo.

No cabe duda que, de confirmarse, este sería un gran golpe para las economías familiares, muy castigadas ya por la crisis, pero analicemos el asunto más de cerca:

Retroactividad: este es uno de los mensajes favoritos de los españoles: nada puede ser retroactivo, porque supondría cambiar a media partida la reglas del juego, con lo que no se puede llevar adelante esta medida. Desde mi punto de vista, se trata de una idea absolutamente falsa, y además interesada, que generalmente se utiliza para exigir que yodo quede como estaba y no se hagan reformas. En el caso de las hipotecas, que es el que abordamos aquí, no se puede cambiar retroactivamente las condiciones de la hipoteca, pero sí su tratamiento fiscal, pues todos los años, con la Ley de Presupuestos Generales del Estado, se modifican los tributos. Decir que la desgravación no puede eliminarse por ser esto una medida retroactiva es como decir que no se pueden subir los impuestos de la gasolina, porque cuando yo compré el coche, valía el litro a 90 pesetas. La ley de Presupuestos Generales es anual y cambia los impuestos, y las desgravaciones, de un año para potro.

Impacto económico: Eliminar esta subvención, porque se trata de una subvención directa a la compra de vivienda, supondría la recaudación de unos 4.000 millones de euros para el Estado. Hablamos, por tanto, de una subida de impuestos, una más, de un Gobierno que llegó al poder prometiendo justamente todo lo contrario. Por otroa parte, es muy difícil de comprender que se sigan subiendo los impuestos al trabajo y se defienda a los propietarios de piso, cuando un trabajador que vive en alquiler lo está pagando absolutamente todo. Desde el  punto de vista político la medida es muy discutible, tanto desde la derecha como desde la izquierda.

-Efectos colaterales: La desaparición de la desgravación por compra de vivienda habitual podría representar la puntilla para el mercado inmobiliario y, peor aún hacer que los bancos se queden por los siglos de los siglos con las carteras inmobiliarias en sus balances. Esto, y no otra cosa, es lo que está haciendo dudar al Gobierno. Si desaparece la desgravación, los pisos vacíos serán más difíciles de vender, los bancos tardarán más en sanearse, y el Sareb, el banco malo, que es de todos, recuperará aún menos de lo se preveía, con lo que nos encontramos con que a lo mejor perdemos  más pro ahí de lo que ganamos con la recaudación de IRPF.

Así las cosas, veremos en qué para el asunto, pero mi apuesta es que no se atreverán a tocar nada.

¿Quién apuesta en contra?

Pasando revista al panorama bancario

Más o menos lo que tenemos hoy en día...

Más o menos lo que tenemos hoy en día...

Parece, dicen comentan e insisten en que la cosa va mejorando. Hoy han saldo los datos del paro del mes de noviembre y son los mejores de toda la serie temporal, desde que se apuntan estas cosas.

A mi juicio, habrá que ver todavía lo que dice la Encuesta de Población Activa, no sea que los cuarenta mil parados menos se conviertan en cien mil emigrantes más, cosa que no me extrañaría teniendo en cuenta el pelaje de los que nos gobierna, pero no adelantemos acontecimientos.

Lo cierto es que por razones económicas o coyunturales, el crédito a las familias y a las empresas se sigue contrayendo a niveles nunca vistos.Los últimos datos que tenemos son del mes de Octubre, y aunque asustan mucho no dejan de reflejar el hecho de que el dinero ni fluye, ni llega, ni parece que de momento se le espere, pro más que el BCE baje los tipos para que los bancos comerciales comiencen a prestar de una buena vez.

Según estos datos, la deuda de las familias se redujo un 5,2% en octubre, hasta los 793.940 millones. Esto, interpretado, significa que la gente devolvió muchas más cuotas de préstamos de los que otra gente ha conseguido que le concedan. O sea, que tenemos una contracción del crédito.
La deuda de las empresas cayó un 10%, hasta los 1,081 billones de euros. Sigue siendo una burrada, por supuesto, sobre todo en una época en la que muchas empresas no venden y tienen cada día más problemas para devolver esas cantidades, pero una reducción del 10% habla muy claramente de lo que está sucediendo con las líneas de crédito que caducan y sus dificultades para renovarlas.

En cuanto a las hipotecas, la cuestión está clara: las pocas que se conceden corresponden a la venta de inmuebles pro parte del Sareb (banco malo) o de las carteras de los bancos. O sea, que los bancos están dispuestos a convertir, en su balance, pisos en préstamos, pero no dinero en préstamos como se supone que es la base de su negocio.

Si estás pensando en pedir una hipoteca, quizás estas sean las líneas maestras a seguir:

-Comprar un piso de un banco, y si es posible, del banco malo.

-Vigilar muy bien los tipos de interés y los diferenciales, porque los intereses pueden subir y entonces será el llanto y el crujir de dientes si creemos que el tipo de interés siempre será el 0,25%.

-Fuera de estas dos premisas, puede ser el mejor momento para ahorrar y vivir de alquiler otro par de años. Pero de eso ya hablaremos en otro artículo, porque las condiciones han cambiado, y condiciones cambiantes conducen a soluciones diferentes.

Al menos cuando se está vivo..

La hipoteca como parte de otra guerra

Los bancos también están muy cachas...

Los bancos también están muy cachas...

Se suceden sin descanso las demandas y los casos de bancos que litigan incansablemente por causa de las hipotecas y las prácticas fraudulentas en este campo. Sin ir más lejos, JP Morgan acaba de ser multado con la sabrosa cifra de  cuatro mil millones de dólares por prácticas irregulares con las hipotecas basura. ¿Y qué ha dicho el gran banco americano? Pues que este tipo de sanciones forman parte de los costes de su negocio. Ni más ni menos, por si a alguien le quedaba alguna duda sobre la mecánica de este tipo de negocios.

Pero entonces, nos queda una pregunta: ¿Qué es lo que pasa con las hipotecas para que ni con este tipo de multas deje de merecer la pena hacer cierto tipo de marranadas?

La respuesta, para mí, pasa por darse cuenta de que las hipotecas no son un negocio aislado, como solemos verlo a veces, consistente en prestar un dinero y quedarse a cambio con la garantía de que el inmueble responderá por ese dinero prestado. Las hipotecas son un paso intermedio, una cañería que permite trasvasar dinero de la economía real a la economía financiera, y esa capacidad de transformación de un mecanismos a otro tiene un valor en sí mismo que para la gran banca es muy superior al de las hipotecas en sí.

Para entender esto no hay que perder de vista un hecho fundamental: por cada euro que se mueve en la llamada economía real, y que se destina al pago de bienes o servicios, se mueven trescientos cincuenta euros en la economía financiera, intercambiando valores, swaps, deuda u otros instrumentos financieros.

Resulta que, así ,as cosas, la economía real no es más que una parte minúscula, casi insignificante, del dinero que se mueve en el mundo, y pro eso la hipoteca, si permite apalancar deuda o moverse en el mercado de capitales cumpliendo las normas de ese juego, tiene un valor muy superior a la hipoteca en sí, pase lo que pase con el piso y pase lo que pase con su pago.

Y si lo dudamos, quizás sea bueno recordar que el problema de las subprime no llegó cuando las hipotecas dejaron de pagarse, sino mucho antes, cuando esas hipotecas se convirtieron en paquetes, en fondos de inversión que nadie sabía lo que contenían, y se expandieron por todo el mercado mundial intoxicando de insolvencia el sistema entero.

La hipoteca, en suma, es para nosotros una vivienda en la que vivir y una factura que pagar a fin de mes. Pero para los bancos es más, mucho más, y esa diferencia de conceptos es lo que en realidad nos lleva por la Calle de la Amargura.

¿Aguantaremos otra ronda de rescates?

Sangría...

Sangría...

Hay un hecho médico comprobado: un enfermo que no empeora, pero tampoco mejora, se acaba muriendo. Las razones son múltiples, pero se basan sobre todo en los efectos nocivos de la vida en el hospital: inactividad, llagas de tanto estar en la cama, problemas circulatorios, riesgo de infecciones hospitalarias, generación de resistencias a los medicamentos y un largo etcétera.

Pues con la economía pasa lo mismo. La mejoría de la que habla el Gobierno es imaginaria, o tan baja, que no puede esperarse de ella que produzca cambios significativos. De hecho, la mejoría anunciada es tan escuálida, que puede deberse al margen de error en las mediciones. Si es que queremos pensar bien y llamarle error, por supuesto.

Al final, el problema del que partíamos se convierte en otro muy distinto, aunque parezca el mismo: los pisos dieron un gran batacazo, y la economía detrás de ellos al pararse un sector tan sensible como el de la construcción. Con la economía en la UVI, mucha gente se quedó sin trabajo y comenzaron a crecer las tasas de morosidad, y no sólo las hipotecarias. Así se aceleró la destrucción de valor acumulada en los inmuebles, lo que llevó al efecto pobreza del que hemos hablado aquí muchas veces y a la consiguiente reducción del consumo que, obviamente, generó más paro, iniciando así una nueva ronda en la danza macabra.

El Gobierno, entonces decidió rescatar a los bancos con dinero de todos, creó el banco malo y le llamó Sareb como le podía haber llamado Sauron. ¿Pero se acabó ahí el problema? Yo creo que no.

Como no se ha creado empleo, y hasta consideramos buena noticia que se destruya más despacio, las insolvencias seguirán creciendo, más que nada porque muchos que han pagado hasta ahora su hipoteca con los ahorros se irán quedando sin ahorros hasta llegar a la insolvencia. De ese modo, los bancos que parecían saneados, dejarán pronto de estarlo, porque sus balances deberán reflejar este nuevo goteo de insolvencias.

La prueba de que esto es así, y no me ha dado un ataque de pesimismo, es el comportamiento de la deuda pública. Si la deuda no deja de crecer y lo hace a marchas aceleradas no sólo es porque el Gobierno se aun manirroto, que puede que también, sino porque la situación de la economía no permite recuperar los niveles de recaudación.

Pues lo que le pasa al Estado le pasa al resto, sólo que el resto no puede volver a endeudarse este año para pagar las letras del año pasado como hace el Gobierno.

Y no, ya no se pueden seguir bajando los tipos de interés. Por ese lado, mejor no esperar noticias. Ninguna. Las únicas que pueden llegar son malas, peores o devastadoras.

Vivienda y emigración

Las barbas del vecino

Las barbas del vecino

Muchos ya los sospechábamos, aunque fuera sólo a base de echar cuentas con los dedos y comprobar que quien más y quien menos conoce a alguien que se ha ido al extranjero en los últimos tiempos, pero ahora ha venido el Gobierno, con sus fastuosos Presupuestos Generales del Estado a confirmarlo: la emigración se acentúa, y se espera que la tendencia continúe durante los próximos años.

La cosa sería de risa si no fuese por su gravedad: el Gobierno nos cuenta que va a disminuir el paro en el año 2014, y lo anuncia a bombo y platillo en la presentación de los presupuestos, pero cuando uno se pone a bucear en los miles de folios de las cuentas públicas, descubre que el tan cacareado descenso del paro no se corresponde por ninguna parte con una previsión de incremento del número de personas que trabajan, ni tampoco con una reducción de las prestaciones por desempleo.

¿Qué está pasando aquí, entonces, para que el paro se reduzca pero no trabaje más gente?

Pues obviamente que la gente se muere, se jubila, se muere, o se marcha. Los muertos y los jubilados están perfectamente calculados y ya contábamos con ellos (a nivel general y por inferencia estadística), pero el descenso del número de desempleados procede de la emigración. No en vano, en este año 2013 es el primero desde la guerra civil en que España pierde población, nada menos que 200.000 habitantes, y se espera que la tendencia continúe.

¿Y la vivienda? Pues lo obvio: si las casas siguen ahí, sin venderse, y cada vez hay menos gente, no cabe esperar que el mercado inmobiliario se recupere, ni se recupere la construcción, ni se recupere la concesión de hipotecas ni tampoco los maltrechos balances de los bancos.

En algunas ciudades de gran demanda se podrán ir vendiendo los pisos, pero otras, donde la población ya escaseaba, verán que cada vez hay más viviendas vacías, a la venta, en alquiler, o simplemente abandonadas.

Un panorama estilo Detroit, si no lo remediamos antes.

Esa extraña mejoría

Vieja gloria

Vieja gloria

Parece que la nueva oleada de esfuerzos publicitarios se dirige a convencernos de que todo está mejorando, y el esfuerzo es encomiable porque en una economía de expectativas la mitad de la recuperación tiene que provenir, necesariamente,m de la recuperación de la confianza.

Mejoramos porque se han incrementado nuestras exportaciones.

Mejoramos porque al reducirse nuestras importaciones la balanza de pagos ser equilibra.

Mejoramos porque la destrucción de empleo parece haberse ralentizado, aun a pesar de que los datos que lo demuestran son más falsos que una Gioconda con mostacho. (Estoy seguro de que este enlace os gustará tanto como a mí y os dejará claro, un poco más claro, en manos de quién estamos)

Mejoramos porque algunos sectores han conseguido magníficas facturaciones en los últimos meses.

Sí, vale, todo estupendo, pero la vivienda sigue cayendo, con lo que se acentúa el efecto pobreza y se disuelve el principal depósito de ahorro de las familias españolas. Las hipotecas pesan más cada vez a pesar de la suavidad del EURIBOR, y todos sabemos lo que pasaría si subiesen lso tipos de interés…

Sí, vale, pero exportar más no significa necesariamente ganar más con lo que exportas, sino que también existe la posibilidad de que se estén tirando los precios, con lo que mueves más mercancías pero ganas menos dinero.

Sí, bien, pero importar menos es consecuencia de la crisis, porque somos más pobres, y decir que estamos a punto de salir de la crisis porque los datos dicen que somos más pobres ya es el colmo del recochineo.

Sí, bueno, el turismo ha mejorado, pero el caso es que hay grandes movidas en Egipto, islamistas en Túnez, jaleos en Turquía… Hemos mejorado porque hay otros que empeoran y el turismo, por ejemplo se aprovecha de esta circunstancia. ¿Es esto algún mérito nuestro o de nuesttro modelo productivo?

Y sobre to, ¿qué demonios pasa con la deuda? ¿Por qué seguimos batiendo records? Las respuesta, me temo, no es muy alentadora: porque los gastos del Estado siguen por las nubes y los ingresos no han podido incrementarse.

Ayer mismos se hablaba de que el Estado recaudará este año, como mínimo, 10.000 millones de euros menos por IRPF. Y esto es así no sólo porque haya mucha gente sin renta y sin empleo, sino porque la bajada general de salarios lleva aparejada una reducción de la recaudación y una disminución del monto total de las cotizaciones a la Seguridad Social.

No. No es recuperación.  Es el reconocimiento de que ganamos menos, podemos gastar menos y pagar menos impuestos, con lo que nos veremos abocados a nueva ronda de recortes.

No es mejoría: Es estabilización en la pobreza.

Tras el verano, el temblor de piernas

Solución española de alta tecnología

Solución española de alta tecnología

Escribo este artículo antes de conocer los datos del paro y de la encuesta de población activa de Agosto. Como soy muy valiente, me atrevo a pronosticar que los datos, con no ser buenos, no han sido malos del todo, porque el verano ha venido ayudado por una serie de circunstancias que, sin quererlo, colaboran con nosotros.

Por una parte, hemos tenido bastante buen tiempo, lo que ayuda, y mucho, a que crezca el número de turistas y el gasto por persona de cada uno de ellos.

Por otro lado, algunos destinos turísticos que competían directamente con España, como Brasil, Turquía y Egipto se han visto afectados por protestas ciudadanas que, justas o no, alejan a quienes solamente quieren disfrutar de unas apacibles vacaciones.

Con todo eso, y con el hecho de que otras economías están empeorando, parece que tanto nuestra prima de riesgo como los datos macroeconómicos han mejorado en las últimas fechas, pero mucho me temo que la cosa no va a continuar por ese camino, una vez que el sector turístico vaya plegando velas rumbo al invierno. Las hipotecas, por supuesto, quedan al margen, porque aún no se ha absorbido el exceso de construcción de los años pasados y mucho me temo que se tardará al menos una década en absorberlo.

España entera se está convirtiendo en uno de esos pueblos de Castilla, abandonados todo el año, y que reviven un par de meses con la llegada de forasteros. Esos meses no son su realidad, sino su espejismo.

Mientras nuestra estructura económica no sea capaz de generar mayor valor añadido, mientras los puestos de trabajo que esperamos que se creen vayan destinados a gente de escasa cualificación, no saldremos verdaderamente del hoyo.

Ni podemos ni debemos competir con los países que tienen su mejor valor en vender la mano de obra más barata que la máquina que la sustituiría. Si nuestro nicho de mercado está ahí, entonces tenemos que reconocer de una buena vez que no podemos permitirnos el nivel de servicios que ofrece nuestro estado del bienestar.

O dicho aún más feo: o aprendemos a hacernos ricos o aprendemos a vivir como pobres. No hay otra.