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La hipoteca y los drones

ese bicho que ataca y se va

ese bicho que ataca y se va

A pesar del extraño título que lo encabeza, pretendo que este artículo sea muy de andar por casa. Así que me dejo de florituras y entro en materia.

El mayor problema de las hipotecas es que se concedieron sobre tasaciones que no tienen nada que ver con el valor real a precios de mercado de las viviendas. Sin embargo, para aliviar esa carga, el tipo de interés ha descendido enormemente en los últimos años hasta acercarse a la nada o a esas cláusulas suelo de las que tantas veces hemos hablado.

Hasta ahí, una de cal y una de arena. La cuestión, para mí principal, es que a pesar de que los intereses se han reducido haciendo disminuir las cuotas, los salarios, o los ingresos de los hipotecados, no han aumentado en la necesaria proporción estos años. parte de la jugada de la hipoteca, al menos mentalmente, consistía en que cada año que pasar la cuota sería menos dolorosa por el normal aumento de los precios y de los salarios. No ha sido así.

Por tanto, el problema real, el que ha llevado al país a endeudarse hasta la locura y a los ciudadanos a apretarse el cinturón hasta la asfixia, es el bajo nivel salarial. No se trata solamente de que no haya trabajo, sino que no es posible encontrar hoy un empleo en el que te paguen el mismo salario (no ya uno mayor, sino el mismo) que hace cinco años.

¿Y pro qué? Porque muchos empleos han sido atacados por drones. Se llama drones a las empresas de la competencia que basándose en abaratar costes o en la falta de regulación, atacan un sector, lo explotan, obtienen los beneficios y se van sin que se pueda hacer nada por combatirlos. ¿Qué puede hacer un abogado recién licenciado para evitar que los bufetes utilicen a personas sin preparación que simplemente tienen que buscar sentencias en bases de datos? ¿Cómo evita un arquitecto recién licenciado que pongan a trabajar con Autocad a un tipo con solamente el bachiller? ¿qué hace un ferretero para competir con el chino de al lado? ¿Cómo consigue un fotógrafo que alguien pague por sus fotografías’ ¿Qué puede hacer un librero para competir con Amazon? ¿qué puede hacer un obrero industrial cuando se automatiza su planta y lo sustituyen por un robot?

Hay desde luego muchas soluciones imaginativas, pero son siempre  anecdóticas o marginales y no consiguen evitar que poco a poco el factor trabajo tenga cada vez un peso menor y se paguen cada día menores salarios.

Y sin salarios no hay demanda, sin demanda no hay economía, y sin economía, demanda y salarios no hay dios que pague la hipoteca.

La hipoteca verde y con lunares

Tiene cierta pinta de cosa venenosa...

Tiene cierta pinta de cosa venenosa…

Tranquilos, que no se trata de un nuevo reclamo publicitario, ni de que haya salido un nuevo banco con esos colores corporativos, aunque tampoco es cosa que se pueda descartar, tal y como se está poniendo el márketing.

Con el título me quiero referir a que las hipotecas se están convirtiendo en una rarerza, y que el que encuentre una hipoteca bien puede pensar que ha dado con una mariposa exótica o un sello con una punta de más en el troquelado. Los datos proceden esta vez del Instituto Nacional de Estadística y se refieren a las hipotecas realmente firmadas y constituidas.

El descenso en febrero respecto al mismo mes del año anterior ha sido del 33%. Si, habéis leído bien: un tercio, con lo que se encandenan ya 46 meses seguidos de descenso.

En cuanto a la pasta, que también es siempre un buen indicador, el importe medio de las hipotecas sobre viviendas (dejando aparte otros inmuebles) alcanzó los 102.443 euros, un 1,1% menos que en el mismo mes de 2013.

Si observamos el asunto geográficamente, podemos ver que, como siempre, la cosa es muy desigual: por comunidades autónomas, las que mejor comportamiento tuvieron fueron Madrid (3.449), Andalucía (2.651) y Cataluña (2.391). Los descensos más acusados se produjeron en Cantabria (-58,6%) y Aragón (-54,6%).

Al final estos son los datos que importan: ya puede venir el Gobierno o el lucero del alba a decirnos que el crédito vuelve a fluir cuando lo ciertos es que las hipotecas se reducen porque los bancos no tienen interés alguno en prestar a particulares cuando pueden hacerlo al Gobierno, sediento de vender deuda Pública.

Mientras los bancos puedan utilizar la deuda pública como colateral ante el Banco Central Europeo, no habrá nada que hacer. Y es que el negocio es redondo: piden dinero al 0,5 %, nos lo prestan los españoles al 4%, y luego, van con esa deuda pública al BCE y la emplean como garantía para pedir prestado más dinero con el que hacer lo mismo.

¿A quién demonios le puede interesar de ese modo dar dinero para hipotecas? No es de extrañar que esas condiciones, y comparados con el Estado, ninguno seamos demanda solvente. Porque los demás nos podemos quedar sin trabajo, ponernos enfermos, o largarnos al extranjero, pero de momento la deuda pública, y por mandato constitucional, es lo último que se dejará de pagar.

Así que ya sabéis: verde y con lunares la hipoteca. Con capa y colmillos, los financieros.

 

 

La hipoteca y el tamaño del piso

Se batirá conmigo quien quiera un trastero...

Se batirá conmigo quien quiera un trastero...

En primer lugar, y como provisión mayor, hay que decir que todas las hipotecas se han reducido, tanto en número como en importe concedido. Hecha esta salvedad, hay que señalar que algunos expertos, señalan a los pisos pequeños y a los apartamentos como el peor grupo de stock, dentro de la gravedad en que se haya el sector entero.

Concretamente, en el III Salón Inmobiliario, celebrado en Madrid a finales de noviembre, se ha constatado la desaparición casi absoluta del mercado de la vivienda de los jóvenes entre 25 y 30 años, que eran los que antes demandaban esta clase de inmuebles. Los pisos de una y dos habitaciones empiezan, por tanto, a quedar para los divorciados o los solteros de mayor edad, y hasta los divorcios se han reducido con la crisis.

No voy a descubrir la pólvora diciendo que el paro juvenil es realmente alarmante en España, pero esta cifra no sólo confirma lo que ya sospechábamos, sino que ahonda en los peores temores: toda una generación de jóvenes españoles se está labrando , desde ya, un duro camino para el resto de su vida, ya que sin cotizar, sin poder iniciar una carrera profesional y sin poder independizarse siquiera en muchas ocasiones, parten con una carga que les será muy difícil de sacudir en el futuro.

Según esas mismas fuentes del Salón Inmobiliario, el comprador medio de un piso ronda actualmente los 45 años y busca pisos de entre tres y cuatro dormitorios. Por tanto, la época en la que los promotores compraban pisos grandes para reformarlos y convertirlos en pequeños apartamentos parece haber quedado atrás y para mucho tiempo.

El tamaño de los pisos, el modo en el que vivimos y la gente con la que podemos convivir también viene marcada por las condiciones económicas del momento. Pero eso ya lo suponíamos, ¿no?

El fin del trabajo (y de la hipoteca)

Por fin jubilado. Ah, que no es eso...

Por fin jubilado. Ah, que no es eso...

La hipoteca la menciono porque en este sitio hablamos de eso, pero hoy no me voy a meter con la hipotecas, sino con un tema que a todos nos interesa aún más: el trabajo.

A mi entender, cada día está más claro que que el trabajo, entendido como creación efectiva de riqueza y no como abrillantamiento de bordillo, escasea y seguirá escaseando.

Durante largos periodos de la historia humana, por no decir siempre, las mejoras tecnológicas destruían empleo, pero generaban a su vez nuevos sectores en los que dar trabajo a la gente desempleada con la invención de máquinas o nuevos procedimientos. Todos creemos a pies juntillas esa profecía de que si alguien inventa el tractor y elimina mil campesinos, se necesitarán mil empleados en la fábrica de tractores y el problema quedará más o menos resuelto.

Pero el caso es que de unos años a esta parte no es así. El caso es que la globalización y la fusión de los procesos lleva justo a todo lo contrario. Y si queréis, lo miramos en mi sector, el de los escritores, o pensáis en el de los músicos, y luego lo extrapolamos a donde mejor os parezca: hasta hace cien años, en cada pueblo había una banda de música, y en cada ciudad mediana o pequeña, un teatro. Eso llevaba a que hubiese miles de actores, fijos o itinerantes, que representaban obras en todas esas localidades. Pero llegó el cine, y con que las historias las interpreten cien actores, el mundo entero los ve. Y el resto se va al paro. Y se van al paro los músicos, porque se trata ahora de vender los mismos cantantes en cien países. Y se van al paro los escritores, por que vale más la pena traducir a Ken Follet o una nueva entrega de Harry Potter que apostar por un autor de León, o de Albacete.

Todo es cuestión de costes o de sinergias: es más barato vender diez músicos o diez escritores a cien millones de personas que publicitar veinte en cada país. 

Y como eso, que es un simple ejemplo, sucede con todo. España fue bien mientras pudimos mantenernos atados al ladrillo, y no porque el ladrillo fuese mejor, sino porque no se puede, de momento, hacer pisos en China para llevarlos a Marbella. O dicho en plan técnico: porque no e s un producto deslocalizable.

Para mí, la clave del enfrentamiento futuro, y de esta crisis, es que somos muchos, demasiados incluso, y unos pueden crear riqueza mientras que los otros se han vuelto irrelevantes: ni pueden comprar lo que se vende ni vender lo que producen. Esa irrelevancia es la que hay que enfrentar, pero como ya dije hace tiempo en otro lado, no se puede intentar tal cosa desde la estigmatización de los ricos, porque si el que piensa, produce e invierte es culpable, entonces más vale ser tonto, inservible e inocente.

Y eso parecen dar a entender algunos últimamente.

Sociología de la hipoteca

Ruinas de una Facultad de Económicas

Ruinas de una Facultad de Económicas

Ya hablé el otro día de que la ley de la oferta y la demanda tiene importantes fallas, puesto que la información de los productores y consumidores no es perfecta, y también, haya que reconocerlo, porque los agentes económicos no son racionales, tal y como postulan los puntos de partida de la economía clásica.

Sin embargo, creo que hay que ir más al grano, y si me dejáis, quiero explicar esa irracionalidad con ejemplos de andar por casa. Porque la burbuja inmobiliaria la formamos entre todos y nos la vamos a comer entre todos, por mucho que nos guste echar la culpa sólo a los bancos, los ricos, o yo qué sé.

Vamos por partes:

 -1- La ley de la oferta y la demanda no puede funcionar cuando en algo tan importante como el suelo tenemos la mano, bien visible, de los ayuntamientos soltando suelo con cuentagotas para que los precios se mantuviesen altos. Eso es lo que se llama acaparar, y es una práctica que, la haga una institución o un mafioso de cara cortada, se llama maquinación para alterar el precio de las cosas.

-2- Los pisos, y los inmuebles en general, pero en especial los pisos, tienen la doble función de utilidad e inversión. Al ser bienes de alto valor y mucha liquidez, porque tiene uso, cumplen ambas funciones. El problema que tuvimos aquí fue que durante décadas, el que compraba un piso ganaba siempre dinero. Y hubo un tiempo en el que se ganaba mucho dinero en pocos años, o incluso en meses. Y así fue como la ley de la oferta y la demanda se dio el gran tortazo: la economía clásica supone que cuando un bien sube de precio, disminuye la demanda, porque son menos los interesados en comprarlo, pero en el caso de la vivienda, resultó ser al contrario: cuanto más subían los pisos, más gente había interesada en comprarlos, suponiendo que si los demás ganaban una pasta gansa, también ellos podrían ganarla.

Así fue como se metieron a especuladores los taxistas, los camareros y las peluqueras, y como decía con toda su mala leche y toda su razón George Soros, cuando ves a este tipo de gente meterse en un mercado, es el momento de venderlo todo y salir corriendo.

-3- Por último, tenemos el precio del dinero. Los tipos de interés estuvieron durante un tiempo escandalosamente baratos, y aún lo están aunque se nos pongan los pelos de punta reconiociéndolo, y mucha gente, demasiada, miró sólo las cuotas mensuales que les salían a pagar en vez de pensar las que le saldrían en cuanto esos tipos repuntasen un poco. Si unimos a todo esto la jugada de que en muchas familias se pagaba la hipoteca con un sueldo y se vivía con el otro, ya sabéis de qué tragedia hablamos cuando uno de  los miembros de la pareja se queda en el paro…

Por eso pregunto: ¿Racionalidad? ¡Venga ya!

Hipoteca, pánico y precio

Mercado inmobiliario

Mercado inmobiliario

Permitidme que me ponga espeso, pero ya hacía tiempo que no escribía sobre una idea, como me gusta, en vez de escribir sobre hechos, que es lo que se supone que hacen los periodistas (y yo no lo soy).

Todas las agencias pronostican que el precio de la vivienda seguirá bajando y algunos se atreven a anticipar que aún falta un 40 % de descenso, con las consecuencias que eso acarrearía para los balances de nuestros bancos.

Pues bueno: ni tanto como subieron, ni tanto como las quieren hacer bajar los especuladores monetarios para comerse nuestros bancos por cuatro duros, aprovechando que los inmuebles son una parte muy importante de sus activos y que un descenso en esa valoración los pondría a precio de saldo.

Ni deberíamos haber caído en los precios exorbitados que nos comimos hace unos años ni debemos creernos ahora las valoraciones ridículas, impulsadas por los bajistas, deseosos de provocar el hundimiento de nuestro sistema financiero para imponernos las condiciones que les apetezcan.

Desde siempre, se sabe en economía que la famosa ley de la oferta y la demanda no es una ley, sino sólo una teoría, porque para la ley se cumpla es necesario que exista información y disponibilidad perfecta de productos, y eso no sucede jamás. Ahora, con la globalización y la agilidad de las comunicaciones, la ley de la oferta y la demanda es aún menos ley, porque las interferencias en su funcionamiento, o al teoría de los ñúes salvajes, que no actúan de modo racional, está más presente que nunca.

Cuando los precios suben, suben en tropel, y cuando bajan, bajan en tropel también, generando terribles ineficiencias en los mercados con nefastas consecuencias.

La peor, hace unos años, fueron nuestras hipotecas. Y ahora, un hundimiento artificial de nuestros activos, porque la vivienda es precisamente el mayor capital de la mayoría de las familias.

O sea que tengamos esto bien presente: la ley de la oferta y la demanda, más que ley, es un consejo. Otro día lo explico más en detalle, si os apetece.