Vamos de mal en peor, y si nada lo remedia directamente hacia el abismo, porque cada día que pasa recibimos una noticia peor que el día anterior y así en una sucesión continua de malas noticias que nos están condenando al pesimismo más absoluto, ése en el que se cae por la certeza de los hechos no por la volatilidad del pensamiento.
Y es que si unos meses atrás empezábamos a recibir alguna noticia positiva que nos hacía pensar que la recuperación económica podía encontrarse más próxima de lo que pensábamos, ahora se está dando la situación contraria, y cada día que pasa la noticia es peor que la anterior.
Ayer mismo el Banco de España informó de los datos de la tasa de morosidad de este pasado mes de julio y comprobamos que se colocó en el 6,94%, la cifra más alta desde febrero de 1995, justo cuando estábamos inmersos en otra crisis, sino igual a ésta, sí de grandes proporciones igualmente, cuando la tasa de morosidad se situó en el 6,98%.
Y el problema es que con una tasa de morosidad tan elevada los bancos van a seguir bloqueando el crédito a ciudadanos y empresas por miedo a que éste no sea devuelto a su debido tiempo y que sus balances queden más empantanados aún con créditos de dudoso cobro, lo cuál complicaría sobremanera su obtención de liquidez en los mercados internacionales y la posibilidad de seguir ofreciendo dividendos a sus inversores y accionistas.
Basta con echar un vistazo a los datos a un año vista para darnos cuenta de la tremenda situación en la que nos encontramos, ya que desde julio de 2010 hasta julio de 2011 la tasa de morosidad de las entidades financieras españolas se ha incrementado en un punto y medio, coincidiendo con el incremento de ciudadanos españoles en situación de desempleo y sin ninguna prestación con la que poder ir sobrellevando el día a día.
Hasta que la tasa de morosidad no se recupere, para lo que se necesita una recuperación del empleo, el crédito no fluirá en la economía y no se podrá iniciar una recuperación efectiva.