Somos meros juguetes rotos en manos de las entidades financieras que hacen de nosotros lo que quieren, para ellos no contamos, somos simples números al final de un expediente en el que se indica lo que debemos y con la asiduidad con la que nos retrasamos en el pago, pero nadie aparece para ayudarnos cuando lo necesitamos.
El Observatorio de Financiación Familiar de la Agencia Negociadora de Productos Bancarios ha hecho públicas unas estadísticas en las que se resalta que el 31% de los embargos hipotecarios se podían haber evitado con una simple reunificación de deudas.
¡El 31%! 3 de cada 10 embargos, eso es una barbaridad, una auténtica vergüenza que ese porcentaje de gente haya tenido que perder su domicilio cuando la solución era tan sencilla, estaba tan clara y todo era cuestión de un poco de cultura financiera o de información.
Porque los bancos que embargaron esos pisos sabían perfectamente que con la reunificación todo se habría resuelto, pero no informaron correctamente a sus clientes, prefirieron embargar los pisos, y ahora se los tienen que comer con patatas.
Un error doble, por tanto, un error ético por no haber ayudado ni informado correctamente a sus clientes, y un error económico, porque habrían evitado quedarse sin la liquidez que ahora tanto buscan, habrían seguido cobrando las cuotas hipotecarias y no tendrían un inmovilizado inmobiliario tan elevado.
Pero aún hay más, esas mismas estadísticas publicadas hablan de que un 37% de las familias españolas tuvieron que retrasar un pago hipotecario durante el año 2009. Seguro que esas mismas familias podrían también reunificar deudas, con lo que sus cuotas resultantes serían menores y podrían hacer frente a ellas con mayor facilidad.
Nos encontramos, por tanto, con un entorno en el que los ciudadanos españoles tenemos poca cultura financiera, eso es un hecho, y en el que, además, sufrimos los abusos de las entidades financieras que en lugar de informarnos como deberían, se limitan a vendernos el productor financiero que les obligan desde su propia central.
Se rompe así el círculo de confianza que se debería de establecer entre el cliente y la entidad financiera, un círculo de confianza que sólo tiene un sentido, cuando debería ser una calle de doble circulación, es una situación en la que el ciudadano de a pie confía en el Director de su sucursal bancaria, pero éste en lugar de devolver esa confianza con información honesta, lo hace con información interesada.
En definitiva, el cuento de siempre, los bancos y las cajas que utilizan a los ciudadanos como simples números a los que se puede utilizar a su antojo. En ello estuvo el origen de la crisis, y como no ha cambiado absolutamente nada, en ello está el germen de la próxima crisis.