Una hipoteca sin suelo es aquella que no contiene cláusula alguna que impida bajar el tipo de interés por debajo de una cifra. Los bancos, dentro de esa religión suya a la que llaman “letra pequeña” y que no viene a ser más que un altar donde sacrificar nuestros intereses en ofrenda a su cuenta de resultados, incluyen la cláusula suelo para que no nos baje la hipoteca si por alguna razón baja el Euribor más de lo que ellos consideran razonable.
De este modo, si el Euribor sube al doble, pagamos el doble de intereses, pero si el Euribor baja, se activa la cláusula suelo y toda la bajada se la meten ellos al bolsillo en forma de aumento del diferencial.
Os lo cuento con un ejemplo, para que nos entendamos, ya que he visto mucha gente desagradablemente sorprendida porque su hipoteca no haya bajado en la última revisión todo lo que tenía que bajar:
Hipoteca de 200.000 Euros. 20 años. Euribor + 0,75. El Euribor estaba al 4,80 cuando se contrató. Posible cláusula suelo al 2,5 %.
Veamos lo que pasa cuando hay cláusula suelo y cuando no la hay.
En el punto inicial, pagábamos una cuota de 1380 € al mes.
El Euribor baja al 1,20, como de hecho ha bajado.
Pues bien: en una hipoteca sin suelo, nuestra cuota mensual será de 1011 Euros.
Con cláusula suelo, nuestra cuota mensual será de 1142 Euros.
O sea que hay 131 Euros mensuales de diferencia. Lo bastante como para leerse muy bien las condiciones si estamos contratando ahora la hipoteca, y lo bastante también como para buscarse otra entidad que ofrezca hipotecas sin suelo y admita una subrogación de la nuestra. Porque en estas cantidades, y dependiendo de cual sea la cláusula suelo, a lo mejor vale la pena hasta cambiar de banco.
Y llegados a ese caso, no piquéis en el gancho moral de “ahora nos abandonas cuando nosotros confiamos en ti”. No confiaron en ti: confiaron en tus avales.
No nos quieren por nuestra belleza. Nos quieren por nuestro dinero.