Seguro que todos hemos oído hablar miles de veces de las hipotecas subprime durante el estallido de la crisis, y seguro que todos las hemos maldecido una y otra vez por el daño que nos han causado, pero hasta ahora no habíamos escuchado a ningún responsable de ninguna entidad reconociendo el negocio y como operaban.
Ha tenido que ser el diario El País, en un magnífico reportaje que publicó el domingo, 12 de diciembre, el que ha conseguido que el Director de CreditServices, Javier López, hable abiertamente sobre como funcionaba su negocio y en que basaban su tremendo crecimiento. No hay que olvidar que esta empresa llegó a tener 596 oficinas y firmaba 50.000 hipotecas al año.
Como Javier López dice en el reportaje, su público objetivo era la población inmigrante que llegaba a España con una familia, es decir, con voluntad de echar raíces en nuestro país. Este público no tenía acceso a la red oficial de hipotecas a través de entidades tradicionales y tenían que recurrir a empresas de intermediación financiera, como CreditServices, para optar a la compra de una vivienda.
Entonces, recibían la gran noticia. Se les ofrecía hasta el 120% de tasación de la vivienda, con lo que se cubría el coste total de la operación, incluyendo todas las comisiones aplicadas, y bastaba con que llevaran tres meses en el país. Eso sí, el tipo de interés que tenían que pagar era más elevado que el de mercado en ese momento.
Estas hipotecas eran concedidas por bancos estadounidenses que encontraban así un negocio redondo, ya que cobraban tipos de interés muy elevados con lo que ingresaban más dinero por sus hipotecas concedidas. Aunque, eso sí, se trataba de hipotecas contaminadas.
Todos los analistas coinciden en que una hipoteca sin riesgo para una entidad financiera debe de estar concedida por el 80% del valor de tasación, para evitar vaivenes en los precios y debe de suponer un esfuerzo económico del núcleo familiar de hasta el 35%. Pues bien, todas las hipotecas firmadas por CreditServices y por empresas similares estaban, claramente, en la zona de riesgo.
Entonces, era cuestión de tiempo que la situación estallara y con ello se llevara a las pobres familias que no podían pagar sus hipotecas, y a las entidades financieras que arriesgaron demasiado.