Todos conocemos el origen de la crisis, el germen que ha provocado toda esta epidemia que ha contagiado a todo el mundo, al menos al mundo más desarrollado, al mundo que se mueve en manos del sector financiero, a su antojo, a sus vaivenes.
Está claro ya que todo lo que nos ha sucedido en los últimos tres años ha sido provocado por las hipotecas subprime, algo así como el intercambio de paquetes de hipotecas entre entidades financieras, con algunas saneadas y otras, por llamarlo de alguna forma, con gran riesgo de impago.
Estas hipotecas concedidas con alto riesgo de impago fueron concedidas porque los agentes que las vendía cobraban por el volumen de hipotecas concedidas, así que las daban a diestro y siniestro, sin mirar dos veces a quien se las estaban dando.
Y de aquellos barros vinieron estos lodos, y de aquella actuación irresponsable de los agentes financieros de Estados Unidos ha provocado, gracias a la globalización, que todas las entidades financieras del mundo se contagiaron y provocaron el colapso.
Era de esperar que esa actuación tuviera algún castigo, y aunque la cosa está tardando, ya sabemos que las cosas de palacio van despacio, parece que ahora ha empezado a moverse y ya empiezan a aparecer noticias de tribunales que están juzgando a las entidades que cayeron en esta práctica.
Y lo curioso es que son las otras entidades, las que recibieron los paquetes tóxicos, los que están denunciando a las entidades que originaron el juego, porque se sienten engañadas, ellas compraron un paquete de hipotecas y dieron por supuesto que todo era correcto.
Dieron por supuesto que las entidades financieras que les vendían los productos habían sido tan cuidadoso como ellas mismas, pero no fue así, y así les ha ido.
De todas formas, estoy seguro que los responsables no recibirán, ni mucho menos, el castigo que se merecen, el castigo que deberían de haber recibido por causar lo que han provocado con su actitud.
Y es que el problema de nuestro sistema capitalista es que está montado en función del sector financiero, y la sociedad necesita que éste se encuentre en buen estado de salud, por lo que nunca será atacado, ni puesto en tela de juicio.
No podemos vivir ni con el sistema financiero, ni sin él.