Vamos a aplicar un silogismo sencillo, de esos que hasta yo, un ignorante absoluto en estos mundos de la lógica filosófica, o como se llame, pueda entender, un silogismo que nos ayude a comprender el entramado urbanístico y financiero en el que estamos metidos.
Veamos, ayer la Ministra de Vivienda, que sí, que sigue habiendo una, aunque no se la vea mucho, ha anunciado que en España hay un stock de vivienda que ronda los 800.000 viviendas sin vender, lo cuál es una auténtica barbaridad, se mire por donde se mire.
Por otro lado los bancos se están viendo obligados a aceptar activos a cambio de deuda, es decir, a aceptar quedarse con viviendas construidas pero no vendidas a cambio de la deuda que los promotores y constructores tienen contraída con estas mismas entidades.
A la vez, son las entidades financieras, las mismas que están acumulando un amplio stock de viviendas para poder paliar sus descubiertos de deuda, las que conceden, o no, las hipotecas a los ciudadanos que deciden comprometerse a pagar algo durante 40 años sin interrupción.
Por tanto, el silogismo está montado: Los bancos tienen cada vez más vivienda en stock; los ciudadanos necesitan hipotecas para poder comprar esta vivienda, por tanto, los bancos comenzarán a conceder hipotecas en breve para poder deshacerse del stock (¿tiene pinta de silogismo? No sé, pero al menos se le parece algo).
En definitiva, las entidades financieras se están dando cuenta de que necesitan abrir el grifo del crédito, y no sólo eso, también se están dando cuenta de que la demanda efectiva de potenciales compradores de viviendas es cada vez menor, y en clara regresión.
Es decir, que los bancos se van a lanzar a competir por un mercado menguante, un mercado de compradores de vivienda que cada vez es más pequeño, gracias al desempleo, real o potencial, los ciudadanos que se lanzan a comprar una vivienda son cada vez menos.
Ello va a provocar que los bancos se lancen, cual jauría de perros, a la caza de los potenciales hipotecados, con productos flexibles y con mejores condiciones, tratando de eliminar a sus competidores de la lucha, tratando de ser la entidad financiera elegida, por delante del resto.
Ahora, amigos, somos nosotros, los consumidores, los que tenemos la sartén por el mango.