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La burbuja inmobiliaria China

vivienda en China

El otro día hablábamos de la burbuja inmobiliaria británica y de cómo no se libran del condenado fenómeno ni esos tipos tan flemáticos y sensatos que son los ingleses. Hoy, para seguir con el recorrido y demostrar que las burbujas inmobiliarias son un fenómeno universal vamos a ver el otro caso, el de China, mucho más preocupante que el anterior por las repercusiones económicas y financieras que podría tener para el resto del mundo.

Como sabéis, suelo ilustrar los artículos con alguna foto alusiva y un pie que la explique desde la ironía, pero en esta ocasión creo que es necesario usar una gráfica como apoyo, sin cachondo alguno, y un poco más grande de lo habitual. Echadle un ojo detenidamente, por favor.

El despegue de la economía China y su papel preponderante como nueva potencia económica ha atraído gran cantidad de capitales del exterior, y no sólo destinados a aumentar la producción industrial y deslocalizar la industria occidental. Muchos de esos capitales aguardan una buena oportunidad de inversión y entre tanto se colocan en el sector inmobiliario, que ha sufrido un enorme auge en el país debido a la enorme migración de personas del campo hacia las ciudades. Hablamos de casi ciento cincuenta millones de personas en veinte años, aunque algunos mencionan cifras mucho más abultadas.

El crecimiento anual de China es de alrededor del 7,7% y la balanza comercial positiva junto al mercado inmobiliario son las grandes bazas del gigante asiático. El Gobierno chino, además, lleva años jugando al cubilete con el valor de su moneda para intentar atraer capitales extranjeros, así que no es de extrañar que al final se haya producido una enorme acumulación de dinero tras sus fronteras.

El problema, por supuesto, es que ese dinero está allí a título de préstamo y que en algún momento los que lo pusieron querrán recuperarlo. La conclusión final es que China es ahora  uno de los países más endeudados del mundo con un 215% de su PIB en deuda (según datos del Banco Popular de China, correspondiente a un 75% en deuda pública y un 140% del PIB en privada).

¿Y qué está sucediendo? Que la larguísima crisis de Occidente está impulsando a algunos de esos inversores a intentar deshacer sus inversiones, lo que unido al debilitamiento de la demanda ha hecho que la bolsa china lleve tres años seguidos de caídas y la vivienda ya haya iniciado la cuesta abajo, como podéis ver en la gráfica.

Si se confirma el estallido de la burbuja china, que es justamente lo que yo preveo, la crisis de las hipotecas subprime va a ser una broma de niños comparada con la crisis de la hipoteca china.

Veremos en unos meses.

La hipoteca china y el gran Yuyu

Qué tiempos aquellos en que nos comparaban con los ricos...

Qué tiempos aquellos en que nos comparaban con los ricos...

Dicen que China está revuelta porque un trabajador de ese país tiene que ahorrar el salario de catorce años para poder comprarse una vivienda, mientras que en otros países la media es de seis o siete.

Dejando aparte la malsana envidia que producen esos países donde la vivienda se compra con el sueldo de seis años, uno no puede dejar de preguntarse, ante semejantes datos, a qué altura empezamos a quedar aquí, cuando un piso medio cuesta alrededor de 180.000 euros y una salario medios ronda los 1400 euros. La cuenta, a ojo, y para los términos medios, son diez años y medio. Y las hipotecas, cada vez más largas, como sabéis, pero esa es otra.

Ahora, si me lo permitís, os diré por qué estamos peor que ellos y luego, si queréis, lo debatimos en los comentarios.

Catorce años es más que diez y medio, de acuerdo, ¿pero no os dais cuenta de que aquello es una dictadura y aún así este tema supone una amenaza para la paz social? El hecho, al menos el que yo deduzco, es que ellos están peor que nosotros, pero nosotros somos mucho más mansos y conformistas que ellos, o vivimos en una dictadura mucho más férrea que la china aunque no queramos darnos cuenta.

A veces este tipo de comparaciones ayuda a abrir los ojos. El otro día, pro ejemplo, me enteré de que una gran empresa quería poner un call center para llamadas a larga distancia en mi ciudad. Todo el mundo lo celebraba, pero yo me pregunté: si pueden elegir Marruecos, Colombia, Ecuador o tu pueblo, y eligen tu pueblo, ¿de veras crees que es como para celebrarlo?

Algo va aún peor de lo que pensábamos, me temo.

 

Sistema Mixto (II) Nazismo y China. Los fallos del sistema

El sistema mixto genera extrañas imágenes, y extraños eventos.

El sistema mixto genera extrañas imágenes, y extraños eventos.

 Hablar de los fallos del sistema mixto es casi como hablar de las virtudes de la dictadura. Todo funciona más deprisa y más coordinado, pero sin libertad, oprimiendo a la gente y creando grandes bolsas de arbitrariedad.

El sistema mixto sólo es posible en una sociedad muy cohesionada en la que todos los agentes económicos entiendan que sus fines coinciden. Al convivir dentro del sistema la planificación pública y la propiedad privada, esta coincidencia de fines sólo es posible mediante una presión extrema por parte del Estado, que se siente legitimado para aplastar cualquier resistencia individual.

Los logros económicos del nazismo nunca hubiesen sido posibles sin la amenaza implícita o explícita de una visita de la GESTAPO al que no supiera interpretar correctamente las directrices de la autoridad. El capitalismo se basa en la idea de que si cada uno defiende su interés propio, la suma de todos esos esfuerzos egoístas será el bien común; en el sistema mixto, esta idea, aún presente, se refuerza con el miedo: si haces las cosas bien te irá bien, y te harás rico, pero si haces lo que no debes no sólo puedes quebrar y arruinarte, sino que vendrán a buscarte unos tipos de uniforme (y cuando terminen contigo hasta la Muerte te apartará con la cuchara). O sea que zanahoria y palo combinados, pero en grado extremo. Como ejemplo, cabe destacar que la economía China genera tanta confianza que se  nutre de nuestro apoyo tácito, y que los nazis levantaron Alemania a base de vender deuda pública a Francia, Inglaterra, Holanda y Estados Unidos, donde apoyaron de manera entusiasta su política económica, respaldada por una seriedad y una solvencia ejemplares. El dato curioso es que ni la Alemania nazi ni China han dejado JAMÁS de pagar una deuda. Otra curiosidad: la guerra mundial empieza en 1939, pero Alemania sigue pagandos los intereses de sus bonos del Estado a franceses e ingleses hasta bien entrado 1940. Matarnos, sí. Dejar de pagar, no. Seriedad.  🙂

Pero volvemos a lo que decíamos: si la codicia es un impulso poderoso, la combinación de codicia y terror tiene una fuerza formidable. De ahí la eficacia de este tipo de sistema, y lo poco deseable que resulta.

En el caso Chino, os propongo una pregunta para que reflexionemos juntos: ¿Por qué sigue siendo tan barata la mano de obra después del crecimiento y la prosperidad de estos años?, ¿no decimos siempre que cuando la gente empieza a vivir un poco mejor exige mejores condiciones de vida?, ¿por qué no pasa en China?

La clave es su feroz dictadura: pueden producir barato porque nunca avanzarán lo suficiente para que la gente quiera trabajar un poco menos o en mejores condiciones. En esta clase de regímenes, lo que quiera la gente da igual, porque no están pensados para la gente.

En el caso China, una cultura milenaria de sumisión y silencio, ayuda al régimen. En el caso alemán, un pueblo culto, moderno y perfectamente tecnificado, el rencor por lo sufrido, la sensación de superioridad sobre sus vecinos (cabe preguntarse si ha desaparecido del todo hoy en día)  y la decidida voluntad de vengarse del mundo entero sirvieron de galvanizantes para un desarrollo y un despegue difíciles de igualar. “Acabaremos con ellos. Los haremos caer, aunque sea envenenados por el polvo de nuestros huesos” dijo una vez un líder nazi en un discurso, y esa idea, presente en el subconsciente colectivo fue suficiente para que una nación entera lo soportara y lo sufriera todo. Esa idea, y el hecho de que eran un país con 240.000 ingenieros, lo que supone una fuerza  pensante con un valor añadido difícil de cuantificar y que se mostró de nuevo en todo su vigor en la posguerra.

En cualquier caso, es imposible el sistema mixto en libertad. Genera corrupción, genera arbitrariedad y genera el nacimiento de elites económicas, técnicas y culturales que pisotean impunemente a sus semejantes, convirtiéndolos en simples herramientas desechables. En el sistema mixto, se le da TODO al que vale, y un pico y una pala, como mucho, al que tiene unas capacidades un poco inferiores.

El sistema mixto es una economía de guerra desarrollada en tiempos de paz. Una emergencia permanente. Un vivir provisional.

Para mí, no gracias.

Los sistemas Económicos (III). El sistema mixto (Nazismo y China)


Este es Hjalmar Schacht, el inventor del mecanismo. Echadle un ojo y pensad si os parece de fiar...

Este es Hjalmar Schacht, el inventor del mecanismo. Echadle un ojo a ver si os parece de fiar...

Después de hablar del capitalismo y el colectivismo (socialismo y comunismo), abandonamos el terreno de los sistemas económicos conocidos para adentrarnos en otros inventos un poco más raros, y quizás un poco más tenebrosos, pero creo que es necesario hablar de todo, aunque sólo sea para que se conozcan las otras opciones que se han seguido a lo largo de la historia.

El sistema mixto lo puso por primera vez en marcha el ministro de economía nazi Hjalmar Schacht en 1933, tras la victoria de Hitler en las elecciones generales de aquel año. Como curiosidades, os contaré de él que nunca fue miembro del partido nazi, sino del SPD (de la oposición) y que fue absuelto en Nurenberg porque no encontraron cosa seria de la que acusarle.

Quizás os parezca raro que Hitler diese la cartera de economía a un tipo que no era de su partido y que le había combatido enérgicamente en la campaña electoral, pero hay que entender la mentalidad del partido nazi, del propio Hitler y de la época, dejando a un lado los arquetipos: eligió para todos los puestos al que consideró mejor, y punto. Si alguien se negaba a aceptar el puesto, eso era una traición a la patria, a la que todos tenían el deber de servir sin pensar en ideologías. Incluso puso al mando de la GESTAPO al mismo comisario de policía que lo había enchironado a él en 1924, así que con eso está todo dicho.

Explicar en qué consiste el sistema mixto de Hjalmar Shchat es muy fácil. Lo difícil es detallar su funcionamiento, y no puedo meterme en eso en profundidad, así que espero resumirlo de manera que se entienda algo:

El sistema mixto consiste en que toda la industria, el comercio y la distribución AL POR MAYOR queda en manos del Estado o regulado férreamente por el Estado, y todo lo que sea AL POR MENOR queda en manos de la propiedad privada en absoluta libertad para hacer cada cual lo que quiera.

Tras esta premisa fundamental, el sistema mixto del nazismo se apoyaba en los siguientes pilares:

-El tipo de cambio de la moneda se fija en Boletín Oficial, y depende de la actividad. Dependiendo de lo que compres o vendas, así será el tipo de cambio. Puedes cambiar las divisas que quieras, pero declarando la operación que vas a realizar, y dependiendo de la operación así será el cambio, que no es nunca ni fijo ni libre.

La fiscalidad de las plusvalías es feroz. La del trabajo y el beneficio empresarial son muy bajas, pero si compras un bien (un piso, oro, o lo que sea) y lo vendes en menos de un año, el Estado se lleva el 90 % de la diferencia entre el precio al que compraste y el precio de venta. Si son 2 año, el 80 %, si son 3, el 70 % y así sucesivamente. Si pasan 10 años, todo lo que saques es para ti. El comercio al por menor de una lista de bienes (bienes comerciales, en general) está exento y se considera beneficio empresarial, como en nuestros días.

La producción al por mayor se regula desde el Ministerio de Economía, mediante planes trienales o quinquenales. Esto regula las materias primas y casi toda la industria de más de 30 trabajadores. Por debajo de ahí, cada cual puede invertir o no, poner una empresa de camiones o una churrería, como mejor le venga.

-La propiedad privada es intocable, pero no se admiten bienes ni recursos muertos. La tierra o se cultiva, o se arrienda. Los pisos se ocupan o se alquilan, etc.La ley decía exactamente: “la propiedad será siempre privada y siempre al servicio de los intereses nacionales”, lo que, por supuesto, trajo consigo no pocos conflictos. Cómo se resolvían esos conflictos lo imagináis de sobra: arbitrariedades, injusticias, persecuciones, etc. En todo caso, podían obligarte a alquilar tu casa o a que tu fábrica produjese cacerolas en vez de cucharas, pero no te la expropiaban.

Los extranjeros tienen los mismos derechos y deberes que un huésped en un hotel. Pagan su cuota y tiene derecho a lo que al cuota estipule. Y nada más. La letra pequeña, por supuesto, estaba en saber a quiénes consideraban extranjeros, pero eso es salirse del ámbito económico y no quiero escribir una enciclopedia.

En la actualidad, este sistema ha sido copiado de manera casi textual por el gobierno chino. Tan llamativa es la copia que en algunos textos legales chinos aparecen siglas equivocadas, correspondientes a organismos alemanes de los años treinta, como RB, AB (Ferrocarriles del Reich, Autopistas, etc.).

Como ya me alargo demasiado, sigo otro día. Ya diréis en los comentarios qué os parece este engendro híbrido.

Hipotecar el futuro

Responsable final de la deuda hipotecaria, llorando en la caja de seguridad de un banco, donde fue depositado como aval.

Responsable final de la deuda hipotecaria, llorando en la caja de seguridad de un banco, donde fue depositado como aval.

Se os van a poner los dientes largos: allá por los años veinte, Henry Ford pagaba a los trabajadores de su fábrica de automóviles el equivalente a lo que actualmente serían ciento cincuenta euros diarios. Al final de mes, un obrero de su fábrica podía llevarse a casa el equivalente a seis mil euros actuales.

Sus competidores se burlaron entonces de él y en vez de combatirlo decidieron esperar tranquilamente a que se arruinase. Aún siguen esperando, bajo las flores.

Lo de Ford no era magia negra ni mucho menos: al ofrecer salarios superiores logró que los mejores especialistas y los trabajadores manuales más cualificados de todo el país compitieran como locos por trabajar para él. Mientras los demás perdían horas de trabajo en huelgas y conflictos, Ford trabajaba todos los días del año a tres turnos y ni siquiera las convulsiones de la ley seca consiguieron detener sus factorías. Además, consiguió meter en la cabeza a la gente que un coche era algo necesario y venderle uno a cada uno de sus empleados, con lo que, por otro camino, recuperó parte de lo gastado. Cuando su procedimiento se popularizó en Estados Unidos, se creó la clase media y esto hizo posible, con otras circunstancias que no es lugar para entrar a describir, el nacimiento de una nueva superpotencia.

La idea, resumiendo, consistía en fomentar el consumo pagando buenos salarios, porque el que gana mucho acaba gastando mucho.

Actualmente, a mi juicio, la idea es la contraria: se trata de conseguir que los demás paguen buenos salarios para que compren tus productos, mientras tú produces en China o en Macao. El capitalismo actual se basa en vender en Occidente a precio de oro lo que se ha producido en Oriente a precio de risa. Ahí es donde está el margen más que en la innovación o en la mejora técnica.

El inconveniente es que sólo se puede vender en Occidente a precio de oro mientras alguien pague salarios de oro en Occidente, y como algunas empresas se marchan, las que quedan ven que si siguen pagando tan buenos salarios como antes no podrán competir con las que se han ido. Y si en Occidente se dejan de cobrar buenos salarios, no valdrá la pena seguir vendiendo en Occidente.  El único camino para competir con Chna es hacerse chino. Pero ellos tienen mucha más experiencia que nosotros siendo chinos, así que tampoco.

La cosa está tristemente clara: si tengo una empresa y pretendo vender mucho, desearé que se paguen buenos salarios para que la gente tenga dinero. Por eso algunas grandes corporaciones apoyan a los movimientos sindicales de Occidente mientras ellas se van a toda prisa a producir a otro lado.

Su mecanismo se describe muy fácilmente: la prosperidad está en pagar mucho, pero que lo paguen los demás. Filosofía de piojo, ya veis.

Siguiendo este sistema, podremos comprar barato durante unos años, mientras no se haya estabilizado el bajón, pero luego, o ahora mismo, no tendremos con qué seguir comprando, porque el currante que entraba en nuestra tienda se fue al paro, el ganadero mató las vacas por una subvención, el agricultor arrancó las viñas (también por una subvención, qué curioso) y hasta el dentista se quedó sin clientela.

A esto se le llama hipotecar el futuro, a tipo fijo, y a sabiendas de que no lo vamos a poder pagar. Es una hipoteca vital y lo que se deja en prenda es el sudor y el bienestar de los hijos.

De todos modos no os preocupéis, que no es tan grave: ¿a nosotros qué más nos da lo que pase con la industria productiva si por aquí sólo hay bares y funcionarios?