Cuando se habla de estas cosas, el principal problema es que somos tos unos pequeños pringadetes con pequeña o nula capacidad de presión, pero lo cierto es que la actual situación de los bancos convierte nuestro problema hipotecario en algo mucho más complejo que pagar o esperar a que te embarguen.
Vamos a ver la cuestión un poco más de cerca a ver si así nos hacemos una composición de cuales son nuestras posibilidades:
En el año 2008, la crisis de Lehman Brothers dio el pistoletazo de salida al gran pánico financiero o, si se prefiere, al nuevo paradigma económico. Lo de Lehman fue sólo una erupción cutánea, porque el problema era mucho más profundo y extendido, y aunque se echó la culpa a las hipotecas subprime, había mucha más porquería en el sistema financiero. Y la sigue habiendo.
Y con eso cambió la mecánica de las cosas. El dinero ya no era sólo dinero, sino también masilla para cubrir un boquete en el balance. Y resultó que las pérdidas eran sólo una faceta de todas las posibles maneras de irse a tomar viento, con el añadido de que a nivel legal y político era mejor tener pérdidas que un mal balance.
La cuestión es que, en el nuevo orden de las cosas, a veces los bancos valoran más el balance que la disciplina y que, puestos a reducir los daños, prefieren negar que la pérdida existe antes que intentar cobrare lo que se pueda de esa deuda. ¿Cómo se expresa eso en el mundo real? Renegociando créditos y renegociando hipotecas, incluso con gente que saben que no las pagará nunca, porque de lo que se trata es de que las provisiones no haya que hacerlas ahora y de que la pérdida posible no se convierta en pérdida real.
Por tanto, sabiendo esto, si tenemos problemas con la hipoteca, la estrategia a seguir es asegurar cualquier cosa y de cualquier manera, inventarse la garantías si hace falta, pero tratar de posponer el problema. Es lo que necesitamos nosotros y muy posiblemente también lo que ellos necesiten.
Todo lo que sea hablarles de lo malos que son, lo mucho que nos esforzamos y el daño que nos hace que nos quiten la casa será tiempo perdido. Pero si algo puede funcionar es intentar convencerlos de que poco a poco pagaremos. De que si nos bajan las cuotas y nos suben el número de años, podemos seguir pagando. Y de hecho, hay que seguir pagando, poco a poco, para sostener esta estrategia. Una estrategia que se parece peligrosamente a la suya: tirar del calendario para adelante a ver si llega un milagro o un rescate.
Y a lo mejor existe tal cosa. Hablaremos de ello otro día…