En un momento como el actual en el que la sensibilidad hipotecaria, financiera y bancaria está a flor de piel, noticias como la que nos llega desde el otro lado del charco no hacen sino echar sal en la herida que tenemos abierta todos los ciudadanos españoles.
Viendo como las autoridades europeas no hacen sino ayudar a las entidades financieras, no digo que sin razón, ni con ella tampoco, el comprobar como la ciudad de Nueva York haya decidido demandar al gigante financiero JPMorgan por fraude hipotecario nos pone los pelos como escarpias.
Porque después de haber ayudado a su sistema financiero, como el inicio de la crisis demandaba, ahora ha llegado el momento de empezar a exigir responsabilidades, algo que todavía no hemos hecho en Europa, y en lo que los Estados Unidos se nos ha adelantado.
La base de la demanda está en las hipotecas de alto riesgo que aceptaron los directivos de JPMorgan sin el sustento económico y financiero de las familias necesario como para garantizar el pago de las cuotas resultantes, y el haber utilizado estos productos hipotecarios de alto riesgo como garantía y aval de otras operaciones financieras.
Según las propias autoridades de la ciudad de Nueva York, este sólo es el principio de toda una serie de demandas contra las entidades financieras que realizaron abusos durante los años de crecimiento económico y que han provocado gran parte de la terrible crisis que todavía nos asola.
Viendo este comportamiento, los españoles nos preguntamos como es posible que los directivos de las Cajas que se dedicaron a malversar el dinero de todos los contribuyentes y ahorradores se vayan de rositas, o peor aún, cobrando indemnizaciones millonarias sin tener que dar la cara por ningún tipo de responsabilidad.
Lo justo sería que todas estas personas que tuvieron en sus manos miles de millones de euros pasaran a disposición judicial para, al menos, responder con su patrimonio por el tremendo agujero que provocaron en las cuentas de estas instituciones, que ahora han tenido que desaparecer.
Porque no podemos olvidar que las Cajas realizaban un servicio a la comunidad, dotándonos de integración y desarrollo territorial, que ahora ha pasado a mejor vida en favor del negocio puramente financiero de los bancos. Y toda la culpa de ello la tienen los directivos de las mismas, políticos y sindicalistas en su mayoría.