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Cuando tu banco te mira mal

Y hasta te echa maldiciones

Y hasta te echa maldiciones

Por aquí, por internet, decimos que las cosas cambian muy deprisa, pero la mayor parte de las veces no nos molestamos en explicar estos cambios a los más mayores, o a los que no teniendo tantos años viven un poco apartados del barullo. Y esa gente cuenta más de lo que pensamos. Y además vota.

Por mi parte, voy a intentar poner remedio a esta falta en un tema que nos interesa a todos y que a todos debería preocuparnos, sobre todo en un blog como este: los bancos.

El tema es bastante sencillo en el fondo y si hablásemos de bares, todo el mundo lo entendería. El tabernero quiere que vayas a su local para que le dejes ganancia. Es evidente, ¿no? ¿Qué pensaría de nosotros el del bar si entrásemos todos los días a leer el periódico, a usar el cuarto de baño y a utilizar los palillos sin consumir nada? Pues que ojalá nos marchásemos de allí cuanto antes.

Y eso les pasa a los bancos. Pero nos cuesta más entenderlo.

No comprendemos o no queremos asumir que el dinero que tenemos en las cartillas de ahorro ni lo quieren ni les sirve para nada. . ¿Cuánto nos pagan de intereses por ese dinero? Nada y menos. Y esta vez no es un dicho, sino que va en serio: nos pagan menos que nada porque a fin de año los intereses son menores que las comisiones de mantenimiento.

¿Y cómo es posible eso? Porque el Banco Central Europeo les presta el dinero, todo el que quieran, al cero por ciento de interés. Así que a ver, seriedad: si los bancos pueden conseguir el dinero que les dé al gana al cero por ciento de interés, ¿para qué quieren el nuestro? ¿Para que les demos la murga por diez céntimos de una comisión y tener que mandarnos una carta? No, de esa manera ni les interesamos ni les podemos interesar, seamos serios.

Para los bancos solo somos clientes si gastamos y les dejamos ganancia.

¿Tiene usted tarjeta? Pase.

¿Gasta dinero con la tarjeta? Bienvenido.

¿Contrata un seguro con nosotros? Buenas tardes.

¿Tiene con nosotros un préstamos o una hipoteca? Nos alegramos de verle.

¿Es usted el típico paisano que tiene aquí los ahorros, viene a actualizar la cartilla, no quiere que le cobren comisiones, no tiene tarjeta, ni seguro, ni debe un duro a nadie, ni hace más movimientos que el ingreso de la pensión? Marche a tomar por saco de aquí con viento fresco, que estamos para ganar dinero y no para poner a un empleado que le atienda a usted por la cara, a cambio de nada.

No te lo dicen, de momento, pero cada día te lo hacen ver más claro.

Las cosas han cambiado. Tener dinero ya no es ser un buen cliente. La cosa es gastarlo. La cosa es darlo a ganar. Como en el bar. Como en el pescadero…

La alternativa, por supuesto, es tener el dinero debajo de la teja. Una alternativa no tan mala, por cierto, teniendo en cuenta la nueva normativa. Pero ya hablaremos de eso…

Renegociación de hipoteca. Una estrategia posible

Tampoco les gusta que sueltes de golpe..

Tampoco les gusta que sueltes de golpe..

Cuando se habla de estas cosas, el principal problema es que somos tos unos pequeños pringadetes con pequeña o nula capacidad de presión, pero lo cierto es que la actual situación de los bancos convierte nuestro problema hipotecario en algo mucho más complejo que pagar o esperar a que te embarguen.

Vamos a ver la cuestión un poco más de cerca a ver si así nos hacemos una composición de cuales son nuestras posibilidades:

En el año 2008, la crisis de Lehman Brothers dio el pistoletazo de salida al gran pánico financiero o, si se prefiere, al nuevo paradigma económico. Lo de Lehman fue sólo una erupción cutánea, porque el problema era mucho más profundo y extendido, y aunque se echó la culpa a las hipotecas subprime, había mucha más porquería en el sistema financiero. Y la sigue habiendo.

Y con eso cambió la mecánica de las cosas. El dinero ya no era sólo dinero, sino también masilla para cubrir un boquete en el balance. Y resultó que las pérdidas eran sólo una faceta de todas las posibles maneras de irse a tomar viento, con el añadido de que a nivel legal y político era mejor tener pérdidas que un mal balance.

La cuestión es que, en el nuevo orden de las cosas, a veces los bancos valoran más el balance que la disciplina y que, puestos a reducir los daños, prefieren negar que la pérdida existe antes que intentar cobrare lo que se pueda de esa deuda. ¿Cómo se expresa eso en el mundo real? Renegociando créditos y renegociando hipotecas, incluso con gente que saben que no las pagará nunca, porque de lo que se trata es de que las provisiones no haya que hacerlas ahora y de que la pérdida posible no se convierta en pérdida real.

Por tanto, sabiendo esto, si tenemos problemas con la hipoteca, la estrategia a seguir es asegurar cualquier cosa y de cualquier manera, inventarse la garantías si hace falta, pero tratar de posponer el problema. Es lo que necesitamos nosotros y muy posiblemente también lo que ellos necesiten.

Todo lo que sea hablarles de lo malos que son, lo mucho que nos esforzamos y el daño que nos hace que nos quiten la casa será tiempo perdido. Pero si algo puede funcionar es intentar convencerlos de que poco a poco pagaremos. De que si nos bajan las cuotas y nos suben el número de años, podemos seguir pagando. Y de hecho, hay que seguir pagando, poco a poco,  para sostener esta estrategia. Una estrategia que se parece peligrosamente a la suya: tirar del calendario para adelante a ver si llega un milagro o un rescate.

Y a lo mejor existe tal cosa. Hablaremos de ello otro día…

 

Alemania y la caza del tiburón. Un aviso

Váyanse preparando

Váyanse preparando

Todo lo que afecta a los tipos de interés afecta tarde o temprano a las hipotecas, a la liquidez del sistema financiero y, a la postre, a nuestras posibilidades de comprarnos una casa, o simplemente una lata de sardinas para ir tirando. Cumplida la justificación, paso al desvío:

El reciente anuncio del Banco Central Europeo de que comprará deuda de manera ilimitada y sin exigir que su pago sea preferente sobre otros acreedores me suena a caza de tiburones. Y me suena, por razones históricas, a estrategia totalmente germánica, con ese ramalazo de sutileza y garrotazo perfectamente mezclados.

Aunque no tenga espacio aquí para explicarlo, más de uno recordará la salvaje caza de tiburones que organizó el gobierno alemán hace unos cuantos años contra los especuladores que apostaban por la absorción de Volkswagen por parte de Porsche. En aquella ocasión, el asunto se saldó con la absorción de Porsche por parte de Volkswagen (justo lo contrario), una ruina catastrófica para miles de especuladores y la vieja fabricante del “Escarabajo” valorada en bolsa, ella sola, por encima de toda la capitalización del IBEX.

En esta ocasión, y quizás se trate más de un deseo que de otra cosa, creo que simplemente se ha avisado de que podría suceder algo similar. Intento explicarme:

Desde hace varios meses existe un fuerte movimiento especulativo contra algunas economías de la zona Euro. La jugada es simple: se trata de atacar uno a uno a los países más débiles para obligarles a pagar intereses por encima de sus riesgos reales. La solución tradicional es gastar menos y de ahí los recortes, pero como la contracción del gasto no puede ser automática, los especuladores pretenden lograr beneficios multimillonarios en ese espacio de tiempo.

Llegados a ese punto, ¿qué sucede si el Banco Central Europeo compra deuda a mansalva? Que todas las apuestas bajistas se desmoronan de golpe, originando pérdidas tremebundas a los que las mantenían.

Con este anuncio, por tanto, el Banco Central Europeo da a entender que no va a tolerar los ataques especulativos, pero mantiene al exigencia de una larga serie de condiciones para los países que quieran venderle su deuda.

La amenaza, por tanto, es doble: los mercados deben andarse con tiento y los países endeudados deben seguir con las reformas, o se les dejará caer de nuevo al mar.

Para mí, lo que ha hecho Draghi, es sacar el sable y enseñarlo. A los mercados y a nosotros. Todo a un tiempo.

Y el que quiera, entenderá.

Hipotecas y rescates bancarios.

Cosas primitivas

Cosas primitivas

Hoy voy a tratar de acercarme a eso que algunos llaman injusticia del rescate de los bancos con dinero público. En realidad y desde mi punto de vista, es algo mucho peor que una injusticia: es una tontería, y los países pueden prosperar con decisiones injustas, pero más difícilmente con decisiones idiotas.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que la mayor parte del dinero público que se ha ido a rescatar bancos se ha ido precisamente a bancos que ya eran públicos, así que nacionalizar una caja de ahorros viene a ser algo así como nacionalizar uno de los pantanos que inauguraba Franco. ¡Ya son nuestros, carajo!

Hecha esta salvedad, analicemos lo que ocurre:

-Una caja de ahorros (gestionada por políticos jubilados y otros mamuts blancos) ha metido en ladrillos más de lo que tenía y más de lo que podrá devolver en su vida.

-Ese ladrillo se ha ido depreciando, por lo que los préstamos dejan de estar respaldados por los activos, gracias a que se tasaron verdaderas boñigas a precio de oro.

-La diferencia entre el activo y el pasivo deja un glorioso agujero en las cuentas de los bancos y cajas, que endurecen las condiciones de crédito.

-El endurecimiento del crédito, o su desaparición, ahoga a las empresas, que reducen su actividad, poniendo en la calle a millones de trabajadores.

-El aumento del paro y la falta de circulación de efectivo reducen la demanda.

-La reducción de la demanda, genera aún más paro, y el paro genera más impagados en las hipotecas, ya que muchos hipotecados, al quedarse sin trabajo, no pueden hacer frente a sus compromisos. Y esto aumenta el agujero en el balance de los bancos de dos maneras distintas: por el aumento de la morosidad y por la mayor depreciación de los pisos y terrenos que poseen.

Suena genial, ¿verdad? Bueno, pues aquí llega el Gobierno, coge el dinero de todos, y lo presta a los bancos para cubrir sus balances, de modo que el agujero se cierre y pueda fluir de nuevo el crédito para romper el círculo vicioso.

¿Y por qué creo que es una solución idiota?

Porque el dinero público podía rescatar directamente a los ciudadanos hipotecados. pero no un rescate en plan guay, con palmadita en la espalda, como haría una tía soltera y millonaria, sino un embargo en toda regla: si no pagas, en vez de quedarse el banco tu casa, se la queda el Estado. De este modo, esas viviendas no entran en el mercado ni reducen los precios, los bancos se liberan de los morosos, pasándonolos a todos, la gente no se queda en la calle, y los balances de los bancos se limpian de igual modo, con una reserva de viviendas que el Estado poco a poco revenderá o alquilará.

Porque lo que NO planteo es que las queden los que no pagaron, sino que se les rescate a ellos en vez de a los bancos y que ellos devuelvan más adelante lo prestado igual que se supone que lo van a devolver los bancos. Y al que no lo devuelva, se le sanciona como sea pertinente. Hay mil maneras.

De este modo se consigue:

-Aumentar la demanda, reactivando el empleo.

-Liberar a los bancos de morosos, saneando sus balances (lo mismo que se intenta rescatando a los bancos).

-Estabilizar el precio de los activos, deteniendo la sangría contable.

¿Por qué demonios no se proponen estas cosas más a menudo? Prefiero no darle muchas vueltas, aunque lo comentamos un día de estos…

Hipoteca y gasolina. Un extraño parentesco

En medio de ningún lado...

En medio de ningún lado...

Aunque parezca que voy a hablaros de la velocidad y el tocino, os ruego que me deis una oportunidad para explicar un nuevo problema que les ha surgido a los bancos en su intento por deshacerse de su enorme stock inmobiliario, algo totalmente necesario para desintoxicar sus balances y que la economía real vuelva a funcionar movida por el crédito a las empresas y los profesionales.

El caso, como ya hemos hablado en otras ocasiones, es que la mayor parte de los inmuebles que tienen atascados los bancos en sus cuentas son segundas viviendas, y viviendas en urbanizaciones o grandes barrios construidos en las afueras de las grandes ciudades o en zonas costeras y de vacaciones, pensadas como segunda vivienda. Los pisos en el centro de las ciudades siguen vendiéndose bien, o se venderían si le gente tuviera dinero, que es a es otra, y si los bancos concediesen hipotecas.

En las previsiones de los bancos figuraba ya la necesidad de tener que rebajar los precios de esas viviendas para hacerlas más atractivas, pero les ha surgido el problema de los combustibles: a medida que la gasolina sube de precio, y se está acercando ya al salvaje nivel de los 1,5 €, es más caro y menos interesante vivir en las afueras o tener una segunda vivienda.

Por tanto, el precio de lso combustibles está presionan a la baja los precios de cualquier inmueble que esté a cierta distancia de lso centros habituales de trabajo, ya que el compprador echa las cuentas y acaba convencido de que lo que ahorra en hipoteca lo va a pagar en gasolina.

Desplazarse es caro, y va a ser más caro cada día, toda vez que los combustible sno tienen trazas de bajar su precio, pro lo que las viviendas que requieran el uso intensivo del automóvil se verán devaluadas en la misma medida para poder competir con aquellas mejor comunicadas, más cercanas a los centros de trabajo o que dispongan de transporte público.

El precio real de los chalés de las afueras y las macrourbanizaciones tipo “Pocero de Seseña” sufre así un nuevo recorte, agravando la situación de los bancos en primer lugar, y luego, poco después, la nuestra, porque estas cosas las pagamos los de siempre.

Así que, como veis, éramos pocos y la abuela se ha ido de juerga…

Hipotecas: llega la hora de negociar.

Hablemos de negocios...

Hablemos de negocios...

Muchas veces somos nosotros mismos los que nos convencemos de cosas que en el fondo no nos convienen. La frase más típica de este caso es aquella frase que tantos repetían como si fuese una ley inmutable del Universo: “los pisos nunca bajan“, Lástima que por escrito no se pueda poner voz en off, porque en este caso hubiese elegido la de Zeus.

Los pisos bajaron, por supuesto, y de esas bajadas y su impacto en los balances de los bancos y los patrimonios familiares viene esta crisis de deuda y descapitalización general, conceptos ambos que sirven muy bien como eufemismo para decir que no somos tan ricos como pensábamos.Los pisos bajaron, insisto, y ahora le toca el turno a otra de esas frases casi sagradas: “los bancos siempre ganan“.

Porque no es así. Porque la fuerza de los bancos procedía de su solvencia y de la capacidad de resistir más que los clientes. pero en estos momentos los intereses de los bancos han cambiado, lo que significa que para ganar tienen que dejar a veces que los demás también ganen.

En estos momentos, si estamos ahogados, si uno de los miembros de la familia se ha quedado en el paro o han disminuido los ingresos del negocio, se puede y se debe negociar con el banco. Se puede pedir, sin empacho, una demora, o una carencia. En estos momentos, se puede conseguir incluso una quita de parte de lo adeudado en nuestra hipoteca, a cambio de liquidar el resto. Si se ha sido buen pagador hasta el momento, los bancos preferirán perder parte de los intereses o parte del capital antes que embargar el piso, quedarse con él y meterlo en el balance como pérdidas, acompañando a otros centenares de hipotecas fallidas.

Ellos saben que les conviene más perder un poco o esperar antes que embargar. Lo saben ellos y lo sabemos nosotros. Es la hora de tenerlo en cuenta.

Hipoteca y bancos públicos

Laboratorio donde se generan ciertas ideas, como la de banca pública

Laboratorio donde se generan ciertas ideas, como la de banca pública

Supongo que será cosa de la campaña electoral y sus increíbles veleidades,  pero el caso es que sigo escuchando por ahí que la penosa situación que padecen muchas familias, agobiadas por las deudas, se arregla con la creación de una banca pública que evite los desahucios y que ponga coto a la avaricia de los bancos.

Por mi parte, y aunque me lo hayáis leído ya varias veces, me pregunto qué son las cajas de ahorros, sino banca pública, tan pública que no tiene accionistas y la manejan los políticos a su antojo con el resultado que todos conocemos.

Pero dejando aparte, oh cielos, el tema de las cajas de ahorros (fin de la invocación a Segismundo), tengo para mí que los que piensan en una banca pública que no ponga a la gente en la calle por impago de su hipoteca están imaginándose en realidad otra criatura que no es banca, sino comuna. ¿O me equivoco?

Porque una verdadera banca pública es la que mira por el bien de todos, y a mí me encantaría que existiera.

Una banca pública, como maneja el dinero de todos, no pone condiciones tramposas en las hipotecas.

Una banca pública, como es de todos, no trata de cambiar las reglas a medio camino para aprovechar el viento según de dónde sople.

Una verdadera banca pública, como es de todos, no perdona un duro ni a san Pedro, porque el duro que le perdona a uno se lo está quitando a otro.

Una banca pública embarga y desahucia como la que más, porque vela por los intereses comunes, y los intereses comunes, los de todos, están por encima de las necesidades o las desgracias particulares de cada cual.

Una banca pública, como es de todos, te echa del piso o del local a los veinte minutos de devolver el primer recibo, porque sabe que defiende intereses comunes y que eso la pone en situación de exigir seriedad, responsabilidad y puntualidad en el cumplimiento.

¿De veras creéis que se refieren a eso los que piden una banca pública? Yo creo que no. Yo creo que piensan en una tía rica y solterona que se ablanda con llorarale un poco…

Una banca pública de verdad sólo la queremos unos pocos.

¿Comprarías un piso embargado? Hipoteca y ética

Sí, vale,no es carnívoro, pero...

Sí, vale,no es carnívoro, pero...

Todos sabemos que perder el piso por impago es una desgracia, tanto humana como económica., que además deja grandes secuelas muy difíciles de superar, eliminando a quien lo sufre de buena parte del circuito económico.

No sólo te quedas sin casa, sino que pierdes también lo que has pagado por ella hasta el momento, y la parte de hipoteca que quede viva.  A eso hay que añadir el coste personal, que no son sólo los recuerdos y las vivencias de esa casa, sino también las energías, la ilusión que se puso en ella, y el estigma de que te señalen con el dedo los amigos, conocidos y familiares como el que perdió la casa y tiene que vivir con sus abuelos, cuando tiene ya cincuenta tacos y tres hijos.

Todo eso es cierto, insisto.  Pero hay otro lado.

Cuando hablamos de las casas que se embargan, tenemos claro que los bancos tienen que subastarlas para recuperar el dinero.  Y para subastarlas, o venderlas, hay alguien, quien sea, que las tiene que comprar.

Y ahí es donde se plantea la cuestión ética que os quiero trasladar hoy:

¿Comprarías una casa embargada por el banco?

Hay quienes dicen que la gente que van buscando gangas es como los buitres, alimentándose de la carroña, o de los más débiles.

Otros, en cambio, creen que comprar viviendas embargadas, pero tratando de pagar un precio más o menos justo es la única manera verdaderamente eficaz de ayudar al embargado, pues todo lo que pagues por la vivienda es lo que le alivias a él de deuda, tanto presente como sobre sus ingresos futuros.

Lo cierto es que la única manera de ayudar verdaderamente a quien ha perdido su piso es comprárselo, y lo cierto, también, es que quien lo compra obtiene un importante beneficio económico de la desgracia ajena. La discusión, por tanto, se mantiene en pie.

¿Cual es vuestro punto de vista?

¿Trataríais de pagar algo más para ser justo o trataríais de pagar el mínimo defendiendo solamente vuestros propios intereses?

¿Cual creéis que la actitud más común?

¿Es ético participar en esta clase de subastas?

¿Se ayuda más al banco, al deudor embargado o se ayuda sólo a sí mismo quien se mete a comprar uno de estos pisos?

Un método de resistencia contra el desahucio

Una elegante gochada...

Una elegante gochada...

Por principio estamos algunos, que ya que todos no, en que las leyes se hacen para cumplirlas, las deudas se contraen para pagarlas y al matrimonio se llega por amor. Dicho esto para alimentar a los adoradores de lo obvio, esos que dicen niños y niñas en vez de niños a secas, nos enfrentamos al hecho de que en el mundo real la gente tiene necesidades, a veces muy perentorias, y que en blogs como este nos sentimos en la obligación de ayudar antes a los propietarios hipotecados que a los bancos.

Por tanto, empecemos por los hechos.

Si no puedes pagar tu hipoteca, vas a perder tu casa. Eso es así y está bien que así sea, porque de lo contrario florecerían los jetas como setas de otoño. Ahora bien: el hecho de que pierdas tu casa no impide que sigas necesitando un sitio para vivir, y si el banco se queda con tu salario, o con una parte de él, para que sigas pagando, resulta que te echan de tu vivienda y no puede coger otra, ni siquiera en alquiler, con lo que te conviertes en un sintecho, o en un defraudador que comienza a cobrar en negro todo lo que puede. Y eso no nos interesa a nadie, socialmente.

Por tanto, hay que aguzar el ingenio. Y aunque el piso hipotecado lo peirdas, tienes que buscarte la vida lo mejor posible para no quedarte en la calle. Para ello hay un sistema:

Cuando llegue el embargo del piso, hay que resistirse hasta última hora, con el papeleo que haga falta y las triquiñuelas que a acada cual se le ocurran, como dificultar la notificación, etc. Pero cuando el desahucio sea inminente e imparable, no hay que resistirse, ni llorar, ni tratar de posponerlo tres días más. Cuando el embargo está ya encima, hay que ir al juzgado, aceptar los términos del embargo, ir al banco, firmar las  escrituras, decir que se está de acuerdo en todo, firmar ante notario que se está de acuerdo en todo y despedirse del piso.

Y ahora, y aquí está la gracia, cambiar las llaves de la puerta Y SEGUIR en la casa. Porque ya no eres un propietario que no paga. Ahora eres un okupa, y eso requiere otro proceso judicial distinto de otros tres años., como poco. Si no hubiese firmado lso papeles, seguirías siendo el duñoe, pero como ya los firmaste, el dueño es el banco y tú eres un okupa, con lo que el expediente juducial anterior, pierde vigor.

¿Lo cogísteis?

Pues espero que no os haga falta.

De nada.

P.D: Gracias a los amigos del blog de Fraude Fiscal por el truco.

La hipoteca, una especie en extinción

Negocio alternativo a la hipoteca

Negocio alternativo a la hipoteca

No hacía falta que nos lo dijera el Instituto Nacional de Estadística,  porque ya lo sabíamos todos, pero el número de hipotecas concedidas durante este año 2011, y el importe medio de las que se concenden, sigue en picado. Posiblemente, a la gráfica que representa estas magnitudes haya que colgarle pronto el cartel de “sigue en el sótano”.

La diferencia entre las hipotecas concedidas este año y las que se concedieron en 2010, que ya fue un ejercicio penoso y lamentable, es nada menos que el 42,2 % La cantidad media por la que se hipotecan las viviendas no llega a los ciento diez mil euros, lo que también supone un descenso de algo menos del diez por ciento. En total, y para que os dé la risa con el dato, s eyhan concedido en todo loq ue llevamos de 2011, la ridícula cifra de 32600 hipotecas nuevas, con un descenso acumulado del capital total prestado por los bancos para la compra de vienda de alrededor del cuarenta y dos por ciento. La cifra total de lo prestado es de tres mil quinientos millones de euros. Una risa para lo que acostumbraba a manejar este sector en otros tiempos.

La conclusión, es obvia: no hay un duro. Los bancos tienen poco dinero, y el poco que tienen prefieron cobijarlo bajo tres capas de hoirmigíon antes que prestárselo a nadie.

Ahora ya no se trata de ser solvente, de asegurar que devolverás el dinero ni de garantizar que el inmueble que quieres comprar no se va a depreciar por debajo del valor del préstamo solicitado: se trata de competir, pidiendo dinero, con dos docenas de gobiernos, centenares de empresas ymanadas de otros bancos, que lloran desesperados a la puerta de cualquiera que tenga un duro en busca de la capitalización que les falta.

Y competir con semejantes adversarios es difícil, sobre todo con el Estado, que sigue emitiendo deuda pública asegurando, ya con un artículo de la Constitución, que lo va a devolver puniualmente. ¿Puede alguien competir con eso? Yo creo que no.

Por eso la hipoteca es un negocio obsoleto, como la venta de hielo puerta  a puerta…

Quién lo dijera.

¿Pero de quién son los bancos y las hipotecas?

Le llamamos trastos hasta que nos enteramos de que son nuestros.

Le llamamos trastos hasta que nos enteramos de que son nuestros.

Una de las frases que con más frecuencia escucho en las últimas fechas en boca de cierta progresía es que la banca es culpable de la crisis y la banca debe pagar esta crisis. 

Suena bonito. Suena justicieros. Suena Robin Hood y Curro Jiménez, y por eso nos encanta esa idea a los españoles, tan partidarios siempre de tempanillos, Dionis y otros bandoleros.

Y el caso es que tienen razón, porque la banca puede estar en el origen de esta crisis, por su política errática de prestar a quien no va a devolverlo, de permitir gastar lo que no se tiene y de permitir endeudarse al que nunca ganará lo bastante para cubrir la deuda. La banca es culpable, sí, ¿pero quién puñetas es la banca?

Pues nosotros. La banca somos nosotros, porque la mayoría de los bancos pertenecen en un porcentaje ínfimo a un grupo de accionistas, y el resto a los depositantes de dinero, y a miles, millones de pequeños accionistas. 

Qué parte creéis que tiene toda la familia Botín en el Banco de Santander, por ejemplo? Pues entre todos no suman el 1 %. Y en los demás  bancos, igual, o menos.

¿Y quién es el dueño de las Cajas de Ahorros? Nadie en absoluto. Son entidades que pertenecen a los depositantes, las instituciones y los trabajadores.

Por tanto, cuando decimos alegremente que la culpa de esta crisis es de la banca y que la banca la va a pagar, acertamos de pleno por una vez: la culpa es de todos y la vamos a pagar todos, porque no hay otra bola que rascar. Si pagan los bancos, pagarán los que tengan en ellos su ahorros y sus fondos de pensiones. Pagará tu abuela, mi padre y tú. Pagará mi tío, tu cuñada y yo. Porque esa es la única banca que en realidad existe.

Y a esa banca es a la que se le pide que se quede los pisos y se olvide de la hipoteca a cambio de entregarle las llaves, con eso que llaman dación en pago. Cuando se pide una cosa así, no se está perjudicando a Emilio Botín: se está perjudicando a la abuela, al currela, a todo el que tenga un duro ahorrado.

De lo que pasa en un país donde no vale la pena ahorrar no os voy a hablar ahora. Ya lo hice en una novela, y no quiero repetirme aquí.

Los fantasmas de los pisos. Hipoteca, abandono y soledad

El fantasma de Seseña

El fantasma de Seseña

A la prensa internacional, y muy en particular a la anglosajona, le encanta hablar del problema de ladrillo español, por una parte porque muchos de sus compatriotas tienen dinero metido aquí y por otra, hablando claramente, porque es su modo de decir “mira esos mierdas, que pensaban que eran alguien…”.

La más famosa y emblemática de estas urbanizaciones es la de Seseña, por supuesto, diseñada para miles de familias y con menos de un centenar de vecinos en la actualidad. La otra que les encanta, por el batacazo que se metió, es Ciudad Valdeluz, en Guadalajara. Y lo que más risa les da, quizás para no mirar hacia dentro, es que hay miles de familias hipotecadas pro treinta años en unas urbanizaciones que no se habitarán nunca, lo que implica que la banca española, supuestamente saneada, tiene metidos ahí sus activos y sólo se salva de la quema porque nadie les obliga a valorar esos bienes a su valor actual.

Las otras presas elegidas por The Guradian, el New York Times y el Business Insider son Horche (junto a Ciudad Valdeluz, en  Yebes), las de Quer, Alovera y Chiloeches (también en Guadalajara), Yuncos (Toledo), La Serena (Murcia) o la urbanización granadina de Ojo del Salado y Chimborazo.

Y hay más. Seguimos nosotros:

Costa Esuri (Ayamonte, Huelva), La Muela (Zaragoza), Costa Miño (A Coruña), , El Toyo en Almería, , parte del Señorío de Illescas (Toledo) o La Torre Golf Resort (de Polaris) en Murcia.

Y lo peor de todo es que estas urbanizaciones fallidas son sólo la parte más visible del problema.  Lo malo, lo verdaderamente malo es que en cada ciudad, grande mediana o pequeña, hay dos o tres barrios a medio construir, con bloques deshabitados, o batidos por el viento. En León, tenemos La Lastra. 

¿Quién se anima a hablarnos de lo que hay en su ciudad?

P.D:  Hemingway, que era norteamericano, vino a escribir sobre la guerra civil española porque no tenía ni coraje ni vergüenza para hablar de la discriminación racial ni del exterminio de los pueblos indígenas en su país. Sí, en aquel mismo año 36. O sea que la cosa, con ser cierta, no es nueva.