Ahora que el Gobierno está pensando de nuevo seriamente la posibilidad de meter tijera a las ventajas fiscales de la hipoteca, por aquello de que las cuentas no cuadran y la guillotina de las pensiones espera a las navidades del año que viene para caer, se aprovecha la coyuntura para presentar un plan de incentivos al alquiler.
¿Qué se pretende? Pues que el enorme parque de viviendas desocupadas salgan cuanto antes al mercado y que, mediante ese incremento de la oferta, disminuya el precio medio de los alquileres y sea más interesante esta opción frente a la hipoteca.
La idea no suena mal, pero mucho me temo que los incentivos y los problemas no irán pro el mismo camino, llevando al final el agua a los molinos de siempre. Y me explico: si de lo que se trata es de subir los impuestos a las viviendas vacías para forzar a los propietarios a alquilarlos, puede haber un montón de problemas legales y seguramente e ponga en marcha la picaresca de empadronar a Rita la Cantaora en el piso con tal de que no parezca vacío. Gente sobra para estos casos, y más que sobrará si el impuesto al piso vacío es lo bastante doloroso como algunos pretenden.
Si, pro contra, lo que se pretende es dar algún tipo de ayuda o beneficio a los caseros, mucho me temo que los trámites, las condiciones y el papeleo serán tan complicados y trabajosos que el propietario de a pie, el que tiene una segunda vivienda porque la heredó de un tío del pueblo, preferirá pasar de todo a meterse en ese jaleo, con lo que todo el dinero se lo embucharán directamente los bancos y grandes inmobiliarias, a las que subvencionaremos su cuenta de resultados.
La opción que nadie parece plantearse, y que sería la más barata y útil, es aumentar la seguridad jurídica de ambas parte del contrato de alquiler: asegurarse de que los caseros cumplen sus obligaciones, mantienen el piso en condiciones y no se exceden en sus exigencias, y asegurarse de que el inquilino que no paga o causa destrozos se arrepiente de inmediato de ello, sin procesos largos y costosos.
Con eso sería suficiente, pero en este país siempre es mejor tirar de cartera, la de todo, que ponerse serio. Porque todos los asesores de imagen de todos los partidos dicen que ponerse serio te deja cara de fascista. O algo así. Yo qué sé…