Supongo que estos días habéis asistido, estupefactos como yo, al siempre penúltimo acto del sainete al que nos tiene acostumbrados el Gobierno: en pocas horas se dijo que a la ministra de economía se le había encargado un plan de regularización fiscal y que eso era imposible e impensable.
En potros tiempos se le llamaba a eso la “técnica del globo sonda”, pero últimamente vamos a tener que llamarle el vuelo de la mosca cojonera o el mareo de la perdiz. Porque rectificar es de sabios, pero rectificar a todas horas es de idiotas.
Por si alguien no lo sabe, una regularización fiscal el lo mismo que una amnistía tributaria, pero con condiciones. Como no sabemos lo que van a hacer, ni seguramente lo sepan ellos, trataré de explicar de que va la cosa y cuales eran las intenciones.
A la vista de las cantidades descomunales de dinero negro que se mueven por España, procedentes del narcotráfico, la economía sumergida y otros trapicheos nuevos y antiguos, el Gobierno pensó que olvidarse del delito a cambio de aflorar el dinero podía ser una buena manera de financiar la deuda pública, que alcanza ya unos precios astronómicos en el mercado bancario.
Por tanto, se ofrecería lo siguiente: todo el dinero que se invirtiese en Bonos del Estado a tres años e interés del cero o 0,5 %, pasaría a ser blanco sin que nadie preguntase pro su origen.
Como blanquear dinero en el mercado gangsteril viene costando entre el 15 y el 25 por ciento de la cantidad blanqueada, no me negaréis que es muy difícil competir con el Gobierno a la hora de blanquear capitales si esta medida sale adelante.
Que es una marranada, nadie lo duda. Que es repugnante que los defraudadores se salgan con la suya y se despeloten de los que pagaron, es indiscutible. Pero permitidme que os diga algo, para que podáis apedrearme en los comentarios: este dinero está ahora, de hecho, en manos de unos pocos que lo tienen escondido. Si lo sacan a la luz, capitalizarán a la banca, que nos podrá dar créditos e hipotecas, y luego, con él, podrán invertir y comprar, lo que generará trabajo, consumo, y mayor recaudación de otros impuestos, como por ejemplo el IVA.
¿Qué es mejor, ponernos estupendos y obligar a los chorizos a que escondan la pasta o tragar como capullos y beneficiarnos todos?
Aguardo ansioso vuestras respuestas.