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La hipoteca y el nuevo orden

El fin de los comeflores

El fin de los comeflores

El mundo está cambiando, y no sólo en lo que se refiera a automatización, nuevas tecnologías, o dominio de la economía financiera sobre la economía real. El antiguo orden de las democracias liberales, deja paso poco a poco a una nueva forma de entender la política y la estética, que seguramente tendrá mucho que decir en los próximos años y que va a afectar a todas las facetas de nuestra vida, incluida la hipoteca.

De momento, hemos padecido tres terremotos, aunque a unos se les haya dado más importancia que a otros. Por una parte, los británicos votaron a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, en lo que se interpretó, y creo que correctamente, como una bofetada a los políticos tradicionales, sus redes de intereses y su manera de gestionar la nueva escasez. En segundo lugar, y también impriotante que los medios le hayan restado importancia, los colombianos votaron en contra del acuerdo de paz con las FARC, por mucho que todos los medios de comunicación dieran por hecha la victoria del SI a la paz, y que todo el mundo influyente apoyase esa opción.

Por último, como todos sabéis, Donald Trump le ha ganado las elecciones a Hillary Clintosn y no sólo eso, sino que hoy mismo acaba de nombrar a una especie de troll, un tipo polémico y políticamente incorrecto, como asesor principal y jefe de estrategia de la Casa Blanca.

¿Cuales son a mio entender las consecuencias de estos hechos?

En primer lugar, que el movimiento de lo políticamente correcto, esa amalgama de movimientos políticos, sociales y culturales que algunos llaman “sociedad civil” y otros simplemente “progredumbre”, están en franco retroceso. Su tesis de que todo el mundo es bueno, de que todo vale una lagrimita y de que las decisiones buenistas y sentimentales pueden servir eternamente para dominar a los demás, están perdiendo enteros. América es el escaparate donde se miran los asesores europeos y no sería de extrañar que en las próximas citas electorales de Holanda, Francia y Alemania apareciese algún movimiento estética o políticamente alienado con los modos y las tesis de Farage y Trump.

Por otra parte, y en lo que atañe a las hipotecas, creo que esto puede suponer que se acelere el proceso de la subida de los tipos de interés. No será mañana, ni en tres meses, pero la vieja idea de que los tipos permanecerán a cero durante años no es ya de recibo, dado el incremento de la inestabilidad y, sobre todo, la aversión al comercio exterior globalizado que parece traer consigo la nueva ola.

Todo nos afecta de un modo u otro. Si el comercio exterior se frena, puede que todo lo que compramos por cuatro duros empiece a ser un poco más caro, pero es posible también que se eleven un poco más los salarios, y también un poco más las hipotecas.

Esperemos a ver lo que nos depara este nuevo escenario.

Que haya suerte

La mentira del PIB y la hipoteca

No sé... no me da buen fario. Creo que se avecina un truco...

No sé… no me da buen fario. Creo que se avecina un truco…

¿Qué pasaría si el banco que nos ha concedido una hipoteca sospechara que nuestra renta no era la que dijimos, o que nuestro ratio de endeudamiento, debido a compromisos previos, es superior al que habíamos declarado? Pues que seguramente nos vigilarían con mil ojos y que, en cuanto diésemos la primera señal de devolver una letra, se nos echaría encima como lobos para recuperar lo que pudiesen.

Pues eso es lo que el pasa al PIB de España, me temo, y aunque llevo años hablando de ese tema, no está de más hacerlo también en este blog, para que nuestros lectores se enteren de lo que sucede, ahora que un grupo de economistas ha presentado ante Bruselas una denuncia al respecto.

El PIB de España, amigos, es de poco más de un billón de euros al año. Es más o menos el mismo, o algo más, que al comienzo de la crisis. Y eso es justamente lo que no resulta serio. Si se han perdido millones de empleos, si el consumo de cemento, de electricidad, de gasóleo y de varias partidas más sigue muy por debajo de lo que era antes de la crisis, ¿cómo puñetas va a ser nuestro PIB el mismo que antes de la crisis?

¿De veras ha mejorado tanto nuestra eficiencia para producir lo mismo que antes, pero usando mucha menos energía, menos capital, menos mano de obra, menos cemento y menos  materias primas? hay dos opciones: o nos hemos vuelto unos puñeteros genios, o lo que cuentan es radicalmente falso.

El cálculo se puede hacer de muchas maneras: pro el uso de los factores productivos, pro la suma total de sueldos y salarios, o por el uso de las transacciones financieras: en todos los casos, resulta que nuestro PIB real es , aproximandamente, entre un 15 y un 20% menor de lo que nuestras autoridades declaran. Y el problema no viene de ahora: empezó nada menos que con Zapatero y nadie se ha atrevido a corregir la falsedad, por la cuenta que le trae.

¿Porque, qué ocurre con un PIB hinchado? Que nuestra deuda, que hoy es el 99,98% del PIB, pasaría, con las cifras reales, a ser más de un 125%, lo que prácticamente nos declararía en bancarrota.

Por lo tanto, lo peor de este dato no es que se haya maquillado incorporando al Producto Interior Bruto la prostitución y el tráfico de drogas: lo peor es que, aun incorporando esas actividades, seguimos teniendo que añadir magia de chistera y conejo para que las cosas cuadren.

Supongo que en la Unión Europea lo saben y hacen la vista gorda, pero lo malo será el día que tengamos que decir NO a algo y nos amenacen con hablar de las cifras verdaderas.

Porque si la verdad hace libres, la mentira hace siervos.

No suena bien, ¿verdad?

Los tipos de interés de las hipotecas no subirán en años

Una ventana de esperanza a los hipotecados

Una ventana de esperanza a los hipotecados

Eso es lo que parece desprenderse tanto de las palabras de Mario Draghi como de los análisis de las principales firmas bancarias, tras la reunión del Banco Central Europeo. Y es un alivio, porque con el actual nivel de endeudamiento, una subida delos tipos de interés tendría efectos devastadores, tanto para las finanzas públicas, atascadas en niveles de deuda estratosféricos, como para las economías domésticas, cada vez más preocupadas pro la mengua de su poder adquisitivo.

Mario Draghi, como siempre, dejó bastante claro (para lo que se estila en esos ambientes) la intención de su mensaje: que en ningún momento se había analizado cuándo finalizaría el programa de compra de activos en vigor (o impresión de dinero a destajo, si queremos llamarle por un nombre que entendamos todos). Que los tipos de interés se mantendrán bajos durante mucho tiempo y que el programa de compra de activos no durará para siempre, pero que no finalizará de forma brusca.

Por todo ello, no se esperan grandes cambios en la reunión de finales de años, ni siquiera a medio plazo. Todo lo contrario:  si se llega a hacer algún movimiento será para añadir más estímulos monetarios a la economía, por mucho que nos digan que esta va como un cohete, todo se ha normalizado, y que ya va buscando su velocidad de crucero hacia el crecimiento sostenido.

Es más, otro analista, Renta 4 en este caso, augura que en la última reunión del año (que se celebrará el 8 de diciembre), el BCE podría “extender el QE en torno a seis meses, desde marzo 2017 hasta septiembre 2017. Otro síntoma, como veis, de la confianza que, en el fondo, tiene todo el mundo en la marcha de la economía.

Si tenemos en cuenta que el BCE podría ampliar el programa de estímulos hasta otoño del año que viene y que, según el organismo, su retirada será gradual, nada parece indicar que pueda haber subidas en el precio del dinero hasta al menos 2019. Y tampoco, pro tanto, en las cuotas de las hipotecas.

Lo lógico sería que el organismo europeo siguiera los mismos pasos que su homólogo estadounidense (la Reserva Federal), que antes de tocar los tipos de interés fue reduciendo de forma progresiva su programa de compra de activos.

No es meterse a adivino: es una simple cuestión de calendario.

Las hipotecas a tipo fijo arrasan

Cavando tu propia tumba

volvemos a hipotecarnos

No sé si será por fe, por prudencia, o por falta de ambas cosas, pero el caso es que las hipotecas a tipo fijo son ya en estos momentos una quinta parte del total de las que se firman.

Esto, unido a una importante recuperación del mercado de la vivienda ( aumento de un 15,1% interanual en la venta de viviendas en el segundo trimestre del año (hasta las 123.159 unidades) hace pensar que el mundo del ladrillo está recuperando el aliento y que los nuevos compradores no se fían demasiado de que los tipos permanezcan muchos años en las bajísimas cotas actuales. Y creo yo que con razón.

Hasta hace solamente unos pocos años, y lo reflejamos sobradamente en este espacio, la mayoría de las hipotecas contratadas eran a tipo variable, lo que ha sido ventajoso al bajar el EURIBOR y otros tipos de referencia, hasta el punto de que hay algunas hipotecas negativas, como ya hemos comentado muchas veces.

Precisamente por eso los bancos se lanzaron a comercializar las hipotecas interés fijo, que dejarían poca ganancia,. pero también pocos sustos, algo que cada vez aprecia más el sector bancario, temeroso de lo que pueda venir tras las últimas sorpresas.

 Esta modalidad de préstamos, que antes era contemplada con desconfianza, está gozando ahora de buena salud comercial. En el segundo trimestre de este año ha pasado de representar el 9,8% de los nuevos créditos al 20,5% en el segundo,  según datos del Colegio de Registradores de la Propiedad. Las comunidades con más peso en estas hipotecas fijas entre abril y junio de este año han sido Baleares (43,8%), Murcia (34%), Galicia (25,9%), Cataluña (25,1%), Comunidad Valenciana (23,7%) y Asturias (21,4%).

La cuota hipotecaria mensual media en el segundo trimestre se ha situado en 523 euros, con un incremento intertrimestral del 2%, situándose con respecto al coste salarial en el 27,4%.

Como curiosidad de estos datos, cabe destacar la buena salida que tienen las viviendas entre los compradores extranjeros: entre abril y junio el 13,3% de la compra venta de viviendas fueron realizadas por foráneos, especialmente ingleses, que protagonizaron el 2,6% de las operaciones, seguidos por alemanes, con el 0,9%, la misma cifra que los franceses.

Nosotros pensando en marcharnos y ellos en venir. En fin…

 

La hipoteca y la educación financiera

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Hoy nos vamos por el lado de lo clásico

En este país, lo sabemos todos, lo más difícil es conseguir que una ley de educación, la que sea, permanezca el tiempo suficiente para que profesores y alumnos se adapten a ella y se pueda comprobar si da buenos o malos resultados. Al final, en el debate predominan temas como el número de alumnos por aula, el gasto que realiza por alumnos, la distribución entre escuela pública y concertada, y por encima de todo, la enseñanza de la religión.

Las razones, para mí, son claras: el número de alumnos por aula es lo que determina al contratación de profesorado y aquí pro lo que se lucha es por contratar más o menos profesores, ya sean los sindicatos o las administraciones quienes hablen del asunto. Con el gasto, pasa otro tanto: todo el mundo quiere más dinero para lo suyo, porque algo caerá. Y lo de la religión es un tema político. El alumno, al final, importa un carajo.

Importa un carajo porque los planes de estudios se construyen sin pensar en qué se quiere conseguir en realidad. Importa un carajo, porque ahora ya se habla de que no hay que inculcar conocimientos, sino modos y deseos de aprender, dejando cada día más de lado la formación para lo que puede ser útil, para lo que puede ser necesario y para lo que los chavales tendrán que lidiar en el futuro.

Por ejemplo, ¿cómo es posible que no exista una mayor educación financiera? ¿Cómo es que no se explica, con detalle, en colegios e institutos qué es una hipoteca, que significa cada una de sus cláusulas y qué riesgos apareja? ¿No sería más interesante explicarle a los chavales lo que es un  vencimiento, o pro qué las cuotas son fijas, que meternos a detallar las partes de las flores? ¿No sería interesante explicar que el dinero ya no simboliza oro, o que la deuda crea mas monetaria? ¿No sería bueno hablar de lo que es un presupuesto, lo que es el déficit público y qué consecuencias tiene?

Nada sobra, pro supuesto. No sobra la historia de las religiones, no sobra la historia, ni la filosofía. Soy incluso de los que creen que eliminar el latín fue una gran pérdida, pero actualizar los conocimientos no es sólo enseñar esa informática que la mayor parte de los chavales ya van aprendiendo pro su cuenta, sino dar educación financiera de modo que la hipoteca del futuro no sea un objeto arcano, casi mágico, que hay que pagar para que no te quiten la casa.

Y además, así no podrían escudarse cuatro listos en que no entendieron lo que firmaron. Una razón de peso que quizás haga que algún grupo de presión introduzca el tema en la agenda…

La hipoteca y la multa a Deutsche Bank

Para cortar el bacalao

Para cortar el bacalao

Supongo que ya lo habréis leído por ahí: la justicia americana pide una multa de 14.000 millones de dólares para Deutsche Bank por el caso de las hipotecas basura. Posiblemente tenga algo de razón, y posiblemente también haya algo más detrás de esta sanción, extrañamente coincidente con la multa que las autoridades europeas piden para Apple por su evasión de impuestos.

Detrás de todo esto, se encuentran dos asuntos bien distintos, pero claramente complementarios:

Por una parte, la banca europea se lucró con el boom de las hipotecas basura americanas, obteniendo magníficos beneficios de una desregulación que las entidades americanas luego pagaron con la caídas de Lehman Brothers y otros. Ahora, las autoridades americanas quieren hacer pasar por caja a todos los que sacaron tajada para que el sufrimiento también se mancomune, igual que se mancomunó el beneficio. En principio, parece razonable, porque donde no hay escarmiento no hay propósito de la enmienda, pero parece que estos procesos se están utilizando para algo más que hacer justicia y ahí pasamos al punto segundo.

¿Qué sucede en realidad? Que cada vez parece más claro que el liberalismo económico y el libre comercio están heridos de muerte en su esencia ideológica, y que se recrudecen las guerras soterradas para defender cada cual su parte del pastel. A EEUU le parece muy mal que los europeos quieran hacer pagar a Apple, lo mismo que a los europeos les pareció muy mal que se persiguiera a Volkswagen pro un fraude emisiones que estaban cometiendo muchas más marcas. A Europa le parece igualmente mal que Facebook y su filial Whatsapp se lleven lso datos personales de los europeos a América, o que Google se haya convertido en un paraíso fiscal por sí mismo, y seguramente ahí llegarán los siguientes golpes.

¿Qué ocurre en realidad? Ocurre que está todo podrido hasta la médula y que el caso de las hipotecas no es un caso en sí mismo, pro lo que yo entiendo, sino una respuesta a otros.

Ocurre que los derechos de los ciudadanos, ya no son derechos en sí mismos, sino pretextos para una guerra más oscura. Un enfrentamiento, por cierto, en el que los ciudadanos importan un carajo.

Cuando la hipoteca no se deja devolver

Búho germánico vigilando la ortodoxia monetaria

Búho germánico vigilando la ortodoxia monetaria

Hoy vamos a hablar de un caso surrealista que, sin embargo, a muchos se nos ha pasado pro la cabeza e incluso conocemos personalmente a gente que ha tenido este problema.

Cuando haces una hipoteca de endeudas para veinticinco o treinta años, y además, por razones que hemos discutido muchas veces, disfrutas de una desgravación fiscal. pero el caso es que, aun así, hay mucha gente que si pudiese pagar la hipoteca la pagaría y dejaría de hacer cuentas todos los meses.

Las razones pueden ser muchas: desde que te ha tocado la lotería, y no quieres tener tu casa hipotecada, a que has heredado de un familiar, cosa que en treinta años tampoco es tan rara.

Pues lo cierto es que, para estos casos, había y hay una cláusula en el contrato hipotecario: la amortización anticipada. Y en algunos casos, era de aúpa.

Al final, y para evitar más problemas, el Gobierno abaratará por ley el coste de amortizar anticipadamente una hipoteca o cualquier préstamo inmobiliario, incluso los ya firmados, y permitirá que, de forma general, a partir del sexto año la entidad financiera no cobre comisión alguna por este concepto.

En caso de reembolso o amortización anticipada total o parcial de un préstamo inmobiliario en los cinco primeros años de vida del crédito, el consumidor podrá tener que pagar una comisión de hasta un 0,25 % del capital reembolsado anticipadamente o el importe de la pérdida financiera que pudiera sufrir el prestamista.

Si la amortización se produce, sin embargo, en los tres primeros años de vigencia del préstamo, el límite se mantiene en el 0,50 % que opera en la actualidad para los cinco primeros años de la vida del crédito.

A partir del quinto año, la normativa vigente fija un límite del 0,25 % y en el anteproyecto de ley la comisión es cero desde el sexto año.

Los bancos, hasta ahora, se han opuesto a la eliminación de esta comisión porque alegan que el dinero que dejan de ganar es una pérdida, ya que ellos realizaron la operación con una expectativa de rentabilidad y tiempo, que el cliente deja de cumplir, sin que abone ninguna contraprestación por ello.

Menos mal que los agricultores no utilizan ese razonamiento, porque entonces echarían la culpa a no sé quién cada vez que llega una sequía y se les secan las patatas.

En todo caso, nos parece una buena noticia. Ya era hora.

Los jóvenes en busca de un enemigo

Viejo remedio para la crisis

Viejo remedio para la crisis

Hay en España una generación, la de aquellos que tienen hoy más o menos entre 35 y 45 años, que se ha pasado media vida viviendo sobre el alambre, de hipoteca en hipoteca y de susto en susto. Y no porque su futuro profesional sea difícil, que también, aunque no tan complicado como el que han tenido que sufrir las generaciones siguientes, sino por la complicadísma conciliación entre lo que se les ofrecía a nivel material y lo que deseaban a nivel moral.

¿Me he pasado de filosófico? Es posible, pero intento profundizar. Y tranquilos, que ya acaba agosto.

Por una parte, los nacidos entres el 65 y el 75 son la generación que ha disfrutado de una vida más estable, próspera, tranquila y llena de oportunidades en mucho tiempo. Los que nacieron antes tuvieron que atravesar una época mala antes de encontrarse con la prosperidad, y muchos de los que nacieron después ya se dieron de bruces con la nueva realidad de los bajos salarios y los trabajos complicados de encontrar y mantener.

¿Y qué hay en el otro plato de la balanza? Una situación política y social que predispone a esta  generación a ser luchadora, idealista y contestataria. Pero no encuentran de qué ni contra qué, porque a buena parte de ellos les va estupendamente.

Y ahí es donde surge la tragedia de esta generación, que recoge los frutos del capitalismo mientras reniega de él, que habla mal de la contaminación mientras tiene un todo terreno, que se hace candidato por Izquierda Unida y sigue hablando de clase proletaria mientras vive en un chalé

Es casi imposible vivir en ese alambre, y más difícil aún conseguir que tus hijos te crean na palabra de lo que dices mientras además, ¡qué putada!, ven también cómo vives y lo que haces. Quizás por eso la generación siguiente, los nacidos en los ochenta, sea una de las más desorientadas que se hayan producido: porque no saben a qué quedarse, si a lo que ven, a los que les cuentan, a lo que deberían sentir y no sienten o a lo que deberían desear y no desean.

Sólo saben que alguien los ha estafado, que dicen por ahí que fue Franco, pero ese tío ya se había muerto cuando ellos nacieron y hay sospechas de que en realidad el gran timo se lo organizasen sus padres en forma de protección de derechos para los que ya están en e mercado a costa de los que están fuera.

¿Insiders contra outsiders en vez de izquierdas contra derechas?

¿Los que pagaron la hipoteca con un sólo sueldo, y en diez años, contra los que necesitan dos sueldos para pagarla en treinta?

Pues puede que sí. Y qué mal rollo…

La hipoteca para quien no la quiere

Uno de aquellos desventurados artefactos

Uno de aquellos desventurados artefactos

Con esto de las hipotecas, y siguiendo con mi serie veraniega, pasa un poco como aquel invento de las play pump: que la idea está muy bien para venderla desde lejos, sin mirar las circunstancias de quienes van a utilizar el producto.

A alguien, a mediados de los noventa, se le ocurrió la feliz idea de combinar la ayuda a los adultos con el desarrollo de los niños, y así surgió la Play Pump.

¿Y eso qué es? Se trata de una bomba de agua conectada a un profundo pozo que en vez de ser accionada manualmente par sacar agua se accionaba jugando en un tiovivo infantil, con caballitos y otros juguetes. Así, además de jugar los niños, sacaban agua en las zonas más necesitadas de África, liberando de ese trabajo a las mujeres, que eran las que tradicionalmente realizaban la tarea.

Fueron varios los países beneficiarios de esas Play Pump, pero se instalaron sobre todo en Malawi y la República del Congo.

¿Y qué pasó? Que para nosotros, en nuestra sociedad, era una idea muy buena, pero allí resultó que los niños jugaban sólo algunos ratos al día, y que el resto del tiempo lo dedicaban a otras tareas. Y resultó que las mujeres y los niños, cada vez que necesitaban agua, en vez de tener que mover con su esfuerzo una bomba manual, tenían que mover todo un artefacto de Micky Mouses, caballitos y demás chorradas, con todo su peso, para poder beber.

Y resultó que no sólo era más trabajoso, mucho más trabajoso, sino también terriblemente humillante y que los hombres, que antes rara vez participaban en esta tarea, dejaron por completo de hacerlo. El único momento en que los niños jugaban en el tiovivo y sacaban agua era cuando llegaban los europeos a hacerles fotos, así que durante mucho tiempo el proyecto pareció un éxito.

Hasta  que a alguien, un buen día, se le ocurrió preguntar en una aldea si querían que la nueva bomba fuese de las de siempre, o un tiovivo, y la respuesta fue clara: 100% en contra del tiovivo. A un pedagogo desconfiado se le ocurrió pensar que se estaba marginando a los niños, y les preguntó aparte: 100% también en contra del tiovivo, para que no les obligasen a pasarse el día entera dándole vueltas, como si fuesen asnos.

O sea, un exitazo.

La conclusión, por si alguien la quiere, es que no podemos arreglar los problemas de otras sociedades pensando que funcionan como la nuestra: con gente sana, alegre y con ganas de jugar para pasar el rato. Porque lo cierto es que allí, sacar agua, no es una cosa de juego, ni una necesidad que se pueda cubrir mientras se pasa el rato.

Ha habido mucha gente a la que se le ha colocado una hipoteca porque no tenerla era como no ser adulto cuando en realidad hubiesen vivido mejor, y más felices, con un alquiler y la posibilidad de cambiar de ciudad.

¿Le llamamos a la hipoteca Play Pump financiera?

 

La hipoteca y esa otra vida

Idea original para medir el tiempo

Idea original para medir el tiempo

Ahora en verano somos algo más de gente en los pueblos, seguramente porque la crisis ha hecho que muchos diesen por buena la casa de su abuela a falta de dinero para irse a Praga, a la costa, o a cualquier playa lejana o cercana. Son casas que se compraron sin hipoteca, que se terminaron de pagar cuando Franco era corneta en África, y que dan una sensación de solidez, posiblemente falsa, pero nacida de lo más básico: la tierra.
Pero precisamente en este época, y por ser más, se da uno cuenta de que algo sucede en la mente colectiva con el tema rural, algo torcido y enfermizo: por una parte queremos que se conserve el medio natural, que se cuiden los bosques, que se mantengan las lenguas y las tradiciones de nuestro acervo cultural y que se cultiven alimentos de calidad. Queremos, en suma, que nuestro territorio se mantenga en pie, que los tomates sepan a tomate y que la carne no sepa a plastilina.
Por otro lado, sin embargo, todo empuja al exterminio de los pueblos y sus medios de vida. Se eliminan los consultorios médicos, se eliminan las escuelas, se elimina el transporte público y se abandona a los pobladores del campo, muchos millones aún, a una especie de ciudadanía de segunda, donde pagamos impuestos y tenemos todas las obligaciones y responsabilidades, pero muy pocos derechos efectivos.

¿Dónde está la igualdad?, ¿dónde está la igualdad de oportunidades siquiera? Si ocho millones de españoles tienen que vivir con servicios restringidos, ¿de qué os extrañáis luego cuando os los van cercenando lentamente también a vosotros?

Un día hablaremos de lo que es la reducción latente del PIB y del empobrecimiento real que padecemos al abandonar capacidad productiva y natural en el campo, pero este no es el momento. Hoy hablamos de personas, gente a la que no se tiene en cuenta porque está lejos del rebaño y el que está lejos es más difícil de dominar, de controlar y hasta de influir.

Y a lo mejor es por eso por lo que constantemente se añaden piedras al muro que sepulta al medio rural: porque es el último reducto de verdadera libertad, donde la gente puede intentar aún aquello de la emboscadura de Jünger: “no colaborar en la creación de sistemas y mecanismos que destruyan nuestra propia libertad”.
El campo, de veras, ni se cuida ni se limpia solo.

Creer en el campo es creer también en las posibilidades de vivir de quienes se ocupan de mantener en marcha el ecosistema. Pensar lo contrario y creer que lo silvestre funciona solo es no haberse dado una vuelta por zonas absolutamente despobladas, y las empieza a haber de sobra: funcionarían si nunca hubiésemos llegado allí o si ya no pudiese llegar nadie. Pero el caso es que los de fuera pueden ir a talar árboles para madera sin que nadie los vea, pueden prender fuego y cazar lo que quieran. Porque nadie los ve. Porque a ese campo nadie lo defiende.

La naturaleza, hoy, no tiene más defensor real que el que vive en ella. Lo demás son circos de tres pistas.

Y sin embargo, cuando se habla del precio de la vivienda, de que es inasequible, se habla sólo de vivienda urbana… Pues tenedlo en cuenta, aunque sea en el último lugar de vuestra lista: también la hipoteca en el campo es otra cosa.

La banca se hunde poco a poco

La desolación

La desolación

Por mucho test se stress que se realice y por buenos que sean los resultados, parece que la sangría de la banca no cesa, y la amenaza de una nueva tormenta financiera se recrudece en estos meses veraniegos en los que la hipoteca deja su lugar, en la escala de preocupaciones, al sitio en la playa y el arroz del chiringuito.

Los bancos españoles han superado las pruebas, o eso parece, pero entre tanto, el Commerzbank alemán ha publicado un aviso según el cual no podrá mantener las expectativas de beneficio anunciadas en los meses anteriores. La italiana Monte dei Paschi, el banco más antiguo del mundo, debe ser rescatado con dinero público (y una pirueta contable para que el dinero público no sea considerado dinero público). La portuguesa Caixa Geral lleva el mismo camino, de reestructuración, rescate, alivio o como demonios le quieran llamar, aunque el agujero es mucho menor, como menor es su tamaña. Credit Suisse y Deutsche Bank salen hoy mismo de los principales índices bursátiles europeos. Y sigue… Pero no vale la pena.

¿Qué le está ocurriendo a la banca?

Pues fundamentalmente que no consigue ganar dinero, porque los tipos de interés negativos y las bajas expectativas de negocio los abocan a vivir de las comisiones, justo la parte ala que más se resisten sus clientes, y justo la parte en la que hay que pelear cada céntimo para cubrir costes y ofrecer a los accionistas una mínima rentabilidad.

Y ahí está el problema: que con el capital que tienen, la rentabilidad es ridícula, lo que lleva al negocio de la banca a convertirse en una especie de galera donde el dinero rema y rema sin llevar a ninguna parte.
Esto estaría muy bien, si no fuese que la banca no es un sector cualquiera que pueda sufrir una crisis sin afectar al resto. Con la banca paralizada, la economía se resiente, la inversión no llega a donde tenía que llegar, y la mala asignación de recursos campa a sus anchas.

De ese tema hablaremos en breve…

Clausulas suelo: Europa dijo no

Nuevo curso, pero nada cambia

Capacidad para justificar lo que sea…

Y por fin se supo ya el resultado del parto de los montes: después de varios meses de especulaciones y conjeturas al respecto, la Unión Europea ha decidido que no habrá retroactividad en la devolución de las cantidades cobradas en exceso por la aplicación delas cláusulas suelo de miles, centenares de miles de hipotecas.

La banca, por tanto, tendrá que pagar lo cobrado desde mayo de 2013, pero no más allá.

Los suspiros de alivio fueron tan fuertes que dicen que se registraron desde varias sondas espaciales. Y no es para menos: la situación de la banca, agobiada por los tipos de interés cero y la baja rentabilidad de su negocio, no permitía otro descalabro. Seguramente este hecho ha pesado, y considerablemente, en el ánimo de las autoridades europeas a la hora de tomar esta decisión.

Dwe hecho, lo dicen claramente en la sentencia: el Abogado General reconoce queun órgano jurisdiccional supremo puede ponderar la protección de los consumidores con las repercusiones macroeconómicas asociadas a la amplitud con que se utilizaron las cláusulas «suelo». En este contexto, el Abogado General considera que, a título de excepción, las mencionadas repercusiones pueden justificar la limitación en el tiempo de los efectos de la nulidad de una cláusula abusiva, sin que se rompa el equilibrio en la relación existente entre el consumidor y el profesional.

O traducido al cristiano: que está muy bien que usted defienda sus derechos, pero como sus razones hacen mucho daño a los bancos, le dejamos su razón en la mitad y aquí paz y después gloria, no vaya a ser que con tanta historia haya que rescatar a algún banco más y eso nos acabe costando un riñón a todos, justamente ahora que no estamos para bromas. Porque lo que queda claro, y lo dicen sin sonrojarse, es que la cláusula era abusiva.

Quizás esto sea lo más grave y más llamativo del asunto: que los derechos de las víctimas ya no son objetivos en sí mimos, sino que dependen del daño que hagan, a la hora de su reparación, al que causó el mal. Con lo que en cierto modo se consagra la idea de que cuanto mayor es la multa que mereces, menos posibilidad hay de que te la pongan, no vaya a ser que te duela…

Con un par, señores…