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Hacia una nueva hipoteca.

Conferencia bancaria en medio del naufragio

Conferencia bancaria en medio del naufragio

Quizás resulte un poco brusco este modo de empezar el artículo, peor el problema, el peor problema del mercado hipotecario fue que se consideró clientes a quienes no lo eran y que se incluyó en el mercado de capitales a quienes por su propia naturaleza no pertenecían a él.

Dijo en su momento Jacques Delors que la crisis se originaba en la apetencia de capital por parte de las clases medias y entonces me pareció una barbaridad, pero con el tiempo lo he ido comprendiendo. La idea consiste en que por debajo de un grado de riqueza hay que  aspirar a disfrutar bienes y servicios, y sólo disfrutarlos. La posesión de esos bienes y servicios debe quedar para un nivel superior de capital, o en caso contrario nos encontramos con que no podrán pagarse. Y así es como se arruinan los países.

¿Un ejemplo? Las clases ociosas. En muchos países, y durante siglos, las clases ociosas vivían de sus rentas y no trabajaban. La condición de rentista venía determinada por poseer un gran capital. Pero en España no era así: en España ser clase ociosa venía determinado por el origen familiar, lo que supuso el nacimiento de aquella figura que no podía trabajar, por ser de familia noble, pero tampoco vivir, por no disponer de recursos: o sea, el hidalgo del Lazarillo de Tormes. Quien no se haya leído el libro no sé qué hace aquí leyéndome a mí….

Para salir de la actual situación quizás haya que convertir muchas hipotecas en alquileres, y muchos desahucios en viviendas de protección oficial. O dicho de otro modo: hay que hacer que muchos propietarios dejen de serlo para que el banco o el Estado ejerzan de capitalista y permitan a la gente disfrutar de esas viviendas sin llegar nunca a ser lo sueños.

El mercado hipotecario, para el futuro, necesita exigir que la propiedad de un piso pueda sustentarse en una posesión efectiva de riqueza que lo justifique, haciendo que la hipoteca no alcance más allá de un cincuenta o un sesenta por ciento del valor de tasación. Y al mismo tiempo, el capital debe ejercer como tal, asumiendo el riesgo, ya sea aceptando la dación en pago (a ver quién es el guapo que entrega el piso habiendo pagado el 50%), o eliminando gran parte de las trabas judiciales y administrativas que ahora entorpecen la ejecución de las hipotecas haciendo crecer los intereses.

El nuevo mercado hipotecario, en suma, tiene que hacer entender al que compra que hacerse propietario no es una cosa tan fácil, y al que da la hipoteca, o sea , al banco, que ejercer  de capital es quedarse con la casa pero también con el riego, sin poder luego exigir la deuda durante cien años si la cosa sale mal.

En esto sucede como en todo: poniendo a cada uno en su sitio las cosas empiezan a funcionar…

Hipotecas: llega la hora de negociar.

Hablemos de negocios...

Hablemos de negocios...

Muchas veces somos nosotros mismos los que nos convencemos de cosas que en el fondo no nos convienen. La frase más típica de este caso es aquella frase que tantos repetían como si fuese una ley inmutable del Universo: “los pisos nunca bajan“, Lástima que por escrito no se pueda poner voz en off, porque en este caso hubiese elegido la de Zeus.

Los pisos bajaron, por supuesto, y de esas bajadas y su impacto en los balances de los bancos y los patrimonios familiares viene esta crisis de deuda y descapitalización general, conceptos ambos que sirven muy bien como eufemismo para decir que no somos tan ricos como pensábamos.Los pisos bajaron, insisto, y ahora le toca el turno a otra de esas frases casi sagradas: “los bancos siempre ganan“.

Porque no es así. Porque la fuerza de los bancos procedía de su solvencia y de la capacidad de resistir más que los clientes. pero en estos momentos los intereses de los bancos han cambiado, lo que significa que para ganar tienen que dejar a veces que los demás también ganen.

En estos momentos, si estamos ahogados, si uno de los miembros de la familia se ha quedado en el paro o han disminuido los ingresos del negocio, se puede y se debe negociar con el banco. Se puede pedir, sin empacho, una demora, o una carencia. En estos momentos, se puede conseguir incluso una quita de parte de lo adeudado en nuestra hipoteca, a cambio de liquidar el resto. Si se ha sido buen pagador hasta el momento, los bancos preferirán perder parte de los intereses o parte del capital antes que embargar el piso, quedarse con él y meterlo en el balance como pérdidas, acompañando a otros centenares de hipotecas fallidas.

Ellos saben que les conviene más perder un poco o esperar antes que embargar. Lo saben ellos y lo sabemos nosotros. Es la hora de tenerlo en cuenta.

Ya ofrecen una hipoteca con dación en pago

Suena a cosa rarita...

Suena a cosa rarita...

Después de todo lo que hemos discutido por aquí sobre la dación en pago y sus posibilidades de aplicación en el mundo real, ha aparecido un banco que la ofrece, aunque me gustaría mucho leer la letra pequeña del contrato.

Se trata de Bankinter, que ha creado un producto al que llama “la hipoteca sin más” y que incluye la posibilidad de entregar el piso para saldar toda la deuda y sin que quede pendiente el monto de lo no pagado.

Como condiciones curiosas, o al menos a mí me lo parecen a primera vista, hay que mencionar el hecho de que el tipo de interés no es superior al de otras hipotecas o al de otros bancos, y que es una opción que sólo se comercializar para primeras viviendas, y por un valor, como mucho, del 80 % de la tasación.

Por lo visto, tampoco se trata de obligarte a contratar otros productos, como seguros, planes de pensiones, pólizas de entierro ni certificados de vacunación contra la glosopeda o similares.

Por tanto, es conveniente echar un ojo a esta opción, proque en principio, como su lema comercial (hipoteque su casa, no su vida) la cosa suena muy bien.

Y ahora, dicho esto, permitidme que alce una ceja, una sola, y me pregunte qué clase de truco tiene la cosa. La respuesta, honradamente, puede ser ninguno, y entonces tendré que envainármela, pero creo que mi obligación es hacer aquí cábalas con los lectores, así que expreso en voz alta, y por orden, mis suspicacias.

-¿Y quién hará la tasación? ¿No será que se han puesto mucho más duros con una tasadora propia? De esa manera les saldrían las cuentas, por supuesto.

-¿Y no querrán colocarnos de ese modo los pisos que ya tienen embargados? Si fuese así, simplemente se quitan un impagado cierto, cambiándolo por un impagado posible, pero no cierto. Les saldría bien…

-Veamos cuántas conceden. No vaya a ser como el tema de las rebajas, en las que ofrecen televisor de plasma por cincuenta euros, pero sólo hay uno. Como truco comercial es fabuloso.

Esperemos y veamos. Y el que sepa algo más, que lo comente, por favor.

El alquiler con opción a compra como salida de emergencia

Un problema complicado...

Un problema complicado...

A medida que la crisis se profundiza, porque en esto, como en el caso de una enfermedad, todo alargamiento de la situación supone un empeoramiento,  se van buscando soluciones para salvar lo que se pueda, por una y por otra parte.

En el caso de las hipotecas la cosa está complicada, porque el dinero que se prestó para comprar el inmueble era de alguien, y ese alguien puede ir un día al banco a pedirlo, y entonces hay que dárselo. A todos los que se les llena la boca hablando de la crueldad de los bancos que reclaman a toda costa el pago de las hipotecas los querría yo ver si un día fuesen a pos su nómina y les dijesen que fuesen a buscarla a la Calle Ramón y Caja, número 73, quinto derecha, porque la tiene el dueño de ese piso. Entonces sí que veríamos quién es cada cual.

Pero incluso un tema tan peliagudo puede tener alguna solución y aquí estamos, o al menos yo estoy, para aportar ideas constructivas, y de eso va el alquiler con derecho a compra.

Me explico: el hipotecado que no puede pagar tiene un problema morrocotudo, porque se puede quedar sin casa, ver como le embargan sus ingresos futuros y perder una parte de lo que ya ha pagado. El desastre. El banco, por su parte, se queda sin capital, anota las pérdidas, y además se encuentra con que la valoración del resto de inmuebles hipotecados baja con cada embargo, porque un aumento de las ejecuciones hipotecarias es una evidente subida del riesgo. Desastre también

Por contra, si en lugar de embargar un piso cuando el hipotecado no puede pagar su cuota le ofrece que siga viviendo en la casa en régimen de alquiler con derecho a compra, la situación se arregla un poco para todos aunque sea temporalmente. Al hipotecado no se ele echa de casa, ni se le ejecuta el piso. La vivienda no es embargada y no es un aumento de riesgo ni un borrón en el balance, y el banco, además, sigue teniendo algunos ingresos, aunque la cuota de alquiler sea menor, mucho menor, que la cuota hipotecaria.

Luego, más adelante, cuando las cosas mejoren, se hacen cuentas por lo que quedó sin pagar, y en cuanto se liquide todo lo debido se levanta la hipoteca. Se trata, por supuesto, de una solución provisional, pero es que todo es mejor, para ambas partes, que el desahucio y la subasta.

¿Cómo lo veis?

Nuevos criterios de valoración del suelo

¿Dónde se habría escondido ester reglamento hasta ahora?

¿Dónde se habría escondido ester reglamento hasta ahora?

Hace un par de semanas, y ya con un pie en la calle, el actual gobierno aprobó el Reglamento de Valoraciones de la Ley del Suelo. Este reglamento, que aparecía contemplado desde la aprobación de la ley, ha tenido que esperar años para ver la luz, pero al fin lo tenemos en vigor para, en teoría, clarificar el funcionamiento del mercado del suelo, aumentar eficiencia y, sobre todo, hacerlo más transparente. O sea, algo que debería haberse aprobado hace mucho tiempo pero llega ahora.

Parece ser que con este reglamento se podrán combatir mejor las prácticas especulativas del suelo, y tiene gracia la cosa, porque mientras se especuló con los solares no había reglamento, y ahora que no se vende tierra ni para un geranio, sacan la norma. Seguramente la ausencia de norma beneficiaba a sus bolsillos y este recuerdo postrero beneficia a sus conciencias.

Pero no cantéis victoria: el famoso reglamento solo se aplicará en casos de expropiaciones, reparcelaciones, ventas y sustituciones forzosas, y en general en aquellos casos en que sea la administración la que deba pagar por un terreno. O sea, que ahora que están vacías las arcas públicas se trata de evitar que las indemnizaciones le salgan al Estado costosas. Pero para los particulares y los hipotecados, ni agua.

El contenido del nuevo reglamento ofrece fórmulas concretas de valoración para suelos rústicos y urbanos, de cara a su tasación y sustitución, eliminando la posible plusvalía, antes tan cara, de la posibilidad de que los terrenos fuesen recalificados. O sea, que se elimina el valor como expectativa.

En principio parece una buena idea, pues no era normal que el mayor coste de una autopista o una línea de ferrocarril fuese la expropiación de pedregales a precio de solares urbanizables, pero debo insistir en que esto, a los particulares, no nos va a ayudar gran cosa con nuestras futuras viviendas, pues en el tema de las recalificaciones municipales no se entra ni de lejos.

¿Vale más tarde que nunca? Pues no sé: preguntadle al ahogado que encontró un salvavidas en el fondo del mar…

Y bajaron los tipos de interés

Sien embargo, los que ya sabemos, vigilan...

Sien embargo, los que ya sabemos, vigilan...

Como decía ayer Edmaert Rusan, todo el mundo estaba pendiente de la decisión que tomaría Draghi sobre los tipos de interés después de haber comenzado su andadura como presidente del Banco Central Europeo.

Al final, decidió oír la voz de los mercados y bajó  el precio del dinero un cuarto de punto, hasta el 1,25 %, lo que supone por una lado hacer lo que le pedían y por otro, sorprender a los mercados, pues nadie contaba con que lo hiciera tan pronto.

Mario Draghi no quiso dar más pistas sobre los movimientos futuros, aunque se mostró pesimista sobre el efecto que las turbulencias de la deuda pública tendrán sobre el crecimiento económico del año que viene, que puede ser nuevamente de recesión.

Para mí, la buena noticia, la verdaderamente buena, reside en que al fin tenemos al frente del Banco Central Europeo a alguien que concede importancia a la inflación, pero sólo en su justa medida. El empecinamiento de Trichet en mantener la estabilidad de precios a costa de los ciudadanos, de las empresas y de lo que hiciera falta, me pareció siempre el exceso de ortodoxia del que, a falta de ideas, sigue al pie de la letra el manual para que no puedan afearle nada.

Con la que está cayendo, probablemente los precios no suban tanto como Trichet temía, y si suben será por un repunte del precio de la energía y no pro este temporal alivio a los agobios de los endeudados.

¿Y cuales son los efectos de estos para nuestras hipotecas? En realidad escasos, porque el problema del Euribor es que se centra en el mercado interbancario, un mercado en el que en estos momentos nadie se fía de nadie y no se prestan un duro. Sin embargo, el Euribor ya ha comenzado a bajar y esta puede ser una buena señal de casa a los meses venideros.

No todo van a ser malas noticias, caray…

Hipoteca y bancos públicos

Laboratorio donde se generan ciertas ideas, como la de banca pública

Laboratorio donde se generan ciertas ideas, como la de banca pública

Supongo que será cosa de la campaña electoral y sus increíbles veleidades,  pero el caso es que sigo escuchando por ahí que la penosa situación que padecen muchas familias, agobiadas por las deudas, se arregla con la creación de una banca pública que evite los desahucios y que ponga coto a la avaricia de los bancos.

Por mi parte, y aunque me lo hayáis leído ya varias veces, me pregunto qué son las cajas de ahorros, sino banca pública, tan pública que no tiene accionistas y la manejan los políticos a su antojo con el resultado que todos conocemos.

Pero dejando aparte, oh cielos, el tema de las cajas de ahorros (fin de la invocación a Segismundo), tengo para mí que los que piensan en una banca pública que no ponga a la gente en la calle por impago de su hipoteca están imaginándose en realidad otra criatura que no es banca, sino comuna. ¿O me equivoco?

Porque una verdadera banca pública es la que mira por el bien de todos, y a mí me encantaría que existiera.

Una banca pública, como maneja el dinero de todos, no pone condiciones tramposas en las hipotecas.

Una banca pública, como es de todos, no trata de cambiar las reglas a medio camino para aprovechar el viento según de dónde sople.

Una verdadera banca pública, como es de todos, no perdona un duro ni a san Pedro, porque el duro que le perdona a uno se lo está quitando a otro.

Una banca pública embarga y desahucia como la que más, porque vela por los intereses comunes, y los intereses comunes, los de todos, están por encima de las necesidades o las desgracias particulares de cada cual.

Una banca pública, como es de todos, te echa del piso o del local a los veinte minutos de devolver el primer recibo, porque sabe que defiende intereses comunes y que eso la pone en situación de exigir seriedad, responsabilidad y puntualidad en el cumplimiento.

¿De veras creéis que se refieren a eso los que piden una banca pública? Yo creo que no. Yo creo que piensan en una tía rica y solterona que se ablanda con llorarale un poco…

Una banca pública de verdad sólo la queremos unos pocos.

Hipoteca y negocio a medias. Los amigos y la banca.

Par algunos, el mar es sólo una bañera a lo bestia...

Par algunos, el mar es sólo una bañera a lo bestia...

Nos sucede a todos: a veces perdemos la perspectiva de lo que son los negocios hasta que nos los planteamos en primera persona, o hasta que le ponemos cara y ojos al asunto.

La cuestión que me propusieron el otro día y que ahora os planteo es si, para comprar un piso, o para emprender un negocio, encontraríamos a un amigo que nos dejase el dinero en las mismas condiciones que los bancos.

Imaginad que viene un amigo, un buen amigo, y os dice que quiere poner una tienda de productos tradicionales; una de esas tiendas donde se vende jamón, queso, y productos de la tierra. Ha encontrado un buen local en una calle peatonal  muy concurrida y las expectativas son buenas, porque la ciudad, en mi caso León, recibe bastantes visitantes foráneos y los productos típicos como el queso, la morcilla, o la cecina son bastante conocidos por su calidad. De momento suena bien, ¿verdad?

Bueno, pues acto seguido, vuestro amigo os cuenta que entre el local, la reforma, y la puesta en marcha del negocio, le harían falta unos doscientos mil euros, porque el local sólo está en venta y no se lo alquilan. Suponed que tenéis el dinero y que se lo podéis prestar, y suponed que vuestro amigo os dice que si el negocio va bien os devolverá el dinero en treinta años con un interés del cinco por ciento anual, pero si el negocio va mal no os devuelve nada y os quedáis con el local, hasta que más adelante, con el tiempo, os pueda ir pagando.

¿Cual creéis que fue la respuesta?

Os la cuento: ¡Ni de coña!.

El tío al que le pedían el dinero dijo que él ponía la mitad de la pasta y era dueño de la mitad del negocio. Se llevaba la mitad de los beneficios o la mitad de las pérdidas, y si se vendía el local se llevaba la mitad de lo que pagasen por él. Y que si tenía que poner todo el dinero, era dueño de todo el negocio y hacía empelado al que había tenido la idea, pero que eso de poner todo el dinero y llevarse casi lo mismo que le pagaban por tenerlo en una cuenta a plazo fijo, que ni de broma, y menos teniendo que quedarse con el local si las cosas iban mal.

¿Y qué hubieseis dicho vosotros? Yo, confieso que lo mismo.

Y eso que casi ninguno de nosotros está dispuesto a aceptar es lo que le exigimos a los bancos que hagan: que nos ofrezcan una condiciones que ningún amigo o familiar nos ofrecería.

La banca ha usado muchos trucos y ha tratado de sacar beneficio de todas partes, está claro, pero también hay que ver la realidad de que nadie, absolutamente nadie, nos presta el dinero o nos hace la hipoteca en mejores condiciones que los bancos.

O como decíamos siempre por esta tierra: ni amigos ni familiares; el dinero más barato que hay es el de lo bancos.

¿Comprarías un piso embargado? Hipoteca y ética

Sí, vale,no es carnívoro, pero...

Sí, vale,no es carnívoro, pero...

Todos sabemos que perder el piso por impago es una desgracia, tanto humana como económica., que además deja grandes secuelas muy difíciles de superar, eliminando a quien lo sufre de buena parte del circuito económico.

No sólo te quedas sin casa, sino que pierdes también lo que has pagado por ella hasta el momento, y la parte de hipoteca que quede viva.  A eso hay que añadir el coste personal, que no son sólo los recuerdos y las vivencias de esa casa, sino también las energías, la ilusión que se puso en ella, y el estigma de que te señalen con el dedo los amigos, conocidos y familiares como el que perdió la casa y tiene que vivir con sus abuelos, cuando tiene ya cincuenta tacos y tres hijos.

Todo eso es cierto, insisto.  Pero hay otro lado.

Cuando hablamos de las casas que se embargan, tenemos claro que los bancos tienen que subastarlas para recuperar el dinero.  Y para subastarlas, o venderlas, hay alguien, quien sea, que las tiene que comprar.

Y ahí es donde se plantea la cuestión ética que os quiero trasladar hoy:

¿Comprarías una casa embargada por el banco?

Hay quienes dicen que la gente que van buscando gangas es como los buitres, alimentándose de la carroña, o de los más débiles.

Otros, en cambio, creen que comprar viviendas embargadas, pero tratando de pagar un precio más o menos justo es la única manera verdaderamente eficaz de ayudar al embargado, pues todo lo que pagues por la vivienda es lo que le alivias a él de deuda, tanto presente como sobre sus ingresos futuros.

Lo cierto es que la única manera de ayudar verdaderamente a quien ha perdido su piso es comprárselo, y lo cierto, también, es que quien lo compra obtiene un importante beneficio económico de la desgracia ajena. La discusión, por tanto, se mantiene en pie.

¿Cual es vuestro punto de vista?

¿Trataríais de pagar algo más para ser justo o trataríais de pagar el mínimo defendiendo solamente vuestros propios intereses?

¿Cual creéis que la actitud más común?

¿Es ético participar en esta clase de subastas?

¿Se ayuda más al banco, al deudor embargado o se ayuda sólo a sí mismo quien se mete a comprar uno de estos pisos?

Bajan las hipotecas y suben los desahucios

Las cosas se ponen cada vez más duras pra el atleta del día a día...

Las cosas se ponen cada vez más duras pra el atleta del día a día...

España está últimamente que se sale en términos deportivos, pero de veras que este récord hubiese sido mejor no batirlo.

Según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) publicados la semana pasada, el número de españoles incursos en un procedimiento judicial de desahucio por impago alcanzó un nuevo máximo histórico en el segundo trimestre del año, al contabilizarse 16.464 de estos procedimientos, un 21,2% más que en el mismo período del año anterior.

El lado bueno del asunto (si existe tal cosa) es que de estos desahucios judiciales, una parte corresponde a ejecuciones hipotecarias, mientras que el resto se debe a impago de alquileres. En ese sentido, los impagos de alquileres siguen creciendo mientras que los procedimientos judiciales abiertos por impago de hipotecas siguen descendiendo, en este caso un 20 % sobre el trimestre anterior.

Si nos ponemos a hacer una interpretación sociológica del asunto, y es arriesgado, hay que concluir que los que perdieron la casa se fueron de alquiler y no están pagando (porque no pueden) o que se han ido de alquiler (y no pueden pagar) aquellos a los que el banco nunca les concedió una hipoteca por falta de solvencia.

Así las cosas, creo que va siendo hora de ser serios y reconocer que el problema, el verdadero problema, es la falta de solvencia de los españoles. O dicho de una manera más clara: que no hay un duro.

Las alternativas, como siempre repito, son dos:

-Que empiecen a aflorar trabajo y riqueza para que los españoles podamos tener con qué pagar el lugar donde vivimos.

-Que nos demos cuenta de una buena vez de que no podemos vivir donde queríamos y acabemos por plantearnos la posibilidad de vivir donde podemos. O sea, un trasvase demográfico que ajuste precios.

Por mi parte, desde luego, prefiero la primera opción, pero no dejo en el olvido la segunda, mientras la casa del pueblo siga en pie.

La Hipoteca peregrina

Ahora hasta se enternecen

Ahora hasta se enternecen

Hemos llegado a un momento, amigos, en el que ir a pedir una hipoteca al banco se puede convertir en un problema no sólo para nosotros, sino también para el banco, que antes se devanaba los sesos buscando el modo de captarnos como clientes.

Con la capitalización de nuestras entidades financieras marcando mínimos, y el mercado interbancario de capitales criando telarañas, algunos bancos se ven en la tesitura de negarse a prestar dinero, pero quedando bien con el cliente, manteniendo su imagen y haciendolo posible para que no corra la voz de que no tienen dinero que prestarte, ya que eso agravaría aún más la precaria situación de algunos.

Porque a veces se da la circunstancia de que quien pide la hipoteca es totalmente solvente, tiene un contrato fijo, treinta y cinco años, altos ingresos, dos avalistas, y una tasación de la vivienda que duplica la cantidad solicitada. Y acepta un seguro de riesgo, otro de vida y ha presentado hasta la foto de la rpimera comunión. Y aún así, el banco tiene que negarse a concederla y tiene que dar una buena razón para que no cunda la alarma. ¿Y qué se dice entonces? Lo que sea. Lo que buenamente se le ocurra al director de la sucursal para salir del aprieto, porque los directores se han convertido en esta crisis en verdaderos talentos de la fantasía épica.

El hecho, a veces, es que cuenten lo que cuenten, el banco sólo puede deshacerse de las viviendas que tenga en cartera, o lo que es lo mismo, endilgarle una deuda ya existente a otro pagano, porque lo que es dinero que salga por la puerta no pueden dar en modo alguno.

Así las cosas, hace un tiempo supe de un director de sucursal que, en su desesperación, le acabó diciendo al cliente: No te puedo dar la hipoteca porque nos hace más falta el dinero a nosotros que a ti.

Dicho eso, dicho todo.

Un método de resistencia contra el desahucio

Una elegante gochada...

Una elegante gochada...

Por principio estamos algunos, que ya que todos no, en que las leyes se hacen para cumplirlas, las deudas se contraen para pagarlas y al matrimonio se llega por amor. Dicho esto para alimentar a los adoradores de lo obvio, esos que dicen niños y niñas en vez de niños a secas, nos enfrentamos al hecho de que en el mundo real la gente tiene necesidades, a veces muy perentorias, y que en blogs como este nos sentimos en la obligación de ayudar antes a los propietarios hipotecados que a los bancos.

Por tanto, empecemos por los hechos.

Si no puedes pagar tu hipoteca, vas a perder tu casa. Eso es así y está bien que así sea, porque de lo contrario florecerían los jetas como setas de otoño. Ahora bien: el hecho de que pierdas tu casa no impide que sigas necesitando un sitio para vivir, y si el banco se queda con tu salario, o con una parte de él, para que sigas pagando, resulta que te echan de tu vivienda y no puede coger otra, ni siquiera en alquiler, con lo que te conviertes en un sintecho, o en un defraudador que comienza a cobrar en negro todo lo que puede. Y eso no nos interesa a nadie, socialmente.

Por tanto, hay que aguzar el ingenio. Y aunque el piso hipotecado lo peirdas, tienes que buscarte la vida lo mejor posible para no quedarte en la calle. Para ello hay un sistema:

Cuando llegue el embargo del piso, hay que resistirse hasta última hora, con el papeleo que haga falta y las triquiñuelas que a acada cual se le ocurran, como dificultar la notificación, etc. Pero cuando el desahucio sea inminente e imparable, no hay que resistirse, ni llorar, ni tratar de posponerlo tres días más. Cuando el embargo está ya encima, hay que ir al juzgado, aceptar los términos del embargo, ir al banco, firmar las  escrituras, decir que se está de acuerdo en todo, firmar ante notario que se está de acuerdo en todo y despedirse del piso.

Y ahora, y aquí está la gracia, cambiar las llaves de la puerta Y SEGUIR en la casa. Porque ya no eres un propietario que no paga. Ahora eres un okupa, y eso requiere otro proceso judicial distinto de otros tres años., como poco. Si no hubiese firmado lso papeles, seguirías siendo el duñoe, pero como ya los firmaste, el dueño es el banco y tú eres un okupa, con lo que el expediente juducial anterior, pierde vigor.

¿Lo cogísteis?

Pues espero que no os haga falta.

De nada.

P.D: Gracias a los amigos del blog de Fraude Fiscal por el truco.