Todo lo que afecta a los tipos de interés afecta tarde o temprano a las hipotecas, a la liquidez del sistema financiero y, a la postre, a nuestras posibilidades de comprarnos una casa, o simplemente una lata de sardinas para ir tirando. Cumplida la justificación, paso al desvío:
El reciente anuncio del Banco Central Europeo de que comprará deuda de manera ilimitada y sin exigir que su pago sea preferente sobre otros acreedores me suena a caza de tiburones. Y me suena, por razones históricas, a estrategia totalmente germánica, con ese ramalazo de sutileza y garrotazo perfectamente mezclados.
Aunque no tenga espacio aquí para explicarlo, más de uno recordará la salvaje caza de tiburones que organizó el gobierno alemán hace unos cuantos años contra los especuladores que apostaban por la absorción de Volkswagen por parte de Porsche. En aquella ocasión, el asunto se saldó con la absorción de Porsche por parte de Volkswagen (justo lo contrario), una ruina catastrófica para miles de especuladores y la vieja fabricante del “Escarabajo” valorada en bolsa, ella sola, por encima de toda la capitalización del IBEX.
En esta ocasión, y quizás se trate más de un deseo que de otra cosa, creo que simplemente se ha avisado de que podría suceder algo similar. Intento explicarme:
Desde hace varios meses existe un fuerte movimiento especulativo contra algunas economías de la zona Euro. La jugada es simple: se trata de atacar uno a uno a los países más débiles para obligarles a pagar intereses por encima de sus riesgos reales. La solución tradicional es gastar menos y de ahí los recortes, pero como la contracción del gasto no puede ser automática, los especuladores pretenden lograr beneficios multimillonarios en ese espacio de tiempo.
Llegados a ese punto, ¿qué sucede si el Banco Central Europeo compra deuda a mansalva? Que todas las apuestas bajistas se desmoronan de golpe, originando pérdidas tremebundas a los que las mantenían.
Con este anuncio, por tanto, el Banco Central Europeo da a entender que no va a tolerar los ataques especulativos, pero mantiene al exigencia de una larga serie de condiciones para los países que quieran venderle su deuda.
La amenaza, por tanto, es doble: los mercados deben andarse con tiento y los países endeudados deben seguir con las reformas, o se les dejará caer de nuevo al mar.
Para mí, lo que ha hecho Draghi, es sacar el sable y enseñarlo. A los mercados y a nosotros. Todo a un tiempo.
Y el que quiera, entenderá.