A nadie se le escapa que los grandes perdedores de esta crisis y del nuevo paradigma económico en el que nos hemos instalado son los más jóvenes. No se trata sólo de que se haya perdido una generación y de que decenas de miles, casi cientos de miles de jóvenes hayan tenido que emigrar al extranjero en busca de un trabajo, con la pérdida económica y humana que eso supone: se trata de que el parón de la demanda viene pro la capa más joven de la población, aquella que consume, pone una casa, la amuebla y tiene hijos que criar.
El resumen de la trampa de liquidez en que vivimos, esa trampa en la que entra el dinero del BCE en la economía pero no llega al mercado, viene a ser ese: que los que tienen el dinero no tienen ganas de consumir, y los que querrían consumir no tienen un puñetero duro.
Pero vamos a mirarlo más de cerca:
Casi el ochenta por ciento de los jóvenes menores de 30 años sigue viviendo con sus padres, y aunque son muchas las causas, creo que la principal es que para vivir por su cuenta tendrían que dedicar el 60% de su sueldo sólo a la vivienda, y eso cobrando un 98,23% más de lo que cobra.
O sea, que para acceder a una hipoteca en condiciones mínimas, casi tendría que doblar su salario. Y encima, la superficie máxima a la que puede aspirar es de 50,4 metros cuadrados. Los mismos datos, del Observatorio de la Emancipación, afirman que la tasa de paro de las personas menores de 25 años alcanza el 51,4%, supera el 30% en la franja entre 25 y 29 años y está por encima del 24% en la población de 30 a 34. Además, el 28,7% de los ocupados menores de 30 años están a tiempo parcial y cuatro de cada diez tienen una antigüedad inferior a un año.
Y no para ahí la cosa: el 56,7% desempeñan trabajos de menor cualificación a la que poseen, con la merma de ingresos que eso supone, además de la frustración personal. Y siguiendo con los ocupados, más de la mitad, concretamente un 51,7%, tiene contratos temporales.
Así las cosas, no es de extrañar que la juventud busque alternativas políticas, se sienta cada vez más desafecta a un sistema político y económico que los ningunea, y dé la espalda a las instituciones ye incluso al contrato social.