Vivimos en unos tiempos de aversión al riesgo, eso está claro. Por eso, quienes se arriesgan pueden obtener unos beneficios tan gigantescos. Y por eso, quien necesita a alguien que asuma el riesgo tiene que pagar unas cantidades tan descomunales por ello, pues la demanda de riesgo es tan sumamente baja que su coste se ha disparado.
El riesgo es una de esas cosas que casi nadie valora a la hora de echar cuentas. Se habla de costes y de beneficios, pero casi nunca se habla de riesgos, como si se reconociera que el concepto es demasiado difícil de evaluar para meterlo en una cuenta seria. Y no es así: los riesgos existen y se pueden evaluar, en cifras con decimales y en euros contantes y sonantes: a eso se dedican las matemáticas actuariales y en eso c0nsiste precisamente el negocio de las compañías de seguros.
Cuando alguien habla de los beneficios que obtiene una empresa y los tacha de excesivos, que se pregunte qué riesgos está dispuesto a asumir y cuales no, y quizás entonces le parezcan (o no) las cuentas más ajustadas.
El caso es que los fondos buitre, que reciben ese nombre por rondar a las empresas que están a punto de quebrar para poder comprarlas por poco (asumiendo el riesgo de perderlo todo) son las que están haciendo su agosto en España con los cadáveres del boom inmobiliario. Según el Wall Street Journal, casi 200 fondos extranjeros rastrean España con 40 mil millones de euros listos para “invertir”, mientras BBC estima la cifra en 58 mil millones de euros. ¿Mucho dinero? Pues imaginad lo que se metió aquí para que esos sean los restos mortales…
Por lo general, Estos fondos de inversión esperan una rentabilidad mínima del 15 por ciento anual y no se detendrán si hay que trocear empresas, pedir desahucios o hacer lo que tengan que hacer para lograr ese rendimiento.
Las hipotecas impagadas o impagables, son objetivo preferente de estos fondos. Por ejemplo, Blackstone compró 2.000 viviendas protegidas al Ayuntamiento de Madrid por 125 millones de euros. La jugada consiste en comprar grandes paquete de viviendas de modo que el precio unitario sea ridículo aunque el monto total, el que recibe el vendedor sea importante.
Después, poco a poco, y con el tiempo que no tenía el vendedor, o sin las cortapisas políticas que el vendedor sufría, trocear esos paquetes y sacarles rendimiento.
Así que imaginaos lo que irá pasando, poco a poco, con el tiempo…