Como si de un patio de colegio se tratara, esta semana hemos asistido a un cruce de declaraciones entre los dos agentes principales en la financiación de este país, como son Emilio Botín, Presidente del Banco Santander, principal banco español, con permiso del BBVA, claro está, y Jesús Terciado, Presidente del CEPYME, la asociación que recoge a los pequeños y medianos empresarios.
Empezó Botín, que en un acto corporativo, de esos en los que los empresarios, de cualquier sector, se dicen a sí mismos, lo guapos e inteligentes que son, diciendo aquello de que la falta de financiación no es culpa de las entidades financieras, pobrecillas ellas, sino que es de las empresas que no son solventes. Según su argumento, los bancos quieren dar créditos, pero el problema es que las empresas no los pueden devolver.
Inmediatamente después, como no podía ser de otra forma, Jesús Terciado salió al quite de estas palabras, y echó toda la culpa de la falta de financiación a las entidades de crédito. Aceptando que las empresas no son solventes, pero no desde el punto de vista objetivo, sino desde el punto de vista de los bancos.
En palabras de Terciado, las entidades financieras españolas han endurecido de manera extrema las condiciones de acceso a la financiación, exigiendo unos requisitos de solvencia inalcanzables, no ya sólo ahora, en estos momentos de dificultad, sino también en los años de bonanza, lo cuál hace imposible acceder al crédito.
¿Quién tiene razón?
Pues supongo que ambos. Las entidades financieras tienen razón al exigir a las empresas mayor solvencia, porque no pueden caer en nuevas situaciones de morosidad que dificulte su posición ante las autoridades europeas, y también tienen razón las empresas al quejarse de un incremento en las exigencias de solvencia de manera exagerada y sin justificación.
El problema es que en lugar de luchar por obtener un punto de acuerdo entre ambos sectores, se sigue produciendo una lucha de declaraciones sobre quien ostenta la responsabilidad de la situación que en poco, o nada, ayuda a la sociedad española y a la resolución de la situación de una manera efectiva.