Está claro que hay semanas en las que es mejor no levantarse de la cama, y estos últimos siete días han sido una de esas para los promotores inmobiliarios que se han visto envueltos en toda una retahíla de malas noticias que no hacen sino ahondar en su depresión permanente.
Si la semana pasada conocíamos los datos del Ministerio de Fomento que hablaban de casi 700.000 viviendas construidas pero sin vender en nuestro país, ayer mismo el Instituto Nacional de Estadística dio otro varapalo importante para todos aquellos que creían ver el comienzo de la recuperación en el sector inmobiliario.
Se trata de la estadística sobre las compraventas de viviendas que el INE viene haciendo desde el año 2007, y que en este pasado mes de mayo arrojaron un descenso del 18,3% con respecto al mismo mes del año anterior, unas cifras nada halagüeñas.
Sí es cierto, sin embargo, que se ha producido cierta mejoría con respecto a los datos de abril, cuando se marcó el mínimo histórico con 24.100 operaciones de compraventa realizadas (mayo ha cerrado con 30.797), pero esa mejoría debe de ser claramente relativizada.
Los datos de abril fueron artificialmente bajos como consecuencia de la resaca producida por el adelantamiento de compra generada por la eliminación de la universalidad de la desgravación fiscal por compra de vivienda generada en los meses de noviembre y diciembre, recogida estadísticamente en enero y febrero, por el desfase temporal que existe desde que se realiza la compraventa y se registra de manera oficial.
Por ello, era normal que mayo fuera mejor que abril, pero esa no es la comparación que debemos de realizar, y sí que se debe de realizar con mayo del año pasado, y ahí es donde los datos de este año salen claramente perdiendo, perpetuando la sensación de que seguimos en crisis en el sector inmobiliario.
Una crisis que está claramente lastrando a la economía en su conjunto, porque vivimos un momento en el que otros sectores sí que han iniciado su senda de recuperación, ofreciendo ya datos positivos, algo que ni tan siquiera se puede atisbar en lo que se refiere al sector inmobiliario y de la construcción.
Pues con 700.000 viviendas construidas pero sin vender, no se entiende la necesidad de seguir insistiendo en un sector que no tiene ningun futuro. Venga, construir por construir, esto va a ser como las empresas que construyen las carreteras pidiendo que suban los impuestos de los combustibles para que no se vayan a pique; el nuevo lema: TU PAGA LO QUE TE PIDAMOS PARA QUE NOSOTROS PODAMOS TRABAJAR, ole cojones
La solución está, claramente, en la diversificación de nuestros sectores de producción. Las energías alternativas parecen ser un campo abonado para el desarrollo.
Y para la especulación y los trapicheos. Las energías alternativas son una de la grandes falacias a las que nos queremos acoger. Muchas de ellas no son rentables sin subvenciones, o no tienen capacidad significativa para soportar el consumo al que estamos habituados como sociedad o peor aun cuestan más que el beneficio que producen. ¿Sabíais que la energía que se consume en llevar un molino de viento a donde se instale (solo en llevarlo: pavimentar el acceso para que no se hunda la carretera por donde tiene que pasar el trailer que lo arrastra, el consumo energetico de arrastrarlo etc) es equivalente a la energía que producirá en sus 6 primeros años? Esto no incluye los costes de fabricación del propio molino. Con una vida util de unos 20 años el molino NUNCA es rentable. Eso sí, muchos se beneficiarán de todo el movimiento que produce. A eso no se le llama cambio de modelo productivo, se le llama robarle a una parte de la sociedad para darselo a otra y generar ineficiencias.