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Calcular hipoteca para que no nos pille el tren

Hipoteca índigo

Hipoteca índigo

¿Os suenan los test de stress de los bancos? Es un eufemismo para llamar a las pruebas que se hicieron y se hacen a los bancos a fin de determinar en qué circunstancias se van a ir al garete. La terminología sale de la ciencia de resistencia de los materiales, y por lo común, antes de esta ruina comunal que nos aflige, se utilizaban para conocer la resistencia de un puente o un edificio ante eventos como un viento fuerte o un terremoto.

En el caso de los bancos, lo que se trata es de saber cuántos años de crisis, de impagados, de morosidad y de pérdidas puede soportar un banco determinado antes de irse al carajo, en columna de a dos y marcando el paso de la oca.

¿Y las familias? Pues la familias y los particulares deberíamos hacer lo mismo con las hipotecas. En esta web se ponen a disposición de los lectores unas cuantas calculadoras hipotecarias que permiten echar cuentas sobre en qué condiciones podremos seguir pagando nuestra hipoteca sin miedo al embargo. Como lo difícil es fijar unas condiciones de stress, voy a proponer algunas que debemos tener en cuenta a la hora de calcular nosotros mismos hasta qué punto es segura nuestra hipoteca o hasta qué punto es prudente que solicitemos una:

—Posibilidad de que uno de los miembros de la unidad familiar se quede en paro. Debemos  calcular si podríamos seguir pagando la cuota y durante cuanto tiempo.

—Posibilidad de que los tipos de interés, o el Euribor en particular alcancen el 5%. Es importante saber lo que sucedería en ese caso y si podríamos pagar, aunque de momento parezca un escenario lejano.

Precio al que podríamos vender actualmente el inmueble que tenemos hipotecado. Esa es la salida de emergencia, así que es importante saber en qué situación estamos.

—Cuantos meses de hipoteca nos permiten pagar nuestros actuales ahorros. Si es menos de un año, estamos apretados.

No son las únicas variables, por supuesto, pero las respuestas a estas preguntas nos ayudarán a no crearnos falsas preocupaciones o a no vivir en una falsa tranquilidad. La verdad suele ser buena cosa.

O eso dicen…

Hipoteca y recortes

Otro día hablamos de las diferencias entre recortar y esquilar

Otro día hablamos de las diferencias entre recortar y esquilar

Al final salieron los presupuesto generales del Estado y los hipotecados tenemos que pensar en qué van a significar para nosotros, aunque sólo sea por su efecto en el resto de la economía, que será lo que determine los salarios y los tipos de interés.

A primera vista, creo que hay que decir varias cosas no muy halgüeñas:

-Lo primero es que han salido demasiado tarde y por motivos absolutamente lamentables. ¿Desde cuando pensaba razonablemente el PP que podía ganar las elecciones? Yo creo que hace al menos un par de años que contaban con una victoria como la que obtuvieron y, sin embargo, no tenían nada preparado. Ni Gobierno, ni ministros, ni nombramientos, ni unos presupuestos ya redactados que poner sobre al mesa nada más acabar la sesión de investidura que convirtiese a Rajoy en Presidente.

Un partido que hace de la urgencia y de la situación crítica su principal baza electoral no puede retrasarse cuatro meses en la presentación de los presupuestos, y menos por el cálculo electoral de unas elecciones regionales que de todos modos tenía perdidas por aquello del pesebre y el voto cautivo.

Cometer la torpeza de retrasar los presupuestos ha quemado absolutamente su crédito, y el nuestro, ante las autoridades europeas, poniéndonos en una situación aún más difícil de la que estábamos, porque nuestro problema, más que de finanzas, es de credibilidad.

-En segundo lugar, un análisis detallado del presupuesto nos lleva a la conclusión de que los recortes se hacen mal y de modo que, de nuevo, perdemos credibilidad. Se aborda un importante ahorro, sí, pero el 80% del ahorro recae sobre la inversión y sólo un 20 % sobre el gasto. ¿Qué da a entender eso de puertas afuera? Que queremos salir de la crisis invirtiendo menos pero gastando lo mismo. Parecemos el yonky que quiere mejorar su economía dejando de pintar la casa y dejando de arreglar las goteras del tejado en vez de quitándose de la heroína.

¿Quién demonios nos va a creer así? ¿Qué impresión damos a los que están esperando una señal de austeridad para abrir el grifo de la financiación? Austeridad es gastar menos, no invertir menos. Invertir menos es abandono, dejadez, cobardía, falta de miras y renuncia al futuro. Lo que se esperaba que redujésemos era el gasto, pero eso tiene un coste político muy elevado y el Gobierno no se ha atrevido a hacerlo,  dejando el problema como estaba, pero con menos infraestructuras, menos mantenimiento y menos investigación. Una maravilla, vaya.

Por este camino, los bancos no nos prestan, las hipotecas se complican y el dinero no fluye.

Normal, vaya.

Hipoteca y población.

La cosa está realmente mala...

La cosa está realmente mala...

A lo que más nos estamos acostumbrando es a decir que la hipoteca es una especie de losa que aplasta la demanda llevándose una parte importante, demasiado, de la renta disponible de las familias. De este modo, la falta de dinero en el mercado es lo que reduce las compras y por ese camino descienden también la producción y el empleo.

Sin embargo, últimamente parece que nos hemos olvidado de que la vivienda ha sido y es en España el principal indicador de capitalización de las familias, y el bien en el que permanece depositada una buena parte de la riqueza familiar española. En algunos países, o en algunas culturas, la riqueza se acumula en oro, o en joyas que se pasan de generación en generación y aquí lo hacemos en viviendas. Pues vale.

¿Y a dónde voy con todo esto? A que la esperada bajada de la vivienda puede beneficiar a algunos, que la podrán comprar a un precio más asequible, pero va a perjudicar a una inmensa masa de españoles que tenían sus ahorros invertidos en este bien. Y no me refiero al megaespeculador que tiene ocho casas y las alquila, sino a un abuelo cualquiera, que metió en la casa toda su renta durante años y que ahora dejará una herencia menguante a sus descendientes. Ese dinero, que antes era un activo para invertir o consumir, ha desaparecido de pronto, dejando sensación de timo (y de pobreza) a una persona que antes consumía con más alegría o pensaba poner su pequeño negocio.

¿Y cuándo se recuperará el precio de la vivienda para que pueda recuperarse este capital? Posiblemente tarde muchos años,  ya que la población no crece, algunas ciudades se vacían y toda la población se concentra en ciertos polos geográficos, donde el precio se mantiene o sube, haciendo que se devalúe en el resto del territorio.

Quizás este análisis es el que hacen los bancos y por eso son tan reacios a conceder hipotecas: en los próximos años es más probable que la vivienda siga bajando que ver un nuevo impulso alcista, pro lo que conceder hipotecas suponer incurrir en el riesgo de tropezar otra vez con la misma piedra: que las viviendas que aparecen en sus balances valgan menos que el dinero que dieron por ellas.

Por tanto, para evitarlo, quedan unas pocas salidas: que aumente la demanda de viviendas, que aumente la población, o quizás que tengamos una gigantesca plaga de divorcios que duplique las casas necesarias.
Sólo lo último parece probable en la situación actual…

¿Qué es la hipoteca? Concepto e historia

En el primer día, por la mañana, fue creada la hipoteca.

En el primer día, por la mañana, fue creada la hipoteca.

Y después de todo este tiempo, de todo el montón de artículos que he escrito sobre hipotecas e hipotecados, creo que ha llegado el momento de preguntarnos: ¿y de qué estamos hablando?

Lo primero que hay que tener claro es que la hipoteca es una garantía, y no un cantidad prestada ni una cantidad adeudada.  La hipoteca, por tanto, es un derecho real de garantía que se crea para asegurar el cumplimiento de una obligación, y que pesa sobre un bien que, entretanto, permanece bajo posesión del deudor.

Estamos, por tanto, más ante un seguro que ante un préstamo, pues el préstamo es otra cosa. La hipoteca permite que, en caso de incumplimiento de las obligaciones pactadas, se venda de manera forzosa el bien hipotecado para satisfacer con lo obtenido el importe del préstamo, sea quien sea el titular en ese momento, o el poseedor del bien.

Y ojo, que no es lo mismo propiedad que posesión. El propietario es el titular de un bien, y el poseedor quien lo disfruta en un momento dado o lo tiene bajo su dominio. El ejemplo más claro es el de la moto: si presto mi moto a un amigo, yo soy el propietario y él es el poseedor. Lo gracioso es que si me la roban, el ladrón también es el poseedor y soy yo quien debo demostrar la propiedad, no él, que con ser el poseedor efectivo tiene la presunción de propiedad de su parte mientras no se demuestre lo contrario.

En cuanto a la historia de la hipoteca, su nombre proviene de las palabras hipo (debajo) y teca (caja) o sea, lo que está debajo de la caja, y se refiere ante todo a su carácter de oculta, ya que pesa sobre el bien y lo compromete pero no se ve.

De todos modos, tanto el concepto actual de hipoteca como la mayor parte de sus regulaciones la heredamos, como casi todo, del Derecho Romano. En Roma había dos modos principales de constituir una garantía sobre una deuda: la fiducia y la prenda.

No obstante, el principal problema de estas garantías es que permanecían ocultas, crean inseguridad en todas las partes intervinientes, que tenían que estar muy atentas a los contratos previos, originándose así grandes problemas. Esto se arregló con la creación de los registros de la propiedad.

De la fiducia y la prenda hablamos otro día.

La hipoteca después de un entierro

¿Quién lo iba a decir?

¿Quién lo iba a decir?

Hoy voy a contaros una historia casi castiza que escuché hace poco en un bar, por lo que podría ser una especie de leyenda urbana, de esas que circulan a veces por ahí. Sin embargo, más que la cara del que lo contaba, lo que me convenció de su posible verosimilitud es la situación por la que actualmente pasan muchos bancos, y los cambios sustanciales que eso ha provocado en el poder de negociación de las partes.

Nuestro protagonista es un hipotecado, un hipotecado cualquiera que las pasa negras para pagar mensualmente sus cuotas y que ya ha dejado alguna sin pagar. Un buen día se presenta en su oficina bancaria y le dice al director que vaya preparando los papeles, porque no va a poder seguir pagando, y que además está considerando la idea de irse a Suramérica, donde tiene algo de familia a la que ayudó en su momento y que ahora le ofrece ayuda a él.

El director del banco, con la que está cayendo, pasó por varios colores del espectro cromático y dijo que habría que buscar una solución. Tras muchos tiras y aflojas, nuestro hombre dijo que de los cien mil euros que aún debía, podía poner setenta mil en la mesa pidiéndolos a un familiar, o quien fuese, pero con eso tenían que saldar la hipoteca, sin que quedase pendiente el resto ni nada por el estilo. Así intentaría vender el piso y sacar lo que pudiera por él. O sea, una quita hipotecaria en toda regla.

El banco se negó, pero tras unos cuantos tira  y aflojas, y algunas llamadas a la central, acabaron pactando que si entregaba ochenta mil euros, se olvidaban de la deuda. Pero tenía que ser al contado.

Nuestro hombre exigió que se realizase el pacto ante notario, y en la misma notaría entregó la cantidad al banco y se quedó con el piso, limpio de polvo y paja.

¿Qué había sucedido? Que acababa de morirse una tía solterona y había heredado un buen pellizco, y además casi todo en efectivo.

Cosas de viejos y cosas de entierros…

Cosas que nunca hubiesen sido siquiera imaginables hace unos años.

Rechazar al inmigrante como inquilino: ¿Racismo o prudencia?

Como para alquilarle nada al dueño de este pasaporte...

Como para alquilarle nada al dueño de este pasaporte...

A raíz de este artículo, que publiqué en otro blog, me llegó un largo correo electrónico que me apetece compartir con todos vosotros en su contenido. Aprovechad, porque no es frecuente leer estas cosas en un mundo de biempensantes y amantes del país de la piruleta.

Me decía el lector que él tenía varios pisos alquilados, y que rechazaba sistemáticamente como inquilino a todo el que le pareciese procedente de algún país exótico. La cuestión, para él, era que pagasen, y si pagaban y le respetaban el inmueble, le daba igual que fueran negros, amarillos, pieles rojas o verde pistacho. A lo único que le miraba el color era a los billetes.

Reconocía también que había un porcentaje bastante similar de jetas, cabrones y desaprensivos entre los españoles que entre los inmigrantes, y que había un porcentaje casi idéntico de buenas personas, respetuosas y cumplidoras.

¿Y por qué rechazaba a los inmigrantes después de decir todo esto?

Pues porque siendo la probabilidad de pufo equivalente entre los nacionales y los extranjeros, ¿qué pasa cuando uno te sale malo? Si es español, vas al juzgado, lo denuncias, y con grandes trabajos esperas a que tenga una nómina que embargar, o herede unas tierras o una casa de su abuela, o incluso de su padre, y entonces consigues cobrarle. Es complicado y largo, pero tanto a un español como a un ciudadano comunitario consigues cobrarle.

¿Y si es un ciudadano extracomunitario? ¿Vas a Senegal a poner una demanda?, ¿conseguirás embargarle el sueldo en Ecuador?, ¿conseguirás que embarguen a tu favor una herencia en Rusia? Lo normal es que no. Ni sabes con qué países existe convenio y con cuales no, ni cómo proceder en esos  países, ni cómo conseguir cobrar la deuda: basta con que un día se marchen para tenerlo todo perdido y sin remedio.

Por tanto, como veis, a veces la gente tiene sus razones. Y no es por discriminar, ni por saña al diferente. A lo que la mayor parte de la gente le tiene manía es a los líos y a la indefensión legal de las legislaciones diversas. Pero esto, claro está, ni vende periódicos, ni atrae votos. Y por eso se calla.

Ya no habrá más hipotecas ejecutadas a un euro

¡A mí, bellacos!

¡A mí, bellacos!

Porque el caso es que las había. Suena a chirigota y es un atraco, pero existían casos en que el banco podía adjudicarse por un mísero euro una vivienda embargada y dejarle el marrón, de por vida, al pobre hipotecado, que se veía a obligado a pagar la deuda después de quedarse sin casa y sin valor de subasta.

Este maravilloso asalto se llamaba procedimiento extrajudicial de ejecución hipotecaria, y se llevaba a cabo ante notario, de modo que la cosa iba mucho más rápida. La clave de la idea es que el hipotecado no tiene derecho a defensa jurídica, ya que se trata de un acto privado y a que el banco, en tercera convocatoria y ante la falta de pujas pro la vivienda, podía adjudicarse el bien hipotecado por cualquier cantidad, ya que no existía ninguna puja superior, y aprovechando para su beneficio el artículo 236 del Reglamento Hipotecario, que no fija ningún tipo para esta clase de casos.

La cosa no estaba muy clara, pues aunque el Reglamento no especificase nada, este reglamento regula la aplicación de una Ley que si ofrece garantías, pro lo que el sistema era mucho más que dudoso. Así las cosas, debían ser los notarios los que diesen fe del procedimiento y su asociación profesional no estaba muy convencida de la legitimidad de esta práctica, por lo que finalmente tomó cartas en el asunto para no verse envuelta en un litigio de proporciones enormes.

Finalmente el 27 de febrero, el Consejo General del Notariado ha  decidido  que no se permitirán adjudicaciones por este procedimiento por tipos menores al 60 % del valor de tasación del inmueble.

Queda aún pendiente la reforma legal del Reglamento hipotecario para que no se cuelen serpientes por este agujero pero, por una vez, hay que decir que los notarios han servido para algo.

Porque ya veis: sí  que se puede adquirir una vivienda por un euro, pero para eso hay que ser un banco. Y un chorizo, me temo.

La plusvalía para los vendedores

Echarle morro...

Echarle morro...

Se trata de uno de estos casos de cara dura recalcitrante, con palio, botafumeiro y monaguillos revestidos: cara dura de solemnidad.

El Tribunal Supremo ha declarado nula por “abusiva”, y además con carácter retroactivo, la cláusula de los contratos por la que los promotores de viviendas nuevas obligaban a los compradores a sufragar el coste de la plusvalía, que es como popularmente se conoce el impuesto sobre el incremento de valor de terrenos urbanos.

La cosa tiene su cachondeo por que las reclamaciones empezaron en 2005, y en 2006, para evitar dudas, el Gobierno de Zapatero sacó una ley, concretamente la Ley 44/2006 en al que se prohibía de manera expresa y taxativa esta práctica, por entenderse que los impuestos del suelo en el que se edifica corresponde pagarlos al que edifica y no al que compra el inmueble.

Aún así, y para cosechar las nueces que pudiesen ir cayendo, muchas empresas promotoras siguieron incluyendo esta cláusula en sus contratos y cobrando esta cantidad a los compradores de los pisos. O sea, que la pasta, en lo que pudieron, se la llevaron por delante, o la metieron en las correspondientes hipotecas que a menudo ellos pactaban con los bancos para sacarse sabrosas comisiones.

Ahora, seis años después, el Tribunal supremo9 ha fallado lo que todos sabíamos: que esos cobros son manifiestamente abusivos, injustos e ilegales, y que se podrán reclamar con carácter retroactivo junto a los intereses legales y los gastos, daños y perjuicios que hayan ocasionado.

Parece una victoria, ¿verdad? Pues reíd conmigo: ¿cuántas promotoras han desaparecido desde el 2006 y nunca devolverán un duro?, ¿cuantas promotoras, que eran siempre personas jurídicas han liquidado ya sus cuentas y no habrá  aquien reclamar?

Esa es la maravilla de este país: que te dan la vaca cuando ya se ha muerto…

Hay que jorobarse…

Consecuencias de la dación en pago de las hipotecas

Injusto, caro y fraudulento....

Injusto, caro y fraudulento....

Como sabéis por aquí, no he sido nunca partidario de la figura de la dación en pago, y ahora que resulta que tenemos un Gobierno mucho más de izquierdas que el anterior ejecutivo socialista (ha limitado los salarios de los banqueros y va a aprobar la dación en pago) llega el momento de demostrar que la oposición a esta figura no era por razones partidistas, sino más bien técnicas.

Por una parte, estoy convencido de que hay que buscar alguna medida que alivie la deuda de montones de españoles que se metieron ellos solos en un agujero hipotecario y ahora no pueden salir. Y hay que ayudarles porque nos conviene, no por piedad, misericordia o compasión. Si fuese por todos esos motivos religiosos que tanto les gusta mencionar a muchos (y encima la mayoría son ateos, hay que jorobarse…) lo verdaderamente justo sería que cada palo aguantase su vela y cada ciudadano su firma, de modo que si quiere que  le pagamos entre todos sus errores renuncie de por vida al derecho al voto. Por decir algo sólo medio de bromas…

Pero no se trata de eso: se trata de que no se puede consentir que cientos de miles de personas se queden sin casa y conserven la deuda, porque semejante situación los dejaría fuera de la demanda agregada y a los demás no nos interesa tener un montón de pobres por las calles y un montón de gente que nunca podrá trabajar legalmente, ya que sus sueldos estarían embargados por décadas. O dicho de otro modo: esa gente es carne de economía sumergida, fraude, latrocinio y trapicheo. Y hay que evitarlo en interés de todos.

¿La dación es una forma de conseguirlo? Es una.

Pero el caso es que el Gobierno deja la cosa a medias, y al que ha alquilado no le da ni las buenas tardes, lo mismo que al que paga todos los meses, mientras que ayuda al propietario moroso. Primer agujero.

Pero el caso es que la dación dependerá de la renta del que la solicita, por lo que tenemos una nueva razón para trabajar en negro, no dar de alta ni al crucifijo de la capilla, ocultar cualquier fuente de ingresos y profundizar aún más en el dinerillo en B, el subsidio y la ayuda. Porque en caso contrario, no nos admitirán la dación. No es para todos, sino para unos cuantos que estén muy ahogados o que puedan simularlo: agujero segundo.

Y resulta que a partir de ahora, el riesgo hipotecario será mayor, y como para eso se inventaron las matemáticas actuariales (enhorabuena a los que no sepan lo que son), resulta que los clientes futuros se pagarán de su bolsillo esta gracia, pues al existir el riesgo de devaluación de los bienes y la posibilidad de dación, los diferenciales subirán a toda pastilla, complicando más las cosas. Agujero tercero.

Por tanto, aunque es necesario, como dije, tomar alguna medida, resuilta que esta es injusta, fomenta el fraude y resulta cara.

Glorioso, ¿eh?

La hipoteca asesina. Plusmarca de desahucios.

Una de las viejas salidas a la crisis...

Una de las viejas salidas a la crisis...

De momentos no tenemos datos de otras comunidades, pero según ha informado la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, con datos ofrecidos por el Consejo General del Poder Judicial, en la Comunidad de Madrid  se registró en el primer semestre de 2011 una media de 40 desahucios diarios, lo que supone un aumento de casi el 35 % respecto al año anterior. Y el año anterior, como todos sabemos, no fue precisamente bueno…

Y lo peor es que dadas las cifras de desempleo, que continúan creciendo, y a medida que se van agotando los recursos de las familias, es muy posible que esta cifra siga aumentando en 2012, y de una manera muy acusada.

En principio puede parecer una noticia simplemente triste, pero yo la considero más allá de lo trágico, porque no sólo se trata de la gente que pierde su casa, y con ello queda marcada para el futuro por una deuda y por un historial de insolvencia, sino también porque este dato es un síntoma de males más profundos.

La hipoteca es lo último que deja de pagarse, y llegar a estas alarmantes cuotas de insolvencia significa que se está desgarrando ya completamente la red social de protección, en la que se incluían familias y amistades. Este tipo de datos son los que pueden avisar de que la situación social se está volviendo verdaderamente insostenible, máximo en un momento en el que la nueva reforma laboral precariza aún más el empleo.

Por mi parte, creo que para salvar los bancos, que es necesario, se debería hacer un esfuerzo más decidido por salvar a sus clientes, de modo que sean los propios ciudadanos los que puedan pagar sus deudas y se ponga en marcha de se modo la economía.

En mejor ocasión hablaremos de lo que significa la reforma laboral para el mundo hipotecario, porque tiene importantes implicaciones, pero por esta vez creo que bastará con que reflexionemos sobre qué hace toda esta gente desahuciada, cual es su futuro, y cómo nos afectará a todos.

Porque nos afectará. De eso podéis estar seguros.

Hipoteca, alquiler y publicidad

Cartel MUY explícito.

Cartel MUY explícito.

Hablan en este otro blog, dedicado al fraude fiscal, de lo importante que sería que los pisos, tanto en venta como en alquiler, apareciesen anunciados obligatoriamente con sus precios correspondientes, y el caso es que después de leer el artículo no acabo de estar convencido del razonamiento.

Por una parte, es cierto que los precios que no se muestran se prestan a toda clase de chanchullos, como subidas de precio al ver la cara del cliente, o rechazo frontal dependiendo de la tonalidad de piel del solicitante. Es cierto también que el que se anuncia se compromete con el precio que muestra, igual que sucede en el resto de productos, y que desaparecerían unos cuantos alquileres en negro, de los que no se declaran o cambian de precio en cuanto olfatean una ayuda a los jóvenes o cualquier otra subvención. Pero por otro lado, no puedo menos que pensar que la obligatoriedad de publicar los precios haría aún más rígido el mercado de las hipotecas y de los alquileres, metiendo a la gente el temor en el cuerpo a negociar.

Porque si fuese completamente obligatorio publicar todos los precios, y esos precios pudiesen utilizarse como contrato, ¿quién se metería luego en negociaciones y a quién se le sacaría una rebaja? En los bienes de tan alto valor, la posibilidad de negociar sin cortapisas entre las dos partes es la mitad del negocio. Y además, la vivienda no es un bien homogéneo, como un coche o un teléfono móvil, que son todos iguales unos a otros si coinciden en marca y modelo. Las viviendas están en distintos barrios, a distintas alturas y con distintas orientaciones, y eso no parece tenerse en cuenta.

Mucho me temo, y a eso es donde quiero llegar en este artículo, que el mayor problema de España no es la falta de normativa razonable para que los españoles funcionemos mejor, sino nuestra falta de deseo, como sociedad, de que las cosas funcionen un poco mejor.

Da igual que los precios se publiquen o no: los alquileres y las entregas en negro continuarán. Da igual que cualquier Gobierno saque adelante más o menos reformas laborales o sociales: me temo que aquí el que pueda llevarse cien millones se llevará cien millones, y el que no, pues se llevará  a casa en cuanto pueda los folios del trabajo…

Y no: el precio de la manceba no convierte el meretricio en disco-bar…

Triste historia…

Por qué tanta gente pidió una hipoteca

A un panal de rica miel...

A un panal de rica miel...

Hoy, como es lunes, ataco con uno de esos artículos teóricos en los que trato de buscar el por qué de las cosas, aunque a veces sólo me encuentre con razones circulares, de las que se muerden la cola, no sé aún a ciencia cierta si por extravío o por rabia.

El caso es que la burbuja inmobiliaria se produjo por una demanda desaforada de pisos, y esta demanda sólo fue posible por una especie de fiebre hipotecaria, en ella que aquel que no tenía una hipoteca era poco menos que un leproso o un apestado.

Pero veamos: ¿Por qué tanta gente pido una hipoteca?

La respuesta obvia, aunque parezca una tontería, es porque las daban y porque había demanda. Las daban porque con la entrada en el Euro se produjo un enorme diferencial entre la economía real y la economía financiera. En España empezó a entrar dinero a chorro, y como a los españoles no nos gusta nada, pero nada,  cualquier cosa que tenga que ver con la industria, se canalizó este exceso de oferta monetaria a lo que verdaderamente nos gusta a los españoles: el ladrillo, y el inmovilizado para toda una vida.

Por tanto, tenemos aquí una doble vertiente, económica y sociológica: afluencia masiva de liquidez, bajos tipos de interés y un producto, el ladrillo, muy del gusto de una sociedad donde la frase “los pisos nunca bajan” había sustituido al Evangelio en las bocas de los gurús y los sacerdotes de nuevo cuño.

La otra razón mencionada es que había demanda. Y la había, porque los españoles hemos deseado, desde tiempos inmemoriales, anclarnos a una tierra y una comarca mediante el capital, y no mediante el gasto. Y esta es la diferencia que algunos no consiguen entender: que el piso en alquiler es gasto, mientras que la hipoteca y el piso en propiedad son expresiones de capital, con lo que los ciudadanos de a pie se quisieron insertar en el círculo del capital saliendo del circuito del gasto.

Con el dinero escapando a raudales del consumo para entrar en las arcas del capital, aunque sea familiar y fragmentado, el desastre estaba servido.

Por eso, cuando los que no pueden pagar su hipoteca piden leyes que les defiendan del capital no puedo menos que preguntarme si han entendido que el capital quisieron ser ellos mismos. O quizás sea aún más duro preguntarse si los que todavía pagan sus recibos mensuales sin problemas se arrepienten o no de haber entrado en esa rueda.

Dejamos esas cuestiones para otro día. O para los comentarios, si os parece.