Como sabéis por aquí, no he sido nunca partidario de la figura de la dación en pago, y ahora que resulta que tenemos un Gobierno mucho más de izquierdas que el anterior ejecutivo socialista (ha limitado los salarios de los banqueros y va a aprobar la dación en pago) llega el momento de demostrar que la oposición a esta figura no era por razones partidistas, sino más bien técnicas.
Por una parte, estoy convencido de que hay que buscar alguna medida que alivie la deuda de montones de españoles que se metieron ellos solos en un agujero hipotecario y ahora no pueden salir. Y hay que ayudarles porque nos conviene, no por piedad, misericordia o compasión. Si fuese por todos esos motivos religiosos que tanto les gusta mencionar a muchos (y encima la mayoría son ateos, hay que jorobarse…) lo verdaderamente justo sería que cada palo aguantase su vela y cada ciudadano su firma, de modo que si quiere que le pagamos entre todos sus errores renuncie de por vida al derecho al voto. Por decir algo sólo medio de bromas…
Pero no se trata de eso: se trata de que no se puede consentir que cientos de miles de personas se queden sin casa y conserven la deuda, porque semejante situación los dejaría fuera de la demanda agregada y a los demás no nos interesa tener un montón de pobres por las calles y un montón de gente que nunca podrá trabajar legalmente, ya que sus sueldos estarían embargados por décadas. O dicho de otro modo: esa gente es carne de economía sumergida, fraude, latrocinio y trapicheo. Y hay que evitarlo en interés de todos.
¿La dación es una forma de conseguirlo? Es una.
Pero el caso es que el Gobierno deja la cosa a medias, y al que ha alquilado no le da ni las buenas tardes, lo mismo que al que paga todos los meses, mientras que ayuda al propietario moroso. Primer agujero.
Pero el caso es que la dación dependerá de la renta del que la solicita, por lo que tenemos una nueva razón para trabajar en negro, no dar de alta ni al crucifijo de la capilla, ocultar cualquier fuente de ingresos y profundizar aún más en el dinerillo en B, el subsidio y la ayuda. Porque en caso contrario, no nos admitirán la dación. No es para todos, sino para unos cuantos que estén muy ahogados o que puedan simularlo: agujero segundo.
Y resulta que a partir de ahora, el riesgo hipotecario será mayor, y como para eso se inventaron las matemáticas actuariales (enhorabuena a los que no sepan lo que son), resulta que los clientes futuros se pagarán de su bolsillo esta gracia, pues al existir el riesgo de devaluación de los bienes y la posibilidad de dación, los diferenciales subirán a toda pastilla, complicando más las cosas. Agujero tercero.
Por tanto, aunque es necesario, como dije, tomar alguna medida, resuilta que esta es injusta, fomenta el fraude y resulta cara.
Glorioso, ¿eh?