Eso es lo que tenemos todos con el asunto griego: una hipoteca. Porque podemos ponernos como queramos buscando culpables, justicias, injusticias, o tecnicismos legales, pero el caso es que la interminable negociación del país heleno nos va a costar a todos una pasta y la vamos a pagar de un modo u otro.
Los españoles, tradicionales quijotes, nos desgañitamos en las redes sociales o en el bar a favor del Gobierno de izquierdas o a favor de las instituciones internacionales, ¿pero hemos pensado cómo nos afecta este asunto en nuestro día a día?
¿Por qué nos afecta tanto este asunto?
-En primer lugar, porque podemos perder una cifra del orden de los treinta mil millones de euros. La contabilidad no es sencilla, pues no se trata solamente de dinero contante y sonante puesto sobre la mesa, sino también de avales, colaterales etc. Pero el daño económico sería muy grande.
-En segundo lugar, por el riesgo político. Sin enterar a valorar las preferencias de cada cual, lo cierto es que las recientes elecciones municipales y autonómicas han dejado un mapa político que desde fuera es visto como preocupante. Por supuesto que nuestra soberanía consiste en votar a quien nos dé la gana, pero los fondos exteriores también tienen su propia soberanía, y la suya consiste en invertir donde mejor les vaya. La caída de Grecia confirmaría que los temores no son del todo infundados, y que invertir en estos momentos en un país que podría seguir la misma senda es una imprudencia.
-El coste del riesgo. Del punto anterior se deriva que si llega a cumplirse la peor opción, o sea, que un país europeo se convierta en moroso, no hay nada ya que impida que esto vuelva a repetirse. Las palabras de Draghi afirmando que se hará lo que haya que hacer para impedir la caída del euro habrán quedado muy debilitadas. Y eso, necesariamente llevará a una subida de los tipos de interés con que nos financiamos.
¿Y eso es relevante? Pues debemos, dicho en números gruesos, cosa de un billón. Por cada punto que suba el tipo de interés, pagamos diez mil millones de euros más de intereses. Con cuatro puntos, la deuda nos cuesta tanto como la educación. ¿Cómo lo veis?
Las irresponsabilidades con la deuda se pagan. Y no sólo las propias: las de los demás también.