Si de algo está sirviendo la crisis económica es para reducir la deuda que las familias españolas mantienen con las entidades financieras de este país, como bien demuestran las estadísticas. La última cifra en 890.541 millones de euros la deuda de los ciudadanos españoles con las entidades financieras en este pasado mes de febrero, lo que supone un 0,47% menos que en el año anterior.
Decremento muy similar al que se ha producido en el saldo de la deuda hipotecaria, la cuál cayó un 0,4% en febrero, comparada con febrero de 2010, con un volumen total de 672.959 millones de euros, donde queda reflejada la práctica congelación de los préstamos hipotecarios por parte de las entidades financieras a las familias, así como los embargos hipotecarios que se siguen produciendo y que eliminan parte de la deuda.
Es evidente que el limitar el sobreendeudamiento de las familias españolas es una gran noticia, ya que fue éste uno de los causantes de la crisis económica, promovido por las entidades financieras y aceptado por las familias como un signo de estatus social y económico.
Por otro lado, el informe del Boletín Estadístico del Banco de España sigue certificando que la gran parte de la deuda de las familias españolas es hipotecaria, ya que el 75,6% de la deuda está relacionada directamente con el sector inmobiliario a través de hipotecas.
Y es que a pesar de los pesares, a pesar de que la crisis ha golpeado principalmente al sector inmobiliario, está clara la enorme dependencia que todavía tenemos con respecto a este sector, y a todas sus derivadas, ya que durante los años de burbuja inmobiliaria, la construcción llegó a todos los estamentos de la sociedad y a todos los parámetros imaginables.
Una dependencia que no deja de ser negativa, ya que nos genera una falta de libertad de acción y una connivencia obligada con un sector de escasa productividad y condenado a captar mano de obra barata y de baja cualificación.
España no podrá iniciar un proceso de recuperación adecuado hasta que no consiga liberarse del yugo del sector inmobiliario y penetrar en los vericuetos de sectores más productivos.
Sin la creación de empleo, con los sueldos abaratados.
Donde tener más de 40 años es casi considerado delito para encontrar un trabajo misero.
Jóvenes sin perspectivas NI a corto, NI a largo plazo.
Sin dignidad para exigir derechos.
Tales como los que votamos en la Constitución,( trabajo digno,vivienda).
Y que nadie sea responsable de esta situación?
Y si lo es, nadie con suficientes bemoles para decírselo, donde sea escuchado por todos?
Por ejemplo nuestra clase política,esa que solo sabe distraer al pueblo con peleas de recreo de parvulario.
Mundos de yuppi,no.
Tiranía total y absoluta.